Brasileño Leonidas deslumbra en 1938, pero Italia se lleva la Copa del Mundo

El 4 de junio de 1938, con el choque entre Suiza y Alemania en tierras francesas, empezaba el tercer mundial de fútbol, bajo la sombra del fascismo y en un clima de preguerra.

(Foto: Agencia)
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Lejana, histórica, recóndita, esta tercera Copa del Mundo reunió hace 80 años a 15 equipos –todos menos Austria, anexionada por Adolfo Hitler unos meses antes-. Eran tiempos turbulentos, así lo mostraba El Comercio, que el mismo día de la inauguración publicaba notas sobre la Guerra Civil española y el conflicto entre chinos y japoneses.

“Mañana se inicia el Torneo por la Copa del Mundo en Francia”, tituló el Decano en una época en que el fútbol no tenía la divulgación mediática de hoy, pero tampoco podía dejar de ser noticia.

El encuentro inaugural entre suizos y alemanes concluyó 1 a 1. En el partido de desempate -jugado cinco días después- los helvéticos superaron a los germanos por 4 a 2, ante 35 mil espectadores.

Los partidos se jugaron en ciudades como París, Reims y Marsella, entre otras. Hungría empezó chocando con las Indias Orientales Holandesas (hoy Indonesia), Francia recibía a Bélgica, Rumania se enfrentaba a Cuba, Checoslovaquia se encaraba con Holanda, Brasil jugaba contra Polonia e Italia debutaba contra Noruega.

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Un sistema de “muerte súbita” se aplicó a los partidos disputados en tierras de Napoleón. Asimismo, se mantuvo la norma de jugar un suplementario de 30 minutos si el encuentro culminaba empatado. Y si la paridad persistía, se jugaba un partido adicional en los días posteriores.

Austria, enclaustrada por los barrotes del nazismo, no pudo definir con Suecia su pase a cuartos de final. Por eso los suecos pasaron de frente a la siguiente fase.

En Estrasburgo, el 5 de junio Brasil derrotó a Polonia por 6 a 5, luego de jugar tiempo extra. La primera etapa había terminado 3 a 1 a favor de los sudamericanos. A los 28 minutos del segundo tiempo el portero brasileño Batataes salvó un penal. Y faltando 15 minutos para terminar el match se desató una lluvia torrencial.

Eso volvió más épico el esfuerzo polaco por emparejar, lo que sucedió faltando 15 segundos para acabar el encuentro. Con un 4 a 4 se fue a suplementario.

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Pronto el público quedó fascinado con el juego de Leonidas: “Un maravilloso organizador de los veloces ataques de su team, llevando constante peligro sobre el arco de Madejski”, informaba El Comercio sobre la estrella brasileña.

Culminado el primer suplementario, Brasil tenía de nuevo la ventaja gracias a un con un gol el sello de Leonidas, que dribleó a varios jugadores antes de rematar. En el breve descanso el defensa brasileño Domingos dio muestra de fiebre, pero pidió seguir en el partido. Eran las 7:10 de la tarde, horario de Francia, y aún faltaban 15 minutos del memorable match.

Iniciado el segundo tiempo suplementario, “Leonidas comenzó a quejarse de que uno de los zapatos le molestaba mucho y no lo dejaba jugar”, dice el Decano.

En un arranque de desesperación se sacó el calzado y continuó jugando solamente con medias, sobre el barro y bajo la intensa lluvia. Fue una de esas excentricidades propias de los “elegidos”.

Se habían formado varias lagunas en el campo y los polacos persistían en el empate. Hasta que Leonidas -quien al final hizo tres goles- remató al arco europeo y el portero cedió un rebote. El mismo astro carioca disparó otra vez obteniendo el sexto gol. A un minuto del final los polacos marcaron su quinta diana. Terminado el choque el público aplaudió generosamente por el vibrante espectáculo. Leonidas salió en hombros. Se lo había ganado.

En los otros partidos, Checoslovaquia despidió a Holanda de la copa tras vencerla por 3 a 0. Luego de que en los 90 minutos empataran a cero goles.

Los italianos mandaron a su casa a los noruegos tras vencerlos por 1 a 0. Los locales derrotaron a los belgas por 3 a 1 pasando a la siguiente etapa. La sorpresa fue Cuba, que noqueó a Rumania.

Entre las normas vigentes aquellos años, los equipos podían cambiar hasta cuatro jugadores entre un partido y otro. Pero en pleno match estaban prohibidos los cambios.

En la siguiente etapa empezaron los choques de “los grandes”. Italia sacó de su mundial a los galos, ganando 3 a 1 en el estadio de Colombes. Suecia pulverizó a Cuba por 8 a 0 y Hungría venció a Suiza 2 a 0. Brasil eliminó a los checoslovacos en un partido adicional que terminó 2 a 1, con un gran partido de Tim (futuro entrenador de Perú en 1981) y Luisinho. En el primer encuentro habían empatado a un gol en un violento match.

En semifinales Brasil, que no puso en la cancha a Leonidas, Tim ni Brandao, cayó ante los italianos. Los húngaros le cortaron el sueño de finalistas a los suecos, a los que volvieron a la realidad con un 5 a 1.

Unos 45 mil aficionados llenaron las tribunas del Estadio Olímpico de Colombes, aquella tarde del 19 de junio de 1938, en donde el equipo italiano, dirigido por Vittorio Pozzo, se impuso al once húngaro entrenado por el dueto de Karoly Dietz y Alfred Schaffer. Con un contundente 4 a 2, en donde destacaron el goleador “ítalo” Silvio Piola y el atacante “magiar” Gyorgy Sarosi, Italia conquistó su segunda Copa del Mundo consecutiva.

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