Jorge Eduardo Eielson (Foto: El Comercio)
Jorge Eduardo Eielson (Foto: El Comercio)
Czar Gutiérrez

Entre el "Erratum musical" de Duchamp (1912) y el "Azul" de Jorge Eduardo Eielson (1972) pasa un meridiano. Una línea imaginaria de 60 años, tiempo probable que tarda un gramófono en convertirse en computadora. Gobernado por el azar, cuestionando la lógica creativa convencional y el egotismo del artista, Duchamp organiza toda sucesión melódica asignando una tarjeta a cada nota, mete todas en un sombrero y las va sacando aleatoriamente. El resultado son tres 'yerros musicales' sin tiempo, ritmo ni duración específica. Su idea, perfectamente surreal, es dejar una obra "definitivamente inacabada".

Seis décadas después y bajo esos mismos parámetros, nuestro célebre artista del verso y de los nudos compone "Colores", divertida pieza de poesía vocal ensamblada en computadora. Persiguiendo una forma poética que él denominó Estructuras Verbales o Audiopinturas, genera aleatoriamente su arte vocal combinatorio en dicho armatoste electrónico frente al cual pronuncia con naturalidad: “amarillo, verde, amarillo, verde, rojo, amarillo, verde, rojo, verde, azul, azul, azul”. Para que después cada palabra-color reciba el barniz de una entonación distinta y, finalmente, pase a la posteridad en una cinta de cromo, que registra la permutación de cinco palabras en cuatro tonos de articulación variable.

RUIDO SINTÉTICO
Será precisamente la voz del poeta Eielson, impresa en el primer surco del acetato durante un minuto y ocho segundos, la que inicie "Grabar y coagular-A history of audio pieces by peruvian artists (1972-2018)", disco que el sello Buh Records lanza como soporte sonoro para la representación peruana invitada al festival de arte . La idea es que el sentido de oralidad previamente capturado en las tecnologías de reproducción de sonido en los albores del siglo XX –gramófono, radio, teléfono– juegue en pared con la revolución digital que terminaría transformando nuestros hábitos de consumo.

Producción de sonido que, por cierto, desborda cualquier frontera reconocible. Por ejemplo, el software de manufactura artesanal 'chullachaqui' que genera combinaciones aleatorias de textos y las reproduce en forma de voz sintetizada. Esas son las ‘computerpoesías’ que Francesco Mariotti, el insomne activista y fundador de Huayco, grabó en 1987 bajo el nombre de "Chullachaqui Inteligencia Artificial Parlo", ruidismo digital asociado a las llamadas Esculturas Tecnozoomorfas que germinarían en forma del "Gran guacamayo precolombino" (1992), oportunamente creada y premiada en Italia por los 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a América.

Bajo la sintaxis incorrecta del doble posesivo en el español andino, "Me tiemblan mis labios" (2009), de Luz María Bedoya, es un 'loop' de fechas nefastas para el país en la emblemática voz de un locutor de RPP. En "Memoria colectiva" (2010), Elena Tejada recrea voces y consignas de una marcha de protesta, mientras "Pleno" (2013), de José Luis Martinat, hace lo propio con las juramentaciones de los congresistas. Por su parte, Eliana Otta hila palabras "Con p de…" (2016), Paola Torres amalgama voces shipibo conibo en "Re(a)signaciones temporales" (2018) y Casari & PPPP improvisan una encuesta entre artistas para su "Proyecto sonoro sin título y con final inesperado" (2009).

PÉNDULO AMPLIFICADO
Como inesperados son los desmontajes de Daniel Jacoby para "Für Elise de Ludwig van Beethoven en orden de tono" (2009) e "Improvisación de Loreto" (2014), ensayo de Gilda Mantilla y Raimond Chaves que escanea las partituras del tema "Bajo el sol de Loreto" de Antonio Wong Rengifo y Jorge Runciman: el software 'grita' frente a errores tipográficos y defectos de impresión. Algo parecido ocurre con el sonido inaudible de una aguja diamantada al rozar la superficie lisa de un disco de cristal, que Nicolás Lamas amplifica considerablemente en "Void" (2013). Todo desemboca en una especie de viaje ambiental de voces grabadas en un festival londinense que tomará la forma de "Himno secreto para un mundo de valores" (2018), pista con la que Juan Diego Tobalina cierra el disco.

Como se sabe, Duchamp y los futuristas inician la correspondencia pendular entre las artes visuales y la creación sonora con su famoso "Arte de los ruidos" (1913), en un viaje de intersticios que la tecnología intensifica: películas hechas solo de sonidos –como "Wochenende" de Walter Ruttmann (1930)– o composiciones musicales compuestas únicamente de silencios –por ejemplo "4'33'" de John Cage (1952)–. Así las cosas, "Grabar y coagular" perpetúa sobre acetato esa vieja relación entre la plástica peruana y los ruidos generados localmente, diálogo cuya solidez quedó perfectamente expuesta en la retrospectiva "Hacer la audición: encuentros entre arte y sonido en Perú" (2016) y ahora cruza el charco. Que el rutilante escaparate de ARCOmadrid 2019 le sea propicio, entonces.

EL DATO:
El disco es parte de Hablar Piedras, proyecto curado por Jorge Villacorta, Violeta Janeiro y Mauricio Freyre. Se presenta en la Escuela Espositivo de Madrid, el 7 de febrero, como parte de las actividades paralelas a ARCOmadrid. La feria se realizará del 27 de febrero al 3 de marzo.

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