Reseña de Cocaine Cowboys - Mental Disease - Post Under - 2015
Pese a lo extremadamente populares que fueron los Guns n’ Roses en el Perú, no recordamos ningún grupo nacional que los tuviese entre sus principales referentes. En la escena metal local en concreto no hubo ninguna agrupación cultora de los sonidos angelinos de los 80. La mayoría se decantó por los sonidos extremos, del thrash en adelante, y las pocas bandas más melódicas eran deudoras de la NWOBHM. De allí que el heavy sleaze de los Cocaine Cowboys carezca de mayores referencias en nuestro panorama local y de allí también uno de los intereses en oír este grupo.
Por supuesto de lo anterior no se debe entender que la propuesta de Cocaine Cowboys se reduzca a alguna imitación de los Guns n’ Roses, en realidad se trata de una agrupación muy original que viene a ampliar de manera interesante la escena hard rock/metal local en direcciones muy poco exploradas por esta en el pasado y lo más importante lo hace con talento y calidad.
Lo primero que me viene a la mente con un nombre así, Cocaine Cowboys, es descontrol y vida llevada al extremo no precisamente sano. Lo segundo es que me remite a un tema de los legendarios WASP, de su disco Helldorado (1999), aquel trabajo que marcó su retorno a los sonidos básicos de la banda, y también lo hace a la cinta documental Cocaine Cowboys de Billy Corben, que aborda el tema del auge del tráfico de cocaína en la ciudad de Miami y la corrupción pública a fines de los 70. Este último trabajo parece ser uno de los referentes inspiracionales del disco ya que, además del nombre, el intro proviene de los minutos iniciales de dicho documental, aunque el tema homónimo no hace referencia a él sino a la vida desenfrenada del ideal rockero motorista.
Yendo al álbum en concreto, se trata de un disco de hard rock/heavy metal de vertiente sleaze, esa que llevaron al estrellato los primeros Guns ‘n’ Roses con Appetite for Destruction y Live like a Suicide, y con mucho mérito sus primos hermanos de L.A. Guns y Faster Pussycat. Es rock and roll de gran fuerza, golpes contundentes de ritmo y aceleradas marchas, matizadas en los momentos precisos por relajamientos en la velocidad que permiten apreciar mejor las posteriores aceleraciones. He mencionado a los Guns, pero no son la única referencia, cualquiera pude oír además una innegable influencia de los Mötley Crüe de la época del Dr. Feelgod (1989), los Kiss más fuertes y AC/DC en lo que concierne a lo más heavy. Porque es cierto que Cocaine Cowboys no es una banda de glam, sino de heavy metal influida por el sleazy angelino, pero aun así de heavy metal.
Solo nueve temas, lo que me parece extraordinario porque aumenta la posibilidad de ser oído al íntegro y de asimilarlos. Títulos como The Hatred, Poison in my Veins, Alligator Queen o The Boogieman son bastante elocuentes sobre la actitud de la banda. Tenemos acelerados solos de guitarra en todos los temas y sobre todo logrados riffs como el de Come and Get It, que es sencillo, pero matador. Uno de los logros del disco y que es esencial en esta clase de música es construir buenos temas con personalidad propia, algo que innegablemente consiguen. Quizás se deba a lo dicho por Diego Daga, primer guitarrista y alma de la banda, que los temas en realidad vienen siendo trabajados hace mucho tiempo, esto suele redundar en la efectividad de los mismos. Nuestro corte preferido es The Boogieman, supongo porque es inapelable heavy metal y sobre todo porque es el ejemplo de cómo convertir el desborde en arte consistente; es un tema arriesgado porque en cualquier momento puede desatarse el desorden y dejar de ser una canción (lo que en heavy metal sería un desastre) pero no llega a suceder, todo ese descontrol acaba perfectamente enfocado en uno de los temas más logrados del heavy metal peruano.
Otro aspecto son los guiños, al menos para nosotros, que se pueden reconocer a otros grupos o temas, como por ejemplo en Hatred y su repetido she goes down que nos proyecta a aquel himno del desborde titulado así que aparece en el Dr. Feelgod de los Crüe, o la línea melódica de Alligator Queen que nos suena a un homenaje a You Could Be Mine de los Guns (los toques del hammond, nos parece un hammond, en este tema quedaron geniales).
La grabación del disco fue en los Quarter Studio de Paul Pinto y de nuevo podemos constatar el profesionalismo con el que se trabaja en dicho lugar pues el sonido no podría haber quedado mejor para la propuesta de la banda. Igualmente la presentación del booklet revela el interés de hacer bien las cosas, con una diagramación discreta pero efectiva una portada elocuente para el objetivo del disco y la banda, y una distribución precisa del contenido. Este aspecto ha sido acreditado a Sebastián Guerrero. Muy bueno.
Pocas veces desde este espacio hemos recomendado con igual o más énfasis un disco nacional. No tienen nada que perder con este trabajo. Un buen álbum para cualquier amante del hard rock y del sleaze angelino de los 80 y también para cualquiera que quiera gozar de buen rock. Más de la banda acá.
Buen video
Uno de sus mejores temas
El documental Cocaine Cowboys (yapa)