“Nadie quiere leer un libro donde todo salga bien”
Elizabeth Eulberg
Escritora estadounidense
Nací en el pueblo de Portage, Wisconsin. Mi madre fue bibliotecaria y mi padre heredó una tienda de ropa. Amo la música, viajar y leer. Pueden visitar mi página: www.elizabetheulberg.com.
Por: Renzo Giner Vásquez
Antes que Elizabeth Eulberg publicara los siete libros que la han llevado a ser una de las escritoras de novelas para jóvenes más reconocidas en Estados Unidos se dedicaba a promocionar a otros artistas. “Amo la música, eso me llevó a estudiar Relaciones Públicas. Luego pasé a ser publicista de escritores y sin darme cuenta estuve escribiendo mi primer libro”, nos cuenta durante su visita a Lima para participar en la Feria Internacional del Libro.
— Cuénteme más sobre esa relación entre música y relaciones públicas…
De joven tocaba algunos instrumentos, pero supe que no tendría una carrera musical. Mi mamá me consiguió un libro –sí, no había Internet– en el que mencionaban las relaciones públicas. Me gustó ver que era un trabajo en el que estabas detrás de escena, podía promover mi amor por la música y por los libros, además podía ser testigo de primera mano de todo lo que pasaba en ese mundo. Cuando estuve ahí vi que no era tan emocionante como pensé. Así que luego de eso pasé a ser publicista en una editorial que publicó numerosos títulos de libros que abarcaban desde niños hasta jóvenes adultos.
—¿Qué nos puede contar sobre Dav Pilkey y cómo influyó en su carrera?
Lo amo. Es el autor de “Capitán Calzoncillos”, una serie de libros infantiles muy importante en EE.UU. Yo trabajé como su publicista y es una de las personas más amables del mundo. Yo siempre quise escribir pero ponía muchas excusas para no hacerlo. Un día fuimos a cenar y me dijo: “Eres muy graciosa y escribes muy bien los materiales de prensa, ¿por qué no escribes un libro?”. Fue el primero al que le dije que lo haría, me ayudó con mi primer borrador y le dediqué el primer libro. Pero como ya te dije, es el ser más amable del mundo, así que me dijo que le había dado mucho crédito [risas]. Quién sabe cuánto me habría tomado empezar si él no me daba ese empujón.
—Y ahora tiene 7 libros…
Cuando pienso en eso es bastante surrealista. El otro día estaba en una conferencia y varias personas tenían mis libros pero no los siete. Pensé: “Wow, ahora sí que he escrito bastantes” [risas]. Es un gran sentimiento, recuerdo que me tomó cinco años escribir el primero: “El club de los corazones solitarios”. Ahora tengo las ideas rondando mi cabeza y lo único que necesito es más tiempo para escribir, ese es un problema fantástico.
—¿Cómo nació la idea de ese primer libro?
La idea vino gracias a una amiga. Es esa amiga que todos tenemos y que ni bien tiene un novio deja de lado a sus amigos. Salimos una noche, ella estaba soltera y se pasó toda la noche hablando con un tipo e ignorándome. Así que estaba ahí sentada pensando: “Esto es estúpido. Lo hace siempre, no es una buena amiga. Cada fin de semana debería salir con mis amigas solteras y celebrar lo maravilloso que es”. Supe que mi primer libro debía ser de eso. Me tomó tiempo encontrar a los personajes.
—¿Es cierto que escribió 17 borradores antes de encontrar la versión final?
Sí. Y eso fue porque no tenía un plan previo. Tenía la idea y me parecía genial, pero luego noté que no conocía a mi personaje, por qué tomó esa decisión, ni los amigos que aparecían en el libro. Por eso me tomó cinco años desde que pensé la idea hasta que lo pude publicar. Por eso en mis talleres de escritura enseño a planificar y conocer a los personajes antes de empezar.
—¿Qué más recomienda?
Lo básico es saber quiénes son tus personajes y a dónde quieres que lleguen. Luego viene el reto de poner las cosas interesantes en el camino [risas]. Nadie quiere leer un libro donde todo salga bien, sería aburridísimo.
—Y su audiencia es bastante complicada…
No tanto. Por dentro soy una niña de 14 años [risas]. Lo genial de esa audiencia es que es muy entusiasta y amorosa. Se preocupan muchísimo por los personajes. Recuerdo que cuando tuve que escribir mi segundo libro estaba congelada, sabía cuál era la expectativa de mis lectores y qué querían que pasara.
—¿El segundo fue más difícil que el primero?
Nunca había tenido que escribir con tanta expectativa encima y no lo tomé tan bien como creía. Pero bueno, me decidí a hacerlo y cuando me di cuenta ya estaba escribiendo y con el tiempo llegó el tercero. Creo que el secreto está en que me preocupo bastante en mis personajes.
—En una entrevista con una revista mexicana dijo: “A los 17 años todo lo que pase parece que es el fin del mundo. Es divertido escribir sobre eso”…
Todo es un asunto muy importante cuando eres joven. Yo pensaba en que si no me invitaban a un baile mi vida estaba acabada. Estoy agradecida de que las redes sociales como Facebook o Instagram no existieran en esa época, te ponen bajo un microscopio.
—Y como escritora, ¿cuánto le sirven las redes?
Es genial. Antes un escritor no sabía cómo le iba a sus libros hasta que llegaban las estadística de ventas. Ahora, después de mi primer libro, recuerdo que me di cuenta de la cantidad de lectores hispanos que tenía. Me mandaban mensajes desde España, México o Perú. No sabía si mis libros encajaban muy bien allá, hasta que llegaron las estadísticas y ¡sí! [risas]. No lo habría sabido sin los tuits o e-mails que me enviaron.
—Según el último reporte del Pew Research Center, el número de estadounidenses que no leen libros se ha triplicado desde 1978. ¿Cómo le hace sentir eso?
Es triste. Yo luché un poco con la lectura cuando era pequeña. Era un poco difícil para mí, pero mi mamá me ayudó mucho. Mucha gente dice que no le gustan los libros, pero eso es porque no han encontrado el indicado. Yo encontré el que me gustó [las historias de Betsy-Tacy de Maud Hart Lovelace] y no era literatura sofisticada, pero eso no le importó a mi mamá porque yo estaba emocionada, iba a la biblioteca y leía un libro diario.
—¿Cuál sería una buena forma de reenganchar a los jóvenes con la lectura?
Necesitan a alguien en su vida, una bibliotecaria, un maestro o sus padres para encontrar qué libro los conecte. Eso es todo lo que se necesita.
—¿Hay algo sobre lo que no escribiría?
Creo que no haría ciencia ficción o fantasía. Algo que requiera crear todo un mundo completo. Siento que no tengo esa capacidad.