“Ser mujer no hace que mi trabajo sea más retador”
Nora Tyson
Vicealmirante de la Marina estadounidense
Nací en 1957 en Memphis, Tennessee. Estudié en el colegio episcopal St. Mary e Inglés en la Universidad de Vanderbilt. Amo jugar golf. También tengo estudios en finas artes. Actualmente soy comandante de la Tercera Flota de la Marina de Estados Unidos.
Por: Renzo Giner Vásquez (@SebGiner)
Nora Tyson fue la primera mujer nombrada comandante de un grupo de ataque en un portaaviones en la Marina de EE.UU. También lideró al USS Bataan, nave de 257 m. de largo que se usó para la invasión de Iraq. Ella estuvo en Lima para participar del foro La Mujer en la Armada, organizado por la Escuela Superior de Guerra Naval.
— En una entrevista del 2014 usted dijo que una llamada cambió su vida…
A las tres semanas de graduarme de la universidad recibí la llamada de un reclutador militar que me pedía asistir a una reunión. Fui, pasé los exámenes y tras unos días me volvieron a llamar para decirme que me habían aceptado. No me lo esperaba. Conocía muy poco sobre la Marina, mi padre estuvo en la Guardia Nacional de Tennessee pero no venía de una familia militar. Pero lo pensé y me di cuenta de que si no lo hacía, siempre me preguntaría qué habría pasado. El acuerdo inicial fue por cuatro años, me pareció algo rápido, así que entré y acá estoy, 37 años después.
— En sus inicios se inclinó más por la aviación naval.
Cuando entré, ocupé un cargo administrativo en Washington DC. Trabajaba para dos pilotos, un almirante y un comandante, que me dijeron que debía desarrollar mis habilidades como piloto o no duraría mucho tiempo en la Marina. No estaba disfrutando de la carrera. Postulé, fui aceptada y todo cambió desde ahí.
— ¿Cómo pasó de pilotar un avión a comandar un portaaviones?
Estuve volando por un tiempo, luego pasé a enseñar a otros oficiales, quise volver a volar pero no podía hacerlo. Pregunté qué opciones tenía y me dijeron que podía ser parte del USS Lexington. Era 1989 y el Lexington era un portaaviones de entrenamiento en el Golfo de México. Cuando llegué a la nave, vi que realmente disfrutaba de eso, postulé para ser parte de la tripulación pero para ese entonces muy pocas labores estaban abiertas para las mujeres. Estábamos limitadas por la ley de exclusión de combate. Dije que si alguna vez cambiaban las cosas para las mujeres y había mayores oportunidades, me gustaría navegar un portaaviones.
— Y cambiaron…
Sí. La ley cambió en 1993. Para entonces había concluido mi segunda gira de vuelo operativo y fui elegida comandante de escuadrón. Era lo que se necesitaba para ser parte de un portaaviones, llegué a la USS Enterprise y eso me calificó para ser considerada como un comando mayor. Finalmente me eligieron como comandante del USS Bataan.
— Con esa nave apoyó en las labores de ayuda tras el huracán Katrina. Cuéntenos más sobre eso…
Fue una experiencia que jamás olvidaré. Muchas veces estuve en otros países, serví por tres años en el sureste de Asia ayudando después de terremotos, tifones, deslizamientos. Pero estar en mi país y ver la devastación de la Costa del Golfo fue algo que no había afrontado antes. Fue reconfortante poder ayudar a la gente pero también fue terrible ver el lugar donde vacacioné de niña, que sobrevolé en helicóptero y notar que las comunidades estaban destruidas.
— Antes de eso participó en la operación Liberación de Iraq. Muchos atribuyen la inestabilidad actual de la región a esa operación, ¿qué opina al respecto?
Como militar apoyo a nuestro líder civil y sigo las ordenes que él da. Estamos preparados para cumplir cualquier misión que nos designen. La inestabilidad en el Medio Oriente es algo que lleva mil años, depende de todos proveer la mayor estabilidad no solo en el Medio Oriente sino en todo el mundo. Es labor de todos los que llevamos un uniforme.
— ¿Fue la mejor decisión realizar esa operación?
Eso no me corresponde responder a mí. No es mi trabajo como militar.
— ¿Qué otras cosas han cambiado para las mujeres en las FF.AA. desde 1993?
En los últimos años se rescindió otra norma que restringía a las mujeres ingresar a ciertos grupos de fuerzas especiales. El servicio militar ha venido trabajando muy fuerte para definir los atributos físicos y mentales necesarios para cada ocupación. No importa si es mujer u hombre, se evalúan las habilidades. En la Marina se han abierto plazas para mujeres en los submarinos.
— ¿Queda algún gran reto por superar para las mujeres en el mundo militar?
Creo que el reto es el mismo que para cualquiera en nuestra profesión. No tenemos un trabajo fácil. Es peligroso por naturaleza, requiere conocerlo bien y trabajar con otros. Es un trabajo retador pero creo que ser mujer ya no lo hace más retador que para un hombre.