ÁNGEL HUGO PILARES @angelhugo Redacción Online

1. Que te marquen al primer minuto. En un partido caliente no puedes salir distraído. El primer tanto de Chile es un ejemplo claro de eso: un córner en el que se sueltan las marcas, como si la defensa estuviera cansada apenas al primer minuto, puso las cosas cuesta arriba desde el inicio. De paso, el hecho de no haber reaccionado con decisión en su primera salida le costó bastante a Raúl Fernández. Le costó recuperarse de ello.

2. Perder el partido a los 20’. Luego del segundo gol de Chile, los jugadores peruanos pasaron 25 minutos sin capacidad de reacción. Intentaron apenas un par de veces y ambos remates uno de Cruzado y otro de Guerrero chocaron en el poste.

3. Desesperarse. La selección no jugó inteligentemente en dos momentos. Cuando inició el complemento e iba perdiendo 2-0 salió con todo a buscar el partido y se descuidó atrás. Cuando logró el 3-2, que parecía preceder a una remontada épica, hizo lo mismo: se lanzó hacia adelante y acabó perdiendo 4-2.

4. No saber que el árbitro también juega. Digamos que es un consejo extraído del antifútbol: ‘trabajar’ al árbitro también es una responsabilidad de los jugadores. Lo hicieron los chilenos durante todo el partido y en los últimos minutos se escuchó una voz en el banco peruano que desnudó la situación: ¿Quién arbitra? ¿El árbitro o el 10 de Chile?. Hay un punto medio que puede resultar interesante: presionar al árbitro sin que sus errores te saquen del partido. Perú no hizo ni lo uno ni lo otro.

5. Llegar confiados. Y no nos referimos solo a los jugadores, sino también a la gente. Markarián ha dicho más de una vez que las Eliminatorias es una carrera de fondo donde cuentan muchos los momentos. Esa frase trillada que dice que por ganar no somos los mejores y que por perder tampoco somos los peores, debería quedar grabado en nuestro inconsciente colectivo.