Miguel Ángel Russo dirigió su último partido ante Inter de Porto Alegre de Brasil. (Foto: GEC).
Miguel Ángel Russo dirigió su último partido ante Inter de Porto Alegre de Brasil. (Foto: GEC).
Redacción DT

Por Marco Quilca León pisó suelo peruano un 4 de enero. El clima veraniego armonizaba con la amplia sonrisa que se dibujaba en el rostro del técnico argentino en el aeropuerto Jorge Chávez y con la ilusión del pueblo aliancista. Un entrenador campeón de América –ganó la Copa Libertadores con Boca Juniors en el 2007- iba a dirigir a . Un buen porvenir se respiraba en los pasillos del estadio Alejandro Villanueva.

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La llegada del entrenador argentino tapó la desorganización y apresuramiento con el que se hicieron las cosas tras la sorpresiva salida del ex técnico Pablo Bengoechea. El uruguayo había acordado su renovación y pedido a la mayoría de jugadores que ahora integran el plantel aliancista, pero un problema familiar lo obligó a regresar a su país, junto a su madre.  

Como consecuencia de todo, Miguel Ángel asumió como entrenador de un equipo prácticamente armado. Y así lo dio a entender desde el momento en que fue presentado. “Estoy informado de los refuerzos y hemos dado el visto bueno”, dijo en la sala de prensa de Matute.

Desde que se puso el buzo blanquiazul, Russo ha dado pistas de su disconformidad con Alianza Lima y el entorno que lo rodea: el fútbol peruano. El no trabajar a gusto hizo que, luego de diez partidos sin conocer la victoria, el argentino deje el club íntimo de manera oficial con números que pueden ser tomados como un fracaso: 17 partidos, 4 victorias, 9 derrotas y 4 empates.

A continuación detallaremos y explicaremos las frases con las que Miguel Ángel profetizaba su salida de Matute antes de tiempo.

Tras un buen arranque de temporada (Alianza había jugado 5 partidos y ganó 3), el elenco íntimo quedaba listo para el debut en la Copa Libertadores ante River Plate. Sin embargo, Miguel Ángel Russo se quejaba de la Federación Peruana de Fútbol por el calendario del Apertura de la Liga 1. Aquella vez fue la primera que culpó al ente organizador del certamen por no darle facilidades para encarar mejor la Copa postergando su partido del torneo local. No fue el único dardo que le lanzó a la FPF.

El estratega siempre pidió abiertamente la falta de recursos para jugar dos torneos a la par. Alianza en marzo (26 días) jugó siete encuentros y con un plantel reducido. En comparación a sus rivales en la Libertadores, el elenco victoriano solo tenía 20 futbolistas a disposición. River contaba con 21, y Palestino e Inter de Porto Alegre con 23.

Luego de sufrir un empate sobre la hora ante Deportivo Municipal, estando 2-0 arriba, Russo le achacó la responsabilidad del resultado a sus jugadores en conferencia de prensa. No dijo nada que no fuera cierto; sin embargo, lo ideal es que la crítica se dé dentro del vestuario. Si un técnico debe ponerle el pecho a las balas, aunque no sean dirigidas a él, Russo hizo todo lo contrario.

Alianza Lima perdió un clásico ante Universitario después de dos años. Cortó una racha de seis partidos conseguidos con Pablo Bengoechea. El equipo íntimo estuvo a punto de empatarlo en los último minutos, pero se vio desgastado físicamente. Sin embargo, Russo no hizo un solo cambio. El técnico dejó en claro, básicamente, que no tiene más de once jugadores. Fue un mensaje contundente a la dirigencia por no traer los refuerzos que pidió.

La última derrota, ante Inter de Porto Alegre, fue la gota que rebalsó el vaso. El argentino prácticamente minimizó frente a cámaras la capacidad de sus propios jugadores. Es cierto, D'Alessandro es de los últimos '10' clásicos que hay en el continente, pero habría que preguntarle a sus futbolistas cómo se sintieron con dicho comentario.

Nadie pone en tela de juicio la carrera de Miguel Ángel Russo. Ganador de una Copa Libertadores con Boca Juniors en el 2007, semifinalista del mismo torneo y de la Copa Sudamericana con Universidad de Chile y Vélez Sarfield, respectivamente. Para llegar a tener el éxito del entrenador hay que ser bueno. Sin embargo, la manera de expresarse de sus dirigidos no fue la mejor. Aún peor exponiéndolos públicamente. Si tuvo molestias con los jugadores porque él no los eligió, lo mejor hubiera sido no aceptar la oferta y así evitar las excusas innecesarias a un fracaso rotundo. 

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