El escritor Mario Vargas Llosa, flamante ganador del Premio Nobel de Literatura 2010, es un apasionado del fútbol. Varias de sus obras están dedicadas al balompié mundial e, incluso, es un hincha confeso de Universitario de Deportes.

El propio escritor ha confesado en su obra “El Pez en el agua” que desde pequeño ha sido hincha del equipo crema, al que vio por primera vez en el terreno de juego un día de 1946 cuando apenas tenía 10 años de edad.

Aquella ocasión, Vargas Llosa se enfundó en la camiseta de su equipo favorito en el Estadio Nacional para apoyarlo ante Alianza Lima en el clásico. De hecho, el último partido que vio en Lima fue otro clásico, el año pasado, en la final del campeonato 2009 con victoria crema.

De hecho en enero de este año, el autor fue nombrado como socio honorario de la ‘U’, y ahí confesó ser “hincha hasta la muerte” del equipo merengue.

El ganador del Premio Nobel 2010 participa en como Presidente de la Cátedra Real Madrid desde donde trata de expresar la forma como el deporte, y en específico, el futbol influyen de manera directa sobre la sociedad.

Vargas Llosa también mostró su admiración por el club Cienciano, campeón de la Copa Sudamericana 2003 y la Recopa 2004, en un artículo publicado en la revista peruana Etiqueta Negra.

VIO JUGAR A PELÉ Definido como un mediocampista, Vargas Llosa es tan apasionado del futbol que durante su luna de miel en Rio de Janeiro, asistió a un partido que enfrentó a las selecciones de Brasil y Alemania. Aquella ocasión el propio escritor recuerda haber visto por primera vez a Pelé y quedar impactado, para siempre de su extraordinario talento para el futbol.

“Fuimos unos días a Río de Janeiro y conseguimos entradas para poder ver a la Selección Brasileña contra Alemania. Jugó Edson Arantes ‘Pelé’, fue inolvidable. El futbolista más extraordinario que he visto. Un mito y una realidad”, declaró para el diario ABC de España en Julio del 2008.

En su ensayo ‘Los 11 titulares, Vargas Llosa define de manera perfecta lo que el futbol representa para la sociedad, destacando la necesidad de ídolos que la gente tiene y puede encontrar en el balompié.

“El culto al as del balompié dura lo que su talento futbolístico, se desvanece con este. Es efímero, pues las estrellas de futbol se queman pronto en el fuego verde de los estadios y los cultores de esta religión son implacables: en las tribunas nada está más cerca de la ovación que los silbidos”.