DANIEL SAN ROMAN (@dasanroman)

Desde el inicio, ni bien llegó a Lima, Peterhansel dijo que el rival a vencer era el sudafricano De Villiers, hoy segundo en la clasificación. Ni Nasser Al-Attiyah con su buggy hecho para ganar, o Gordon con aquella letalidad lenguaraz, pero poca precisión a la hora de las dunas, le mereció mayores atenciones en la previa. Así le deseó buena suerte al catarí, celebró el regreso de Sainz y atinó a responderle al norteamericano, que siguió con la cantaleta que los Mini parecían vehículos de damas, con un contundente: Prefiero un auto de mujeres que uno que no gane. Desde ahí no habló más y se echó a rodar.

El buggy nunca brindó seguridades. Llegaron muy apretados al Dakar y ni Sainz o Al-Attiyah sabían que le podían ofrecer. Cualquier anormalidad se volvía una alerta. Sainz se quejó, tras el mini tramo inaugural de Pozo Santo, que el vehículo recalentaba mucho y todos se asustaron. Cualquier sutileza era preocupante. Lo único que se sabía, a ciencia cierta, era que sobre dunas le iba a ir mejor que en territorio franco como consecuencia de ser un vehículo de tracción simple y no uno de doble tracción como sus rivales. Hoy Sainz está fuera y Nasser inmovilizado. Bien decía Carlos Sainz que este es un proyecto de tres años, que aún era muy pronto para ganar y que el auto era un misterio más que una amenaza. El madridista será poco carismático pero nunca se va con rodeos.

Entre los cuatro primeros puestos de la clasificación de camionetas, tres son Minis. Mientras Peterhansel vive holgado en la punta, con 49 minutos y 31 segundos de ventaja, De Villiers está más preocupado del retrovisor que del parabrisas. No es para menos: Novitskiy está tercero a solamente siete minutos del sudafricano.

¿Qué se viene? Un Peterhansel conservador sobre caminos que ya conoce bien. El año pasado sufrió en Perú y hoy esos tramos ya se corrieron. De Villiers sabe que tener al francés a casi cincuenta minutos lo hace prácticamente inalcanzable siempre y cuando el Mini no lo traicione (algo imposible tomando en cuenta que el vehículo ha sido un reloj). Es seguro que los compactos quieren llenar el podio de Santiago y esto provocará que De Villiers tenga que preocuparse de los embates que Novitskiy y Roma más que de atacar a Stéphane que parece tener todo armado para sumar su undécima victoria y ampliar su condición de mito.

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