Ricardo Gareca se reunirá con Edwin Oviedo para finiquitar los últimos puntos del contrato. (Video: El Comercio/Foto: AFP)
Ricardo Gareca se reunirá con Edwin Oviedo para finiquitar los últimos puntos del contrato. (Video: El Comercio/Foto: AFP)
Ricardo Montoya

En tiempos en que, con justificadas razones, se ha adueñado del corazón del país, subrayar una contradicción suya es casi una herejía. El técnico de la ha labrado, pacientemente, un perfil impoluto de profesional capaz y de hombre de bien. Sus actos ofrecen, normalmente, la sensación de estar apareados con el seso activo, con la integridad personal, y con una lealtad a sus emociones inquebrantable. Por eso, repito, señalar en el Perú que el adorado Gareca ha cometido un error supone siempre el riesgo de enfrentar el fastidio de aquellos que piensan que sus ídolos no pueden equivocarse. Creemos que el ‘Tigre’, esta vez, falló un gol debajo del arco.

“Yo solo pongo las manos al fuego por mis hijos”, fue una de las máximas iniciales de Gareca durante sus primeros años al mando del equipo de todos. En esa etapa primigenia evitó, con prudencia, entrometerse en el siempre escabroso ambiente político o dirigencial del balompié patrio. Tenía claro que, siendo empleado de la federación, sus palabras podían ser malinterpretadas como favorables o sesgadas para el ente que lo contrató. En ese sentido, destinó el grueso de sus fuerzas a cautelar el buen funcionamiento futbolístico y emocional del jugador peruano. Su tarea y su legado en ese aspecto han sido inconmensurables. Y por eso siempre le estaremos agradecidos.

Sin embargo, durante los últimos tiempos, el ‘Tigre’ ha olvidado que el zapatero debe abocarse a sus zapatos y ha empezado a opinar sobre aspectos que no le corresponden. Por ejemplo, una vez dijo en una conferencia: “Acá una persona va preso y después se ve si es inocente”. A Ricardo le asiste el legítimo derecho de verter su opinión.

Lo contradictorio es que el propio estratega argentino repitió en varias ocasiones que en estas cuestiones espinosas no se iba a involucrar. Sabe, y no debiera olvidar, que la palabra de alguien como él, entronizado por el cariño popular, es muy poderosa e influye en la opinión de la gente.

Lo que uno presume es que este apoyo implícito a Oviedo y a la federación, de parte del entrenador de la Rojiblanca, tiene que ver con la percepción global y positiva que tiene él de lo que se ha hecho.
Y hasta cierto punto le asiste la razón. No son pocos los logros que ha alcanzado el fútbol nacional bajo la gestión de Oviedo. Eso, sin embargo, no quiere decir, de ninguna manera, que deban seguir gobernando las mismas personas, cuando sus mandatos están próximos a expirar y también porque la reelección está prohibida por la ley. Además, Oviedo debe todavía esclarecer algunas cuestiones legales pendientes.

Acierta Juan Matute, secretario general de la FPF, en eso de que “el buen trabajo tiene que continuar”. Sin embargo, donde yerra Matute es en la creencia de que son ellos mismos quienes tienen que proseguir con la obra en marcha. En este panorama, con amenaza de la FIFA incluida, cabe preguntarse qué tiene la federación que todo el que asume el poder ya no quiere abandonarlo. Esto inevitablemente nos recuerda la época en que Burga no quería abandonar su cargo bajo ningún motivo.

En todo caso, y volviendo al entrañable seleccionador peruano, creemos que su rol es otro. Ese que tiene que ver con ese aluvión de conocimientos tácticos, técnicos, estratégicos y motivacionales que posee y que nos regala diariamente. Eso fue de lo que él dijo que se ocuparía desde un principio. A eso vino. Sabemos, y esperamos, que Gareca siga siendo tan consecuente con sus palabras como lo ha venido siendo hasta ahora.

Contenido sugerido

Contenido GEC