“El de esta noche, para el peruano común, no es un partido más. Ganarle a Chile hoy supone ahuyentar fantasmas y alimentar nuestra autoestima. Es tiempo de escribir una historia nueva”. (Foto: USI)
“El de esta noche, para el peruano común, no es un partido más. Ganarle a Chile hoy supone ahuyentar fantasmas y alimentar nuestra autoestima. Es tiempo de escribir una historia nueva”. (Foto: USI)
Ricardo Montoya

Le guste o no al hincha nacional, cualquier aficionado chileno tiene el derecho, deportivo por supuesto, de llamar “hijo” suyo al equipo peruano. Causa molestia, pero las estadísticas avalan esa patria potestad. De los últimos trece partidos entre su selección y la Blanquirroja, el equipo de la Estrella Solitaria resultó victorioso en doce de ellos. El único éxito patrio ocurrió el día en que el inolvidable Peredo aludió en voz alta a la mamacita de Jefferson Farfán Guadalupe para relatar emocionado el único gol del partido.


La cosa se pone peor si uno revisa que, aun en la época de gloria futbolística peruana, la década de los 70 e inicios de los 80, tampoco pudo sacarle ventaja a los vecinos del sur. Dentro de ese lapso, entre el 70 y el 83, Perú se impuso 5 veces, cayó 4 y empató los otros tres encuentros.


Lo doloroso de esos recuerdos es que Chile evitó que tras México 70 el Perú de Cubillas, Challe y Chumpitaz revalidara su calidad en el Mundial de Alemania. Luego, también fue Chile la encargada de apagarle la ilusión al pueblo incaico en la Copa América del 79. Aquella vez el olfato goleador de Carlos Caszely eliminó a la selección peruana, que por entonces era el monarca continental.


Con el paso del tiempo la paternidad se ha ido afirmando y el llamado clásico del Pacifico ha dejado de serlo, por lo menos, en cuanto a paridad numérica. Ya no ha habido episodios deplorables como el de la eliminatoria del 98 en Santiago.


Asombrosamente, el futbol mapuche, Bielsa y Sampaoli mediante, dio un salto de calidad que lo llevó la cúspide de Sudamerica. La selección peruana, por su parte, anduvo errática e incapaz de hacerle frente cada vez que les tocó verse las caras. Los números no admiten discusión: Chile le ha ganado al Perú 23 partidos más.


En esa cifra radica otro de los desafíos del “milagroso” Ricardo Gareca. De momento, su récord contra los mapuches arroja saldo negativo: ha perdido las tres veces que enfrentó a La Roja. Lo esperanzador, es que con Ricardo siempre hay una ilusión. Este grupo bajo su mando ha aprendido a nadar contra la corriente. Hoy, por ejemplo, los hinchas peruanos saben que más allá de algunas ausencias importantes, el grupo mantiene una filosofía de juego que excede a sus intérpretes circunstanciales. Esta selección no “arruga” nunca.


Para este grupo, el partido en Miami contiene un desafío particular, el de empezar de a pocos a torcer una historia que nos ha sido esquiva. Es más, si uno analiza la última vez que este plantel fue claramente superado, fue frente a Chile en Santiago por las clasificatorias.


El reto es enorme y comprometedor. El de esta noche, para el peruano común, no es un partido más. Ganarle a Chile hoy supone ahuyentar fantasmas y alimentar nuestra autoestima. Es tiempo de escribir una historia nueva.

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