Cueva y Guerrero, dos pilares de la selección nacional. (Foto: Jesús Saucedo)
Cueva y Guerrero, dos pilares de la selección nacional. (Foto: Jesús Saucedo)
Miguel Villegas

El 26 de junio del 2018, tras ganarle a Australia con goles de Carrillo y Guerrero, Perú quedó eliminado del Mundial. Son las cinco palabras más crueles que he escrito en los últimos 12 meses. Pero como esto sigue, hay que levantarse y caminar. Y como esto es breve –todo es breve–, la derrota acaba con la noche y la revancha aparece a la mañana. Treinta y seis años haciendo este ejercicio sirven para saber que, en la alegría más increíble y en la tristeza más grande, solo sirve mirar el futuro.

El futuro ya llegó: luego de 55 partidos, 25 triunfos, 11 empates y 19 derrotas, un ciclo Eliminatorio que terminó en Rusia y un proceso de recambio en Videna que acabó con Vargas y Pizarros para sumar a Traucos y Flores, Ricardo Gareca inicia con Perú desde el 15 de junio su tercera con la gran misión de superar todo lo jugado y lo vivido. Todos sabemos qué significa superar el tercer lugar del 2015.

Gareca no es el mismo que llegó en el 2007 a la ‘U’ ni el que estaba eliminado todo el primer año de Eliminatorias 2018, ni el que perdió sus dos primeros partidos en Rusia. El ‘Tigre’ es hoy un técnico mundialista, es decir, un entrenador top que cotiza distinto en la bolsa e ingresa en la órbita de selecciones que en otro tiempo ni siquiera lo hubiera mirado. No pudo ir a Argentina, no lo convenció Colombia y renovó con Perú, desde la conciencia de un plan megaambicioso –profesionalizar todas las categorías de menores, crecer en infraestructura, aislarse del barro que trajeron los mismos dirigentes que lo contrataron– y un hito que hizo 28 de julio todos los días desde la clasificación: llevar a Perú al Mundial y presentar un equipo así de combativo en el torneo. Superar eso es una proeza. Es escalar el Himalaya dos veces.

Sin Paolo, Jefferson, Carvallo y Rodríguez, este Perú 2019 tiene un promedio de 25 años y monedas. Es decir, tiene una Eliminatoria más, mínimo. Es decir, podría llegar a Qatar con ocho años de juego, dos procesos mundialistas para toparse con errores de todos los tamaños y tiempo para corregirlos. Ligada a la renovación de Gareca, la selección peruana necesita continuidad y un plan de competencia que incluya, además de la Copa América de Brasil el próximo año, un calendario acorde con su nueva condición en los ránkings FIFA: más rivales como Alemania –derrota pero lecciones– y menos parecidos a Trinidad.

Parte de ese proyecto es la Copa América 2019 ante Venezuela (15/6, 2 p.m.), Bolivia (18/6, 4:30 p.m.) y Brasil (22/6, 2 p.m.), el cardíaco partido de cuartos, la semifinal y la puerta a ganar la Copa. Ganarla es un deseo, una aspiración, una estación a la que se debe querer llegar. Quienes quieren verlo como la-pesada-carga-que-los-periodistas-quieren-montarle-a-la-selección son los mismos que contratan a entrenadores muy presentables en casa, pero tan vergonzosos en una Libertadores. Son los mismos que están conformes. Yo no. Bueno y como no importa lo que diga un hombre que no juega ni hace goles, que lo diga mejor quien sí los ha hecho todos: Paolo Guerrero. “Claro que es posible ganar la Copa América”.

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