"Golpe de revés al destino", por Ricardo Montoya [OPINIÓN]
"Golpe de revés al destino", por Ricardo Montoya [OPINIÓN]

Por fin, ha sometido a sus demonios. Los ajenos y los propios. De no haberse coronado de la forma en que lo ha hecho en Australia siempre hubiese quedado sobre su cabeza una cuenta pendiente. Y un ligero halo de desconfianza sobre su fortaleza mental y sobre su revés, cuando se le insiste con pelotas altas.

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Roger, ya en el supuesto ocaso de su brillante carrera, aprendió a tolerar mejor la frustración y a sostenerse ante las olas que anuncian los naufragios. Además, convirtió ese revés, su vulnerable talón de Aquiles en el pasado, en su mejor herramienta de combate. Por lo menos así fue en la final del domingo. Eso hacen los favoritos del destino, acallan las críticas con actuaciones inapelables. ¿Alguien puede hablar ahora de la fragilidad mental de Roger? ¿Y se le puede enrostrar ahora el nombre de Nadal como síntoma de su vulnerabilidad psicológica? Los grandes responden categóricamente y no dejan margen para la duda. Se tornan indiscutibles.

Lo anterior, a propósito de las declaraciones de Mario Alberto Kempes que acaba de expresar, como Luis Enrique, Guardiola y tantos más, que Messi hace con el balón lo que nadie ha hecho nunca; que su nivel de habilidad es ampliamente superior a la de Maradona, Pelé y Di Stéfano. Quizás le asista la razón. Leo, como bien escribía Galeano, no lleva la pelota pegada al pie sino dentro de ella. Su habilidad es inigualable. ¿Eso, y la cátedra que dicta semana a semana con el Barza, le alcanzan para ser el mejor de la historia? Creemos que no. Y no es el mundial que le falta ganar la razón que lo argumenta. Es su rendimiento con la selección de su país en los momentos claves. Leo ha estado cuatro veces en la instancia decisiva con la Albiceleste y no ha podido convertir ni un gol. Repasemos: 1. En la Copa América de Venezuela del 2007, la favorita Argentina no pudo con el Scratch; y el joven Messi pasó desapercibido. Aquella vez, los platenses del Coco Basile cayeron por 3 a 0 contra la eficaz escuadra de Dunga; 2. Siete años más tarde, en la final de la Copa del Mundo en Brasil, Messi, sin jugar un mal partido, no estuvo a la altura de sus antecedentes e, inclusive, desperdició una clara ocasión de gol. Después Götze, al minuto 113, sofocaría las ilusiones argentinas de llegar a los penales contra Alemania; 3. Final de la Copa América de Chile del 2015, otra caída. La escuadra dirigida por Sampaoli maniató a los gauchos y forzó la llegada a la definición desde los doce pasos, en un encuentro cerrado. Messi, bien controlado por los defensas mapuches, poco pudo hacer para impedir, otra vez, la definición por la vía expeditiva. Dos recuerdos asoman raudos de ese partido: el fantástico servicio de Leo, que Higuaín no pudo transformar en gol; y la artera falta de Medel contra la ‘Pulga’ que el árbitro solo castigó con amarilla; 4. Copa América Centenario en EE.UU. un año después, más de lo mismo. Leo, muy bien marcado, hizo solo un partido correcto. No le alcanzó a la Argentina y, otra vez, a los penales. Así se decidió el destino del trofeo continental. En el instante crucial, Messi le entró muy abajo al balón y falló el primer disparo de su país. Él no fue el responsable de la debacle, Argentina hizo méritos para ganar, pero ciertamente tampoco fue el astro decisivo que habitualmente es cuando se viste de blaugrana.

Hay quienes argumentarán que el fútbol es un deporte colectivo; y tienen razón. Pero el fútbol, como dice Jorge Barraza, se juzga desde el prisma de la eficacia. Y lo concreto es que Messi en las finales que ha disputado con su nación ha estado lejos de ser él mismo.

Todavía le queda tiempo para despejar cualquier duda. El Mundial está a la vuelta de la esquina y, quién sabe, Leo, como Federer, termine por fin convirtiéndose en otro indiscutible. El tiempo sigue corriendo. 

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