Víctor Gobitz dice que Michiquillay no es necesariamente un proyecto para Minas Buenaventura. (Foto: El Comercio)
Víctor Gobitz dice que Michiquillay no es necesariamente un proyecto para Minas Buenaventura. (Foto: El Comercio)
Juan  Saldarriaga

Los mejores precios de los metales animan a los productores mineros a retomar sus proyectos, pero sin perder la cautela. En el caso de , eso significa apostar por lo que tiene más a la mano: las ampliaciones de minas. y Uchucchacua (plata) forman parte de este esfuerzo, mientras maduran dos proyectos ambiciosos: San Gabriel (oro) y Trapiche (cobre). De esto y del interés de Buenaventura en Cobriza y Michiquillay, conversamos con Víctor Góbitz, CEO de la minera peruana.

¿Cómo va la ampliación de Marcapunta (Pasco), que es el proyecto más avanzado de Buenaventura?
Está marchando bien. Marcapunta es una mina subterránea de cobre que pertenece a Sociedad Minera El Brocal (61,32% de Buenaventura). Hoy procesamos 8.000 toneladas por día (tpd) de mineral y estamos desarrollando un proyecto para ampliar ese volumen a 13.000. Pensamos concluirlo en el último trimestre de este año.

¿Cuánto invertirán en el proyecto?
Entre US$20 millones y US$30 millones. Es una inversión pequeña porque se trata de un brownfield, es decir, de un proyecto que toma ventaja de la infraestructura existente. Eso significa que no invertiremos en otra planta concentradora, cancha de relaves, campamento o energía. Solo en la mina.

¿Duplicarán producción en Marcapunta?
Claro. Pasaría de ser una mina de 8.000 tpd de capacidad a una de 13.000 tpd en una primera etapa. La etapa final es convertir Marcapunta en una mina de 20.000 tpd.

El Brocal se caracteriza por ser un productor polimetálico. ¿Qué pasará con su producción de zinc y plomo?
El Brocal se transformará en un productor cien por ciento de cobre. Esa es la meta.

¿Qué ocurrirá con el tajo abierto que produce zinc y plomo [El Brocal tiene dos minas]?
En el largo plazo solo produciremos cobre en El Brocal. Eso quiere decir que detendremos la operación en el tajo abierto y dejaremos de producir zinc y plomo.

Es un cambio fundamental. ¿Cuándo se cerrará esa transición?
Estamos estudiando cuándo. Tenemos que desarrollar un diseño muy maduro, porque es el futuro de El Brocal.

El siguiente proyecto de Buenaventura es Yumpag (Lima), otro brownfield. ¿Cómo avanzan allí?
Yumpag es un proyecto que dista 5 kilometros de Uchucchacua (la mina de plata más grande del país). Este año desarrollaremos una rampa que nos permitirá explorarlo con detalle. Tenemos la posibilidad de convertirlo en una mina satélite de Uchucchacua.

¿Cuánto estiman invertir en Yumpag?
Al igual que Marcapunta, será un proyecto con baja inversión de capital, porque usaremos la infraestructura de Uchucchacua. Producirá lo mismo que esta mina: plata, plomo y manganeso [subproducto que resta valor al concentrado]. Pero el problema del manganeso lo resolveremos enviándolo a nuestra planta de Río Seco (Lima) para procesarlo allí. Eso permitirá diseñar un proyecto que aportará mineral para ampliar Uchucchacua.

¿Cuánto mineral aportará?
Si no me equivoco, tenemos más de 20 millones de onzas de plata en recursos.

¿Cómo se desarrollaría Uchucchacua con esto?
Uchucchacua opera una planta con capacidad de 4.000 tpd. Nuestra visión es desarrollar un proceso por etapas. Es decir, pasar primero a 5.000 tpd y después a 6.000.

¿Uchucchacua crecería en 50%?
Ese es el plan. Aún no manejamos un cronograma, pero esa es la visión con la que trabajamos.

Pasando a los proyectos greenfield [con infraestructura inexistente], ¿cómo va el desarrollo de Trapiche?
Planeamos invertir entre US$15 millones y US$20 millones para llevar el proyecto a prefactibilidad este año. Es el mismo caso de San Gabriel (Moquegua). Ambos irán a prefactibilidad en el 20018 y a factibilidad en el 2019.

En el conference call de los resultados del primer trimestre señalaron que faltaba resolver el tema social en Trapiche. ¿Es así?
Sí. Tenemos conversaciones muy avanzadas con la comunidad de Mollebamba. Esperamos cerrar un acuerdo de largo plazo con ellos en este año.

¿No es un asunto relacionado con la consulta previa, como en el caso de Corani?
No. Ese no es nuestro caso.

Y en San Gabriel, ¿qué falta para la prefactibilidad? ¿Hay un problema técnico?
El único problema con San Gabriel es la mala calidad de la roca. Es muy suave, y tenemos que definir un método de minado que nos asegure bajos costos de operación, seguridad para la explotación y un nivel de producción estable. Todo se reduce a un problema de geomecánica.

¿Después de resolver ese problema, continuarán con la prefactibilidad?
No. Ese es el principal foco del estudio de prefactibilidad: ¿cómo resolvemos esa interrogante? Todo lo demás es sencillo. La geología de San Gabriel es conocida, tiene importantes reservas de oro [2,2 millones de onzas] y requerirá un sencillo proceso metalúrgico. Pero tenemos este problema geomecánico.

¿Cuánto van a invertir este año en exploración y en mantenimiento de sus minas [once, en total]?
La inversión está en el orden de US$200 millones, de los cuales US$20 millones corresponden a exploraciones greenfield que no tienen relación con los proyectos Trapiche o San Gabriel.

¿Cuánto invertirán si incluyen San Gabriel y Trapiche?
Es difícil poner cifras, porque ambos proyectos podrían competir. Pero cada uno debe estar en el orden de los US$500 millones a US$700 millones.

¿Competirán uno contra otro?
No necesariamente. Eso va a depender de la situación financiera de la compañía.

Otra oportunidad de inversión para Buenaventura es Cobriza. Ustedes estaban voceados como postores ¿Por qué no pujaron en el último remate?
Lo que pasa es que la Junta de Acreedores de Doe Run decidió transferir el activo a los trabajadores metalúrgicos.

Pero ellos aún deben de formalizar su oferta y asociarse con un inversor.
Claro. Pero creemos que ese no es el camino más adecuado. Doe Run entró en crisis hace nueve años y en ese lapso dejó de explorar el yacimiento. En vez de eso, se dedicó a subsidiar las planillas de la empresa con los ingresos de Cobriza. Han descapitalizado la mina, que hoy tiene un nivel de reservas bien bajo, y eso hace que su valor sea muy reducido.

¿Vale menos que los US$70 millones del último remate?
Mucho menos que ese precio.

¿Qué propuso Buenaventura?
Nuestra propuesta era obtener una opción de compra para invertir en exploración a cuenta y riesgo nuestro, porque hay un hueco de reservas generado desde el 2009. La idea era ganar reservas para dar visibilidad al proyecto, ejecutar la opción y comprar la mina. Eso era lo lógico para crear un negocio sostenible. ¿Lo podrán hacer los trabajadores? Esa es una preocupación.

¿Si los trabajadores no compran Cobriza, volverán ustedes a intentarlo?
Cobriza es un activo de cobre interesante para nosotros y para cualquier empresa, pero nueve años de dejadez le han quitado lógica al negocio. Ningún postor va a pagar un cheque en blanco por la mina y cerrar los ojos. Así no funciona el mundo.

Otra oportunidad para Buenaventura es Michiquillay. ¿Estarían llanos a desarrollar el proyecto con Southern Copper?
Sí. Entre las estrategias de crecimiento de Buenaventura están las asociaciones. Tenemos una con Southern en Minera Coimolache [que explota la mina Tantahuatay]. Estaríamos más que contentos en asociarnos con ellos, pero es decisión suya. Si no nos invitan a la fiesta, no podemos hacer nada (risas).

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