En un mundo en el que nos tocó votar más tarde, tomar posiciones de liderazgo a destiempo, en donde seguimos peleando por ser escuchadas y en donde nos siguen arrastrando física y emocionalmente por los suelos, toca dar la batalla.
En un mundo en el que nos tocó votar más tarde, tomar posiciones de liderazgo a destiempo, en donde seguimos peleando por ser escuchadas y en donde nos siguen arrastrando física y emocionalmente por los suelos, toca dar la batalla.
Redacción EC

Las peruanas crecemos en un entorno complejo, aprendiendo a avanzar en posición de defensa e intentando detectar el machismo encapsulado en una sociedad que se ha formado en torno a la aceptación de lo inaceptable.

Cada vez que llega el mes de marzo, las mujeres peruanas tenemos más espacio en los medios por ser el . Para mí, no es otra cosa que un reflejo de los espacios limitados que tenemos en nuestro país. Quiero aclarar, además, que no se trata de exacerbar el feminismo, se trata de justicia.

Si lo llevamos al mundo de la mujer trabajadora, la profesional, la situación se complica más aun. Pareciera que cada marzo nos recuerda que las condiciones no cambian, que los salarios no se equiparan a los de la contraparte masculina, que los estereotipos no se rompen. A lo largo de mi carrera, he venido escuchando que las mujeres faltan más al trabajo, porque surgen problemas con los hijos, que se enferman más, que son intratables cuando les viene la regla, que alcanzaron su puesto por algún ‘favor’ otorgado en el camino.

Si me pongo el sombrero de gerente de una empresa, solo me queda decir que nada es más gratificante que combinar el talento. La presencia de mujeres preparadas enriquece los debates, da nuevos puntos de vista y agudiza el análisis. De más está decir que todo lo expuesto en el párrafo anterior no sucede en la vida real. Por el contrario, quienes demuestran más respeto por el trabajo en mi experiencia son las mujeres.

En un mundo en el que nos tocó votar más tarde, tomar posiciones de liderazgo a destiempo, en donde seguimos peleando por ser escuchadas y en donde nos siguen arrastrando física y emocionalmente por los suelos, toca dar la batalla. Mi batalla empieza todos los días en la oficina y continuará como reivindicación a todas la mujeres talentosas de mi familia y de mi industria.

*Ximena Vega Amat y León es CEO de Claridad Coaching Estratégico.

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