(Foto: El Comercio)
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Paola Villar S.

En el 2000, el contador de Jorplast –empresa dedicada a la fabricación de productos de plástico– se fugó a Italia luego de engañar a la familia Orosco, dueña de la compañía, sobre el pago de impuestos a la Sunat. Dejó una deuda de S/280.000. , su actual gerente general, cuenta cómo lograron superar ese negro episodio.

— ¿Cómo lograron percatarse de que un trabajador les robaba?
Mi hermana fue quien se dio cuenta de aquel robo con ayuda de su profesor, pues entonces estudiaba Administración y Finanzas. Mi padre en ese momento era una persona muy cerrada, no nos veía como quienes podíamos tomar decisiones en la empresa.

— Pero eso tuvo que cambiar.
Así es. Finalmente, mis hermanos lograron que reconociera el robo. Una de las decisiones que tuvimos que tomar –una muy difícil– fue pedirle a mi padre que diera un paso al costado, porque fue él quien le dio todas las potestades a la persona que nos robó. Eso generó problemas no solo en la empresa, sino en el hogar.

— ¿Qué tan complejo fue convencerlo?
Nos tomó medio año. Trajimos a un abogado para que realizara la transferencia de toda la parte administrativa a mis hermanos mayores. No fue fácil, pero [mi padre] decidió hacer lo correcto.

— Luego de este problema, ¿cómo lograron arreglar sus finanzas?
Fue complejo manejar la dimensión real de la deuda que teníamos con la Sunat. En esa época yo era el menor y apoyaba con las ventas. Y aunque mi padre ya no estaba, quería continuar interviniendo y se oponía a las decisiones que mi hermana tomaba para solventar y pagar las deudas. Esos conflictos mellaron en la salud de mi hermana y decidió retirarse de la empresa.

— ¿Y fue ahí donde usted adoptó un rol más activo?
Sí. Ingresé a la gerencia en el 2012. Seguíamos pagando deudas y tuvimos que tomar préstamos con terceros para seguir trabajando.

— ¿Qué significó asumir este reto?
Yo estudié márketing. Desconocía un 80% del tema gerencial; no sabía de finanzas. Pero no pensaba quedarme con los brazos cruzados. Decidí capacitarme y fue a través de eso que adquirí muchas herramientas financieras. Otro de mis motores fue mantener ese legado que es Jorplast. No quería buscar un gerente tercero. Me sentía comprometido no solo a reflotar la empresa, sino a sanar las heridas de la familia. Gracias a Dios, las decisiones que se tomaron lograron que la empresa reflote.

—Ahora que superaron estos años complicados, ¿cómo recibe el reconocimiento de Líder Empresarial del Cambio?
En los pocos años que estoy al mando, pasamos de S/2 millones en ventas mensuales a S/8 millones. En estos últimos cuatro años, hubo crecimiento, no solo por el equipo de trabajo, sino porque lanzamos productos nuevos y tecnificamos nuestros procesos. En esa línea, nos emocionó este premio y me sorprendió que el BCP apostara por las ideas que teníamos como empresa. Estoy muy agradecido y veo esto como una recompensa.

—¿Qué perspectivas tiene para la empresa?
De acá a 10 años, nos gustaría tener productos para la construcción con materiales plásticos. Por ejemplo, ladrillos de plástico, utilizando plástico descartable, para construir casas. Esto ya empezó en otros países y seríamos pioneros aquí. Así, demostraremos que el plástico es una buena inversión, es más barato y dura más.

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