JULIO ESCALANTE/DÍA_1

El escenario es el siguiente para el sector de textiles y confecciones: algunos países de la región asumen medidas para proteger su industria con el fin de impulsar su competitividad; las exportaciones peruanas caen por sexto mes consecutivo y las importaciones asiáticas, que son subsidiadas en sus países, ingresan en mayor volumen al Perú.

Pero, es la posible aplicación de dos medidas calificadas como “proteccionistas”, que están generando más de un dolor de cabeza a un grupo de empresas. Se trata, de dos procesos de investigación paralelos en los que Indecopi plantearía, por un lado, establecer derechos compensatorios (una sobretasa) al precio del algodón importado de Estados Unidos, por venir subsidiado y estar afectando la competitividad del algodón nacional. Y, por el otro, aplicar medidas antidumping a las prendas de vestir provenientes de la China.

Frente a estos hechos, cabe preguntarse: ¿es necesario aplicar algún tipo de medidas para proteger a los empresarios locales? Eduardo Ferreyros, gerente de Cómex-Perú, señala a Día_1 que las medidas de protección no generan competitividad real sino que, más bien, es el libre mercado aplicado en toda la cadena de insumos y de productores de prendas el que otorgará competitividad real al sector.

“Por años, el Perú ha utilizado medidas o herramientas de protección para impulsar sectores y las consecuencias han sido desastrosas. Perjudican no solo al libre comercio, sino también a los consumidores e incluso a los propios industriales que estarían en un entorno artificial”, precisa.

En el país, a pedido de las empresas o de oficio, Indecopi suele investigar posibles casos de dumping o subvaluaciones de importaciones, sobre todo asiáticas, que pueden dañar a la industria local. “La protección no es buena para nadie”, dice Martín Reaño, gerente del Comité Textil de la Sociedad Nacional de Industrias. “Lo que el Estado debe hacer es que las reglas del juego se cumplan para que el mercado sea transparente y no haya competencia desleal”, anota. Añade que no existen reglas proteccionistas que se puedan aplicar al mercado peruano, sino que lo que establece la Organización Mundial del Comercio (OMC) son medidas de defensa comercial ante acciones de competencia desleal de países o empresas.

Por ejemplo, en Colombia, se ha reducido el arancel de importación a 10% para un gran número de productos textiles, pero a la vez se ha aplicado un pago por kilo importado de 5 dólares. “No sé si la política económica peruana permitiría una medida similar, sin embargo los países están muy activos encontrando soluciones que eviten que la competencia sea desleal”, anota.

RIESGOS DE INGRESO Para Samuel Gleiser, presidente de la Cámara de Comercio de Lima, es necesario discutir la posibilidad de establecer medidas antidumping o derechos compensatorios para poner a todos en el mismo nivel. “Indecopi debe hacer su trabajo. Es urgente porque está disminuyendo la exportación y el consumo interno de productos nacionales frente a las importaciones del Asia”, precisa.

En la misma línea, Diógenes Alva, presidente de la Coordinadora de Empresarios de Gamarra, dice que la industria necesita ser protegida, pero apunta a que los organismos responsables corrijan los ingresos ilegales de prendas por las fronteras. “La Sunat fiscaliza a Gamarra pero, ¿ dónde está para vigilar el ingreso de productos que siguen una ruta por Iquique, Desaguadero y Leticia?”, pregunta Alva.

Eduardo Ferreyros cree también que hace falta enfrentar problemas como la informalidad, la subvaluación y el contrabando a partir de tener unas aduanas más potentes y modernas. “Estos delitos no suelen ser sancionados”, expresa.

Pedro Gamio, presidente del Comité de Confecciones de ÁDEX, dice estar en contra de cualquier medida proteccionista, pero si los insumos valen más que la prenda que ingresa al país, entonces es ilegal y en ese caso es Aduanas la que debe mejorar su trabajo. “Si optamos por alguna protección para las importaciones, otros mercados nos van a cerrar las puertas. Debe trabajarse en el libre mercado, porque eso es lo que nos ha hecho crecer”, sostiene.

La diversificación de mercados ha sido la mejor alternativa en los últimos años para no depender de una caída en las exportaciones hacia Estados Unidos. La industria de textiles y confecciones encontró buenas oportunidades en la región, pero Venezuela y Brasil, los destinos más atractivos, tienen hoy una serie de problemas. Pedro Gamio afirma que Venezuela fue una gran burbuja, porque había mafias que lucraban con el tipo de cambio más que con la exportación.

Eduardo Ferreyros suma a esta búsqueda de mercados la necesidad de flexibilizar más la legislación laboral para las empresas exportadoras de textiles y confecciones, que contratan personal de acuerdo a cómo se mueve la demanda externa. “Al margen de que haya más o menos ventas al exterior, el mercado interno siempre debe estar fortalecido”, refiere Martín Reaño.

Diógenes Alva cree que uno de los temas que necesita solución es incentivar el cultivo de algodón para tener un insumo con un precio más accesible en el mercado local. El algodón se ha vuelto un tema sensible, pues los empresarios aseguran que, de establecerse sobretasas para el algodón importado, sus costos se elevarían hasta un 10%, en el caso de algunos productos, lo cual haría inviable el negocio.

Reaño sostiene que esta decisión restaría competitividad en el mercado externo a la industria, pues el problema no se origina por la procedencia del algodón sino por una razón estructural de baja productividad de los cultivos en el Perú. Los algodoneros quieren superar esto con asistencia técnica y financiamiento.

Federico León y León, presidente de la Asociación Nacional de Productores de Algodón (ANPAL), indica que el algodón importado ingresa con ventajas que ellos no tienen (por eso es un reclamo justo, aunque esta vez Indecopi haya actuado de oficio) y cree que los industriales, contrariamente a lo que dicen, sí están en capacidad de asumir un mayor costo y seguir siendo competitivos.

Un informe de Cómex aclara el panorama: “si esta medida, de alegada protección al algodonero y que perjudica al confeccionista, viene en conjunto con otra investigación para sancionar y encarecer las confecciones de China, el escenario parece presentarnos un caso en donde las autoridades buscan satisfacer de algún modo a cada eslabón de la cadena de confecciones, pero terminan dañando a todas”.

Como vemos, una medida de protección depende mucho del lado desde el cual se mira y merece ser analizada con todas sus consecuencias.