CLAUDIA FERNÁNDEZ BARRETO

Si alguien sabe la clave del éxito de una pieza publicitaria, ese es el peruano Omar Sotomayor, quien ya se abrió camino entre los grandes profesionales en ese rubro.

¿Cómo te enteras de tu nominación en la lista de “Forbes”? En EE.UU. las compañías nominan a sus profesionales debajo de los 30 años. Sabíamos que estábamos nominados pero no pensábamos ganar. Cuando me lo dijeron, me pregunté: “¿Y por qué yo? Creo que se han equivocado [risas]”. Estoy muy contento pero siento gran responsabilidad porque hay expectativa por lo que vamos a seguir haciendo.

¿Y cuáles son los requisitos para estar en la lista? ¿Qué hiciste? Me pregunto lo mismo [risas]. Bueno, nos pidieron un resumen de lo hecho en Sudamérica y en EE.UU. para marcas grandes. Obtuvimos premios en Nueva York, Londres y Cannes: ahí ganamos dos años seguidos [2010 y 2011] la medalla de oro en la categoría de Jóvenes Talentos, eso le dio ‘background’ al jurado.

¿Cómo llegaste a la publicidad? Mis padres querían que estudiara Derecho pero me encantaba el cine y la literatura y pensé: “¿No sería lindo escribir historias para cine?”. Entro a Comunicaciones y entonces me muestran un ‘reel’ de lo que era Cannes: vi trabajos cinematográficos de un minuto y medio pero para vender algo, y la calidad era impecable. Me quedé impactado y me enamoré de la carrera de Publicidad.

¿Qué cosa crees imprescindible para un profesional de ese rubro? Es fundamental la autocrítica: saber que lo que estás creando no es lo mejor que puedes estar haciendo. Cuando es tu idea, siempre te enamoras de ella, por eso se trabaja en equipos, para que te avisen cuándo estás hablando piedras [risas].

¿Es verdad que los publicistas se la pasan echados pensando? En parte es verdad [risas]. Pero más allá de la idea del publicista relajado, es un ejercicio: tienes que vender lo que te han pedido, no se trata de pensar por pensar, hay mucho pensamiento estratégico.

¿Te imponen ciertos límites en tu trabajo o eres libre en las ideas? Sí, como el tono de la marca y el público objetivo. Con eso vemos el perfil de quien compraría el producto e intentamos llegar a la verdad de la milanesa [risas].

¿Dónde has trabajado antes? Luego de hacer mis prácticas fui a España a estudiar márketing digital, en el 2005. Volví y no había dónde trabajar: no había agencias digitales. Me metí a hacer publicidad BTL en una agencia chiquita. Le tengo mucho cariño a la gente de Incuba, porque empezamos de cero y en un año tuvimos clientes como Speedy, Fanta y Coca-Cola. Después me llaman de Circus Leo Burnett: aprendí mucho, ganamos festivales y representamos al Perú en Cannes. Ahí es donde nos conecta Lápiz Leo Burnett Chicago, en el 2010.

¿Alguna publicidad en la que hayas trabajado y que recuerdes? Sin duda, La tumbo de CPP. Tuve la suerte de estar en el equipo.

¿Cuántos fueron? Éramos 4. La idea era: la pintura CPP dura un montón, es la que dura más. Por ahí empezamos.

¿Y cómo manejan la presión del cliente? La presión viene de que sea clara la publicidad: esta pintura dura más, así que eso tiene que quedar claro. Así fuimos llegando a la idea de las dos casas, en paralelo, y fue saliendo el plano más tangible: lo peruano.

Está el cholo, el charapa, el negro ¿No te parece racista? ¿Qué cosa? ¿Que estén todos?

Que el negro tumba la casa [Risas] La razón por la que él estuvo ahí es que se le veía gracioso: el hombre mide 2 m, es enorme. Todos subieron a la maquinita, pero cuando lo subimos a él, entraba todo encorvado y se veía muy gracioso. Y cuando lo oyes decir: “¡La tumbo!” ¡Ah no, él es! [risas]. No tenía nada que ver con la raza, sino con que era el mejor para el papel. Cuando se lanzó, me fui de viaje y cuando regresé mis amigos y mi familia hablaban de eso. Es invaluable que, sin que supieran que trabajé en él, les gustara el comercial.

¿Cuál es la diferencia entre la publicidad en el Perú y en EE.UU.? Lo diferente es el proceso. Acá hay menos gente involucrada y dura menos. Allá puedes tardar un año y medio en llegar a sacar piezas al aire y los equipos pueden llegar a tener 30 personas. Aquí, generalmente, los trabajos te acompañan 2 o 3 meses.

¿Y cuál te gusta más? Ambos tienen sus pros y sus contras. Sería bueno tener la velocidad de uno con los recursos del otro. Pero nada es perfecto.

¿Hay sudamericanos trabajando contigo? Sí. En mi piso son la gran mayoría, pues Lápiz Leo Burnett es de la agencia hispana. Hay de Colombia, Brasil, Argentina, Venezuela y nos enteramos de las noticias de todo el mundo conversando.

Otro trabajo que recuerdes El de la comunidad nudista de Kotear. Decían: “Son todos blancos, eso es racismo”, pero en el cásting buscamos cholos, gringos, negros lo que pasa es que ¡están calatos! Es gracioso porque, de pronto, la gente los veía más blancos de lo que eran.