(Foto: Reuters)
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En Amrica Latina, los negocios deshonestos reciben distintos nombres. Coima, propina, mordida y mi favorita- leche para los nios son algunos de ellos. Cualquiera sea la manera de designar la corrupcin, los habitantes de 13 pases de Amrica acordaron que es uno de los flagelos ms grandes de la regin, segn la encuestadora Latinobarmetro. La avalancha de escndalos que arrastran las operaciones de la dudosa contratista brasilea Odebrecht SA slo ha cimentado esa conviccin.

Decir basta a los negocios sucios es una cosa; sealar a los culpables es muy otra. El carcter sistmico del fraude y la corrupcin en Amrica Latina desalienta a los no conformistas, y la complicidad de los funcionarios gubernamentales en ejercicio y los ejecutivos de alto rango hace de los denunciantes blancos ms vulnerables. Ya es bastante malo que a los que se hacen or no se los tome en serio. Pregntenle, si no, a Mario Vargas Llosa, el premio Nobel peruano: en 2001, se pele con su hijo lvaro, que haba lanzado advertencias injustas y exageradas sobre las relaciones excesivamente cercanas entre Odebrecht y el entonces candidato presidencial Alejandro Toledo. El distanciamiento dur aos hasta que Toledo huy de Per este ao antes de ser acusado de haber aceptado US$11 millones de fondos ilegales de campaa de un enviado de Odebrecht. Ahora le pido perdn [a mi hijo] por la rencilla y alabo sus sospechas y sentido de la justicia, escribi hace poco Vargas Llosa en El Pas.

Algunos individuos se han mostrado dispuestos a levantar la voz o al menos a ser recatados cuando se vislumbran hechos ilcitos o tentaciones. Esa audacia es una seal alentadora en sociedades donde los escrpulos a veces parecen un lujo y los cargos electivos, una franquicia privada. Sin embargo, a menos que los latinoamericanos puedan no solo alentar sino tambin proteger a los contestatarios, esos avances sern efmeros.

Lo que est en juego es considerable, como ha demostrado la ltima maniobra de prcticas dudosas de los frigorficos brasileos. El pacto txico entre algunos frigorficos ilegales e inspectores sanitarios presuntamente corruptos podra no haber salido nunca a la luz, y mucho menos estallado en un escndalo internacional, si no fuera por un funcionario pblico honesto que alert a la polica federal despus que sus superiores del Ministerio de Agricultura hicieran caso omiso de las advertencias que les acerc por canales informales.

El ao pasado, la polica caminera mexicana recibi elogios, y no pocos gritos ahogados, cuando detuvo el auto del narcotraficante fugitivo El Chapo Guzmn y lo arrest en lugar de mirar para otro lado y embolsar la diferencia.

Despus est el caso de la seleccin nacional de ftbol de El Salvador: en setiembre pasado, rechaz y denunci la propuesta de arreglar un partido en la clasificacin para la Copa del Mundo. El no pblico del equipo marc un fuerte contraste con el s colectivo que dio otra escuadra salvadorea a arreglar un partido en 2013, lo que les vali a los catorce jugadores una prohibicin de por vida de practicar ese bello deporte.

Sin embargo, el castigo por asumir esas posturas puede ser grande. Vase el destino que corri Jos Mara Bakovic, ex analista del Banco Mundial y funcionario pblico boliviano que trat de sanear el corrupto departamento de caminos del gobierno pero se estrell contra una pared de intereses creados. l mismo fue objeto de investigacin despus que el hombre fuerte populista Evo Morales fuera elegido presidente en 2006. Viejo y enfermo, Bakovic pas sus ltimos aos tratando de limpiar su nombre en 72 procesos judiciales en los tribunales de toda Bolivia, hasta que se desplom despus de que se le ordenara presentarse en una audiencia contradiciendo las rdenes de su mdico- en el aire enrarecido de La Paz, la capital del pas, situada a 3.600 metros de altura. El mdico forense inform que haba muerto por una insuficiencia cardaca; el ex presidente Jorge Quiroga defini la causa como hostigamiento judicial.

En una regin donde la proteccin de los testigos es frgil y la independencia del poder judicial es una obra inconclusa cuando no una ficcin, es un milagro que alguien levante la voz. La falla no es solo tica sino tambin institucional. En los pases en que hay Estado de derecho, quienes le dicen no a la corrupcin tienen posibilidades de triunfar, dijo el defensor de derechos humanos nacido en Venezuela Thor Halvorssen, de la Fundacin de Derechos Humanos de Nueva York. En el cono sur, los denunciantes son avergonzados y perseguidos.

Algunos pases han hecho que las denuncias de actos ilcitos sean ms fciles. La investigacin Lava Jato de Brasil, que lleva tres aos, ha hecho caer a decenas de ejecutivos y funcionarios pblicos, en gran parte gracias a la ley de Compaas Limpias de 2014, norma inspirada en los Estados Unidos que alent a las persona a denunciar delitos y permiti a los investigadores reducir las penas a los delincuentes que se retractaron y denunciaron a otros. Argentina ampli hace poco las protecciones y los beneficios para los ciudadanos que ponen al descubierto la corrupcin. Colombia, que hace poco sancion una ley anti-sobornos, ahora evala un proyecto de Ley de Proteccin a Denunciantes de Corrupcin. Despus de aos de escndalos nacionales y resistencia en el Congreso, Mxico sancionar una nueva ley de Responsabilidad Administrativa este verano boreal.

La creciente integracin de Amrica Latina a la economa mundial ha sido til, en tanto las compaas que hacen negocios en el exterior deben cumplir con acuerdos internacionales anti-sobornos ms estrictos, como la Ley de Prcticas Corruptas en el Extranjero de los Estados Unidos y la Ley de Sobornos del Reino Unido. Como resultado de ello, los entes reguladores estadounidenses reciben informes sobre corrupcin de una creciente cantidad de pases de toda Amrica Latina, mientras que las denuncias recibidas de Brasil se duplicaron de 2014 a 2015.

No obstante, todava queda mucho por hacer. Una encuesta de 2016 de Miller Chevalier, una firma legal de Washington, revel que, como el 77 por ciento de los entrevistados de 19 pases latinoamericanos tena poca confianza en las medidas contra la corrupcin, la mayora pensaba que denunciar actos ilcitos era un ejercicio intil. Eso podra explicar por qu otro contestatario brasileo, Flavio Turquino, dej silenciosamente su empleo en el Ministerio de Agricultura cuando se enter de un plan de sobornos vinculado al legislador cado en desgracia Eduardo Cunha, que fue destituido y encarcelado por aceptar sobornos y trfico de influencias el ao pasado en el caso Lava Jato.

Es cierto, Turquino no denunci a Cunha por ese delito, pero al menos dijo que no.

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