"Tatuajes y el CV que se puede vestir", por Lucy Kellaway
"Tatuajes y el CV que se puede vestir", por Lucy Kellaway
Redacción EC

LUCY KELLAWAY
Columnista de management del Financial Times

¿Para qué molestarse con presentaciones cuando uno puede contar su historia en la frente – o hasta en el trasero? Cuando uno es despedido, lo más importante es dejar esa situación atrás lo antes posible. Eso va a ser difícil para Jill Abramson, quien fue despedida como directora del New York Times la semana pasada, pero quien lleva parte del logo del periódico tatuado en la espalda.

Entintar una rizada “T” gótica negra en la piel es el acto de lealtad a una empresa más trágicamente fuera de lugar que he visto en mi vida. Es aún menos explicable que tatuarse con el nombre del amor del momento. En ese caso, por lo menos a) hay una posibilidad de que el objeto del cariño quede encantado en vez de horrorizado y b) es por lo menos posible que los dos se queden juntos para siempre.

En contraste, llevar el nombre de un empleador marcado indeleblemente en la piel no tiene el menor sentido. En vez de sentirse agradado, es más probable que el jefe lo considere horripilante y extraño. Los empleos ya no son para toda la vida. Todos los empleos terminan; a veces terminan mal.

El único otro caso que he podido hallar de empleados que han marcado sus cuerpos con el logo de la empresa es en Rapid Realty, una firma neoyorquina de bienes raíces amante de llamar la atención. Más de 70 miembros de su personal se han entintado brazos y cabezas con “RR”, mientras que un tío musculoso lleva un amplio cuadro de la fachada de la empresa tatuada en la mitad de sus fornidos abdominales.

“No es un gran secreto. A nuestros agentes les encanta donde trabajan... y no tienen miedo de mostrarlo”, dice la empresa. Tampoco es un secreto que se les ofreció un aumento de sueldo por desfigurarse, lo cual puede haber influenciado su decisión. Quizás les pareció un buen trato en aquel momento, pero uno debe asumir que no les parecerá tan favorable una vez que se den cuenta de que un tatuaje siempre sobrevive un empleo en el campo de bienes raíces – o del periodismo.

Aun así, justo antes de ser despedida, la Sra. Abramson dio una entrevista en la cual logró que la idea de marcarse permanentemente con el logo de su empresa pareciera menos demente. “Para mí se ha convertido en un jeroglífico personal”, explicó ella. “Creo que, eventualmente, cuando termine con ellos, contarán mi historia, dónde he vivido y las cosas que han sido importantes para mí”. Hasta ahora, ella lleva cuatro, de los cuales dos son de “las instituciones que venero y que me han formado”. Una rizada “T” para el Times y una “H” carmesí para Harvard.

De repente se vislumbra un uso totalmente nuevo para los tatuajes. Siendo la primera mujer que dirige el NYT, la Sra. Abramson siempre ha marcado pautas. Pero esta nueva moda podría ser algo mucho mayor. Con la H y la T ella se ha convertido en la líder global del CV que uno puede vestir.

La idea sería marcarse el cuerpo con los nombres con los que uno más desea asociarse. Los tatuajes serían una versión más dolorosa y permanente de las insignias que los “boy scouts” se han estado cosiendo en las mangas por más de cien años. Mientras que las insignias de los muchachos dicen “estudio de insectos” y “arco y flecha” y “seguridad contra incendios”, los equivalentes adultos dirían Cambridge, Google y Goldman Sachs.

Lo único que la Sra. Abramson hizo mal es llevarlos en la espalda, donde solo se podrían ver si llegara al trabajo en un vestido sin espalda – generalmente no es el mejor aspecto para mujeres profesionales de cierta edad. En vez, debería haberse tatuado su CV de vestir en el brazo o la mano – o aun en el cuello o la frente.

Entonces cada vez que quisiera impresionar, estas instituciones que la formaron se desplegarían con orgullo a la vista del público.

La idea de un CV de vestir no me parece más visualmente repugnante que los tatuajes de mariposas, calaveras o de alambre con púas –y es mucho más útil. Tendría la ventaja de liberar a la gente de tener que dejar de introducir en sus conversaciones alardes tediosos sobre su universidad, ya que todo el mundo lo podría ver con sus propios ojos.

También querría decir que si en una fiesta uno se encontrara con alguien densamente entintando con nombres establecidos, uno podría esforzarse por hablar con ellos o evitarlos – según sus preferencias.

Si la Sra. Abramson nos ha mostrado un excelente uso para los tatuajes en la vida profesional, un tosco aficionado al equipo de fútbol Manchester United recientemente nos ha demostrado otro. Mientras que los tatuajes de la ex directora son un despliegue de logros, los de él representan un lado más oscuro de la política empresarial. En febrero, disgustado con su equipo, el fanático se tatuó “¡Fuera Moyes!” en el trasero. Cuando el desafortunado David Moyes fue despedido de entrenador el mes pasado, el fanático regresó al salón para que le añadieran “tarea completa” debajo del primer tatuaje. La lección: cuando no se trata de besar traseros, desprestigiar con el trasero podría ser lo apropiado.