Saavedra, Ghezzi y Segura: Los últimos pasos juntos
Saavedra, Ghezzi y Segura: Los últimos pasos juntos
Gonzalo Carranza

Junto con el ministro José Gallardo, Alonso (MEF), Piero (Produce) y Jaime (Educación) tienen un grupo de WhatsApp llamado Ex-gradeanos, en recuerdo de su paso por Grade. El Comercio los reunió en un almuerzo aderezado con balances, cuestionamientos y bromas. 

 

Mientras pide unos spaghetti en tinta de calamar, Jaime Saavedra suelta una queja. Ha llegado un e-mail para convocar un Consejo de Ministros en unas horas, pero no puede verlo en uno de sus dos teléfonos. “Ya te sacaron del grupo”, le bromea Alonso Segura. Piero Ghezzi ríe. Saavedra los reprende: “Ya están dando titulares”. Los ministros se divierten, en un almuerzo que también tiene momentos muy serios.

El ministro Ghezzi y el ministro de Transportes, José Gallardo, publicaron un libro titulado “¿Qué se puede hacer con el Perú?”. ¿Qué pudieron hacer ustedes?
Ghezzi: Lo primero que me dijeron cuando entré es que el Estado y la burocracia te comen, y que lo que quiere hacer el ministro casi siempre termina en nada. Pero si uno impone liderazgo, el Estado puede moverse. En mi cartera, llevamos la idea de “diversificación productiva” desde una percepción negativa a un consenso. 
Saavedra: En Educación se ha establecido la idea de que si no mejoramos, no puede haber desarrollo. Con Piero y con Pepe [Gallardo], recordábamos que en CADE de hace tres años, la percepción era que no se podía hacer nada con la educación pública y que todo quedaba en manos del sector privado. Pero una educación pública de calidad es indispensable. 
Segura: Este gobierno rompió el piloto automático y cortó prejuicios que maniataban al Estado. Por ejemplo, el mito de que solamente el crecimiento reduce la pobreza. Hay una causalidad inversa que también funciona. 

El nuevo ministro de la Producción, Bruno Giuffra, dijo ayer lo contrario en El Comercio: “Solo el crecimiento sirve para salir de la pobreza. Lo demás son cuentos”.
Segura: Hay una minoría absoluta [que cree eso] y no es lo que piensa el presidente electo Kuczynski. La política social es absolutamente necesaria y se ha hecho bien. Otro mito es que solo importa el gasto en infraestructura, no el gasto corriente. Pregúntale a Jaime si podría hacer una reforma de educación si no incrementase el gasto corriente. Tienes que hacerlo bien: con incentivos y rendición de cuentas. Otro mito es que el Estado tiene que ser pequeño, pero en el Perú es demasiado pequeño. Todos queremos, también, que sea más eficiente.

¿No se ha menospreciado el rol del sector privado en la educación?
Saavedra: El reto es inmenso y el sector privado puede jugar un rol muy importante. Pero tenemos que asegurarnos de que esa educación privada, en todos los niveles, sea de buena calidad. Ha habido un crecimiento muy grande, pero también muy heterogéneo. 
Ghezzi: Existe la idea de que el Estado y la empresa son sustitutos, como el café y el té. En realidad, son complementarios, como el café y el azúcar. En innovación, los países donde el Estado invierte más son también los que tienen la mayor inversión privada. La mayoría de cosas que hacen ‘smart’ un iPhone fueron financiadas por el Gobierno Estadounidense. 

Pero parece que para este gobierno, el Estado es el café, indispensable, y la empresa es el azúcar, que puedes elegir si la echas o no. 
Ghezzi: Para nada. En el Produce, la iniciativa más interesante que hemos lanzado son las mesas ejecutivas y en ellas nos apalancamos completamente en el sector privado. Las políticas públicas se deben lanzar escuchando a las empresas. 

Veamos un punto de política educativa: la calidad, pasados ciertos estándares mínimos, es subjetiva y relacionada con el precio que uno paga. 
Saavedra: Lo que yo creo es que todo peruano tiene derecho a una educación de calidad y eso no debe estar determinado por tu capacidad de pago. Vamos a “hacerla” como país cuando una persona elija que su hijo vaya a un colegio público o uno privado porque tienen características distintas –tal vez el privado enseña un idioma particular o es religioso– y no porque hay una percepción general de que el privado es mejor que el público. 
Ghezzi: En economía política, siempre hay ‘stakeholders’ y, en educación, estos son los niños y los padres, que no tienen peso en las decisiones de política. La única manera de romper ese equilibrio era tener liderazgo.

Hoy se utilizan recursos públicos para fomentar la innovación vía exoneraciones tributarias y fondos concursables. Son recursos que el ministro Saavedra podría utilizar en construir colegios. 
Ghezzi: ¡Pero Jaime usa 4% del PBI! Y el Perú gasta 0,1% del PBI en innovación. El impacto que tiene la innovación en la productividad de un país es tremendo. El Produce gasta poquísimo en estos temas. 
Saavedra: Educación ha recibido un incremento de recursos históricos. Los aumentos en esa cartera se miden por miles de millones de soles. El presupuesto de Produce se ha casi cuadriplicado en los últimos tres años y aun así son unos cientos de millones. Yo siempre voy a sostener el argumento de que las deducciones tributarias no son buenas, pero las de innovación tienen un impacto enorme. 
Ghezzi: Hemos sido muy disciplinados en que las mesas no pidan exoneraciones. Las hemos enfocado en medidas que aumenten la productividad. 

¿Cuándo vamos a ver el impacto de las medidas en innovación? 
Ghezzi: Lo que se ha visto en el mundo es un impacto en forma de ‘S’: comienzan despacio, agarran tracción y en unos cuatro o cinco años llegan a una meseta. Ahí tienes que evaluar. 

Hace unos minutos, el ministro Segura decía que el Estado debe ser eficiente. ¿Qué medidas concretas han tomado para lograrlo?
Segura: Encontramos un 11% del presupuesto asignado por resultados, y lo hemos llevado a más de 60%. Eso significa que, cuando asignas recursos públicos, lo haces sobre la base de metas específicas y se hace un análisis de impacto. Estamos en la primera generación de esta metodología, se va a ir sofisticando. 
Saavedra: Los aumentos a los maestros están ligados al mérito. También tenemos incentivos a los docentes y compromisos de desempeño con las regiones y las UGEL, que se están ampliando a las universidades públicas. Ya empieza a haber resultados en el programa de jornada escolar completa en secundaria, con evaluaciones de impacto y de percepciones. 

¿Qué tanto avance hay en contar con líneas de base que permitan hacer las mediciones de impacto?
Segura: Todavía estás en la etapa donde algunas entidades no lo tienen, pero ya lo estás desplegando y está incorporado en el ADN del Estado. Además, se requieren tres años para evaluar un programa; por eso en muchos casos lo hemos podido hacer recién en la última parte del gobierno. 

Una de las políticas más polémicas en educación ha sido la Ley Universitaria, que vino del Congreso. ¿Qué cambios le habrían hecho?
Saavedra: Es una ley muy grande y tiene detalles que se pueden mejorar, pero estoy de acuerdo con el concepto general: que el Estado asegure tener universidades de buen nivel. Ha habido un crecimiento explosivo y muy heterogéneo. Eso no se resuelve solo con información, aunque ahora, con el observatorio Ponte en Carrera, un chico puede saber cuánto gana el egresado de una carrera en una determinada universidad o instituto. Pero si se equivoca, no solo pierde dinero, sino cinco años de su vida. [La educación superior] no es como con los restaurantes, donde el mercado limpia. Y el licenciamiento aplica para todas: públicas y privadas. Es una regulación que se da por primera vez, así que habrá aprendizaje del regulador y de los regulados. 

Algunos estándares de la ley van más allá de “estándares mínimos”, como que las maestrías que se exigen a los profesores deberían tener un tiempo mínimo de duración o imponer un porcentaje máximo de profesores mayores de 70 años.
Saavedra: El tema de la duración de una maestría, que afectaba especialmente a los programas de Derecho, ya se corrigió. El tema de los 70 años sí es opinable, pero es bien claro en la ley, así que no lo puede interpretar la Sunedu. Como país tenemos que ser lo suficientemente maduros de reconocer que una ley ómnibus tan grande puede tener cosas que corregir. 
Ghezzi: Un punto que quería tocar es que no todo es educación.
Saavedra: ¿Cómo que no? [risas]
Ghezzi: Me refiero a que existe un enorme capital humano entre 25 y 65 años que necesita ser más productivo. Debemos pensar en capacitaciones, entrenamiento e inserción laboral. 

A un ministro le llueven críticas. ¿Cuáles les parecieron valiosas y recogieron en su gestión?
Ghezzi: En mi caso, que el Plan de Diversificación Productiva no es un “plan”. 
Saavedra: Eso suena a titular… [risas]
Ghezzi: La diversificación es más bien una forma de pensar el desarrollo productivo. Se planea, se ejecuta y se ajusta. Yo no creo en un burócrata que planifica linealmente cómo va a ser el país dentro de cinco años. Además, la interacción con el sector privado en las mesas me sirvió para darle aun más prioridad a eliminar sobrecostos y regulaciones excesivas. 
Segura: Las críticas me sirvieron para incorporar nuevas preocupaciones o temas que no tenía en el radar. 
Saavedra: Algunas críticas a los COAR, que se modelaron sobre la base del Colegio Mayor, ayudaron a hacer cambios. Pero también se criticó que se genere una élite. Ahí la respuesta es que sí, pero ya no basada en el lugar de nacimiento o quiénes son los padres, sino en el talento y esfuerzo. 

Hay otra crítica: se está dejando de lado el efecto beneficioso que estos chicos ejercen en los que tienen un peor desempeño.  
Saavedra: Se saca a uno o dos chicos de toda una escuela. Si fueran los cinco mejores por aula, posiblemente habría ese efecto, pero es un programa pequeño: 2.000 chicos de 1,8 millones de matriculados. 

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