Con sus grandes actuaciones en River Plate, Franco Armani se ha convertido en el '1' de la selección argentina. (Foto: AFP)
Con sus grandes actuaciones en River Plate, Franco Armani se ha convertido en el '1' de la selección argentina. (Foto: AFP)
Ricardo Montoya

Curiosamente, fueron los pies y no las manos la razón por la que , el arquero argentino que mejor llegaba a Rusia, no atajó los dos primeros partidos en el Mundial 2018. Absurdo Sampaoli, técnico albiceleste de entonces, eligió sobre él a Wilfredo Caballero, suplente en el Chelsea, amparándose en que este se manejaba mejor con sus extremidades inferiores. En teoría, con un guardameta fungiendo también de líbero, el equipo tendría una salida más limpia desde el fondo. El resto es historia conocida. Caballero acabó abusando de su juego de pies, equivocándose malamente contra Croacia, lo que le costó el puesto.

Armani lo suplió frente a Nigeria sin problemas, pero luego también a él le llegó la hecatombe. Francia le convirtió cuatro goles y algunas voces lo responsabilizaron de haber errado en el tanto de Mbappé, segundo de los galos aquella tarde. Si bien el ‘Donatello francés’ sacudió desde muy cerca el arco rival, de todas formas la prensa argentina criticó con dureza la floja reacción del guardavallas. Afortunadamente para Armani, uno no advierte cuán incinerable o combustible es hasta que atraviesa por alguna hoguera, Benedetti dixit. Armani ahora conoce la temperatura de su carácter.

Su historia le ha enseñado a ser paciente. También a aprovechar las oportunidades. El 2010 era el arquero del Deportivo Merlo de la Segunda de su país cuando su equipo y el Nacional de Medellín se enfrentaron en un amistoso. Gustó tanto a los directivos paisas que decidieron comprar su pase. Con 23 años encima se mudó a Medellín donde, sin embargo, no tapó con frecuencia en un inicio. El 2011 le dieron continuidad en la Copa Colombiana. Finalmente, en el 2012 cuando el titular Gastón Pezzuti se desgarró, Armani asumió que su hora había llegado, pero le ocurrió una tragedia: se rompió los ligamentos cruzados. Estuvo postrado 6 meses y al regresar dos nuevos arqueros tenían prioridad sobre él. A partir del 2013 empezó a ser Gardel en Colombia. Martínez, el arquero que adquirió el Nacional para reemplazar a Pezutti, no dio fuego y Franco pudo, por fin, tener regularidad. Con esto llegó el aplomo y la consagración y la idolatría popular.

Es un arquero seguro, con liderazgo y sin estridencias. De esos que te conquistan por demolición. Con el Verde de la Montaña consiguió 13 títulos donde destaca la Libertadores en la que sobresalió al punto de ser considerado en el once ideal de América. “Él no quiere la plata, quiere la gloria” le cantaban en cada partido los del Sur, como se hace llamar la hinchada verdolaga de Medellín.

Luego, en esa búsqueda de excelencia, se marchó a River para tratar de acercarse a la selección que dirigía otro hombre de Casilda como él: Sampaoli. Tras sus buenas actuaciones y sus récords de imbatibilidad pudo atajar dos partidos en el Mundial. Lo discutieron por “ese gol”, y hasta hubo algunos que cuestionaron su impecable trayectoria.

El fútbol, sin embargo, da revanchas cada domingo y, con sus colosales actuaciones está demostrando que no le queda grande el arco que alguna vez fue del ‘Pato’ Fillol. El nivel de Armani, lejos de ser una simple moda, es una estupenda costumbre.

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