Francesco Totti disputó su último partido con la Roma. El capitán de la Roma jugó 25 temporadas con el equipo del cual es hincha desde pequeño. Pese a múltiples ofertas, siempre se mantuvo fiel al club de sus amores. El fútbol está de luto. (Foto: Getty images)
Francesco Totti disputó su último partido con la Roma. El capitán de la Roma jugó 25 temporadas con el equipo del cual es hincha desde pequeño. Pese a múltiples ofertas, siempre se mantuvo fiel al club de sus amores. El fútbol está de luto. (Foto: Getty images)
Redacción EC

Por Kenyi Peña Andrade

Se levanta el tablero electrónico en el estadio Olímpico y, con este, el público de sus asientos. Serán 4 minutos de tiempo de reposición los que se deben jugar entre la Roma y Genoa. El cuadro capitalino consiguió un gol sobre la hora y logra un 3-2 que le permite la clasificación a la Champions League, pero eso quedó a un segundo plano. Pasan tres, cuatro, cinco, 6 minutos y el balón sigue disputándose.  se lleva el esférico a un costado de la cancha, como quien busca esconderlo para que pase el tiempo pero las manecillas del reloj se niegan a avanzar. El defensa rival que va sobre la marca, parece no querer acercarse a Totti para robarle la pelota y el árbitro no tiene ninguna intención de llevarse el silbato a la boca. Es el fútbol diciéndole al ‘10’ que no se vaya, que se quede un ratito más. Como si el deporte rey le rogase a Francesco que nos regale una gambeta o un último gol, es que no existe un tiempo indicado para decirle adiós a los genios.

Se puede cambiar de religión, estatus social y hasta de mujer, pero de equipo nunca, dicen en el fútbol. Y tú Francesco, cumpliste ese mandamiento dogmático con creces. Una sola camiseta fue la que vistió el italiano desde su lejano debut con apenas 16 años en 1993. Este periodista nació en el mismo año que nació futbolísticamente el último 10 sobre la tierra y, solo por eso, ya se siente especial. “Hace años estuve realmente cerca de fichar por el Real Madrid, valoré marcharme de Roma para ir a Madrid. Estuve a punto. Nunca ficharía por otro por respeto a la gente”, sentenció el ‘Capitano’, que se mofó del poder adquisitivo de aquellos que creen que pueden comprar todo con su dinero. Juventus, Chelsea, Barcelona aún siguen en la sala de espera.

Fueron 25 temporadas en la Roma. 375 los goles que marcó y cinco las oportunidades en que Francesco levantó una copa, incluyendo un título de Serie A (además dos Copa de la Liga y dos Supercopa). Es cierto, vivirá con esa deuda eterna de nunca haber ganado una Champions League. Pero eso está muy bien, para cachetear el frágil argumento de aquellos que dictan que un futbolista se vuelve grande por sus títulos. Francesco solo tuvo cinco, porque para ganarse el amor eterno de una ciudad de 4,336 millones de habitantes, se necesita gestos de gratitud hacia su pueblo, por eso es el rey de Roma.

“Francesco Totti es y será el mejor diez que pude ver en mi vida”, escribió Diego Armando Maradona hace unos días en sus redes sociales. “Nunca he conocido un futbolista como él. Totti es mejor que Platini y Zidane”, dijo alguna vez Giovanni Trapattoni, uno de los técnicos más ganadores en la historia del balompié italiano. Y así, muchísimas figuras estelares del mundo del fútbol le han rendido pleitesía a Totti a lo largo de su trayectoria.

Una vez le mencioné a un amigo que era descabellado ponerle Francesco a su primer hijo varón, solo para hacerle honor al italiano. Hoy espero que lea estas líneas y me disculpe, pues ahora pienso que hubiese dado lo mismo ponerle Albert por Einstein o Pablo por Piccaso, siempre debe ser un honor llevar el nombre de un personaje que cambió la historia para siempre.

Francesco ya se fue de la Roma con 40 años de edad y su despedida ha llamado más la atención en Italia que el sexteto de la ‘Juve’. Cuando sea diciembre, en el recuento de lo mejor de estos 12 meses, en los programas televisivos y periódicos debe estar el rostro de Totti despidiéndose de su gente como la imagen del 2017. El último caballero, ese que se sigue cortando el pelo en su barrio y compra zapatos en la misma zapatería de su infancia, jugó su último encuentro con su primer y único amor. Ha muerto el jugador, ha nacido la leyenda.

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