Las perspectivas a mediano plazo de los exportadores de materias primas siguen moderadas, con una necesidad de mayor diversificación económica y ajuste fiscal.
Las perspectivas a mediano plazo de los exportadores de materias primas siguen moderadas, con una necesidad de mayor diversificación económica y ajuste fiscal.

Si la llegará o no a crecer 4% este año es una incógnita. Lo que sí es claro es que la tasa será significativamente mayor que la del año pasado (2,5%). Sin embargo, ello no se refleja en los resultados de la encuesta de expectativas macroeconómicas que realiza el .

De hecho, si comparamos cómo se percibía la situación en noviembre de este año frente a la de noviembre del año pasado, en todos los casos (situación actual del negocio, nivel de ventas, nivel de producción, nivel de demanda con respecto a lo esperado, órdenes de compra con respecto al mes anterior, inventarios respecto al mes anterior) la lectura ahora es desfavorable frente a la del 2017.

Este deterioro se observa también en las expectativas sobre la economía a 3 y a 12 meses. En noviembre del 2017, la expectativa a 3 meses alcanzaba 62,6; en noviembre del 2018 fue 55,5 (niveles por debajo de 50 denotan pesimismo). A 12 meses, los niveles fueron 76,1 en el 2017 y 67,7 en el 2018. Y tal vez lo más destacado es la caída en las expectativas de contratación a 3 meses, que ya eran bajas hacia fines del año pasado; estas han caído de 53,2 a 50,3.

Es justo en el mercado laboral donde se observan las consecuencias del menor optimismo empresarial. En Lima, el ritmo anualizado de crecimiento del empleo a octubre fue 0,7%; a las mismas alturas del año pasado era bajo, pero mayor: 1,5%. Además, el empleo sigue perdiendo calidad. El empleo adecuado en Lima Metropolitana ha caído 0,3%. Coincidentemente, es el mismo ritmo de caída del empleo urbano generado por empresas de 10 o más trabajadores.

Pero en una paradoja notable, los sectores más vinculados a la demanda interna, como construcción, comercio y servicios, e incluso manufactura no primaria, vienen creciendo a ritmos mayores que los del año pasado. Una explicación parcial es que los inversionistas no ceden ante los “espíritus animales”. Otra es que el crédito de consumo este año, a diferencia del 2017, crece a tasas de dos dígitos. Con un ligero incremento en la morosidad no bancaria, eso sí.

Como hace algunos años reconoció el presidente francés Nicolás Sarkozy, quedarnos en la medición del crecimiento no es suficiente para evaluar la situación económica de un país.

(La semana pasada, los duendes editoriales hicieron de las suyas. En mi columna salió publicado el texto “... ya funciona de manera intensiva en una capital del primer mundo,” cuando debía decir “... ya funciona de manera intensiva en capital en el primer mundo,”. Las disculpas del caso).

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