(Foto: Archivo)
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Redacción EC

Conversando con una persona del equipo de Perú Compite que recientemente ha publicado un Informe de del país, me hizo notar una de las tantas paradojas del accionar del Estado en nuestro país. 

Desde fines del gobierno anterior se venía empujando un mayor gasto real en el sector educación para capacitar y promover profesores así como para mejorar la infraestructura. Esta debería ser una política nacional independiente del gobierno de turno. Por más que se puedan ganar eficiencias en la forma de educar, es indiscutible que se debe canalizar un mayor porcentaje del PBI hacia este sector. 




De alguna manera, aunque con contramarchas, se ha estado trabajando en esta línea.

Lamentablemente, en paralelo se ha incrementado la anemia infantil. La última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar elaborada por el INEI arrojaba que 46,6% de los niños en el país sufrían de anemia.

De esta forma, el 2018 la anemia infantil habría subido con respecto al 43,6% observado el 2017. Hemos retrocedido a niveles del 2014.

Debido al aumento de la anemia, es de esperarse que el retorno sobre la inversión en educación sea menor al esperado, a pesar del incremento en el gasto en el sector. Sería necesario trabajar en paralelo en desnutrición infantil y educación, por citar un ejemplo, para maximizar los retornos a la inversión en educación. 

Desgraciadamente, se carece de instancias de coordinación en el interior del Estado que permitan responder de forma rápida y eficiente cuando se detectan estos problemas. Lo curioso, es que el mismo Estado, para otros fines, ha desarrollado una metodología que ha probado ser exitosa para superar problemas de coordinación tanto en el interior del sector público como con el sector privado. Me refiero a las mesas ejecutivas que Produce lanzó en varios sectores productivos como el forestal y el acuícola. 

Estas mesas demostraron ser un mecanismo eficiente para identificar problemas e implementar soluciones a los mismos en aras de mejorar la competitividad en diferentes sectores productivos. 

Queda claro que no se debería limitar esta metodología solo a sectores productivos y a mejorar la coordinación público-privada. Varias mesas ejecutivas son necesarias en el interior del sector público para que de manera rápida y poco burocrática se maximice la eficiencia del gasto y la inversión pública. 

Un claro ejemplo está en el ámbito social pero también se podría pensar en otros ámbitos como el de infraestructura, en que se requiere el trabajo coordinado de varios sectores estatales que usualmente trabajan de manera independiente. 

Si el objetivo es lograr alumnos mejores preparados, no basta invertir en educación si los estudiantes adolecen de problemas de salud o limitaciones de acceso. 

Intervenciones coordinadas, usando el mismo presupuesto actual, pueden lograr mejores resultados.