(Foto: El Comercio)
(Foto: El Comercio)
Redacción EC

Luego de tres años de bajo dinamismo, la está iniciando una nueva etapa de recuperación. Sin embargo, al igual que con el fútbol, es importante calibrar bien las expectativas. Lo que veremos el próximo año no será una recuperación generalizada, sino una concentrada e impulsada por pocos motores, como los precios de los metales que exportamos y la inversión pública. Esto implica que probablemente el próximo año no todos los mercados, no todas las zonas del país ni todas las familias sentirán con la misma intensidad la recuperación.

La primera diferencia será entre el norte y el sur del país. Considerando que los principales proyectos de inversión que impulsarán el crecimiento están en la costa norte (la reconstrucción con cambios y la refinería de Talara) y en Lima (las obras de los Juegos Panamericanos y la línea 2 del metro), estas dos zonas serán las que tendrán mayor dinamismo. Mientras que la demanda interna de la costa norte crecerá más de 6%, la del sur probablemente crecerá solo en 1%.

La segunda gran diferencia será entre las empresas y las familias. La mejora en el ritmo de crecimiento de las ventas probablemente no vendrá acompañada de incrementos en los costos, tal como ha ocurrido en períodos iniciales de recuperación previos. En particular, al menos durante el próximo año, no habrá presiones para subir salarios, considerando lo frío que está el mercado laboral. Por ello, los márgenes de ganancia aumentarán más que los salarios, y las empresas sentirán más la recuperación que las familias.

Finalmente, la tercera diferencia será entre las empresas que dependen de la inversión y aquellas que dependen del consumo. Se espera que la tasa de crecimiento de la inversión pase de 0% a 7% entre el 2017 y el 2018, impulsada por los grandes proyectos mencionados. Mientras tanto, el consumo se aceleraría a un ritmo más modesto, de 2,4% a 3,3%, en un contexto de moderada recuperación del empleo formal y de los salarios reales.

Por ello, las empresas que venden cemento, acero, concreto u otros bienes o servicios ‘jalados’ por la inversión sentirán más la recuperación que las que venden alimentos, ropa o servicios para las familias. Puede haber excepciones: algún mercado dinámico en el sur, rubros de gastos familiares que crezcan con mayor fuerza o trabajadores que sí reciban aumentos significativos. Pero, en términos agregados, las diferencias serían evidentes.

La recuperación económica que veremos el próximo año es, obviamente, una excelente noticia. Pero no debemos olvidar que estamos recién en una etapa de reactivación inicial y que aún hay reformas pendientes, para asegurar que el crecimiento económico sea fuerte, sostenido y generalizado.

Lo peor que puede pasar es que el optimismo nos haga olvidar que estamos perdiendo competitividad, que la productividad de la economía se ha estancado, que un tercio de los niños menores de 5 años tiene anemia y que la mitad de los peruanos vive con menos de 12 soles diarios. Al igual que en el fútbol, el 2018 se ve bien, pero todavía hay que trabajar para llegar al Mundial.

Lee más noticias de Economía...

Contenido sugerido

Contenido GEC