Viena, Austria, 1907. Carl Gustav Jung y su esposa Emma. La pareja tuvo cinco hijos, y permaneció unida hasta la muerte de Emma, en 1955. [Foto: Del libro "Labyrinths". Editorial William Collins]
Viena, Austria, 1907. Carl Gustav Jung y su esposa Emma. La pareja tuvo cinco hijos, y permaneció unida hasta la muerte de Emma, en 1955. [Foto: Del libro "Labyrinths". Editorial William Collins]


Por Vania Portugal

La vida interior del doctor Carl Gustav Jung es inseparable de sus descubrimientos, y quizá esto nos faculte a escudriñar en los motivos personales de uno de sus principales aportes conceptuales a la psicología: la individuación. “Empleo la expresión individuación en el sentido de aquel proceso que engendra un ‘in-dividuo’ psicológico, es decir, una unidad aparte, indivisible, un todo”.

     Según el Dr. Carlos Byington, médico fundador de la Sociedad Brasileña de Psicología Analítica, quien recientemente dictó en Lima un seminario para los estudiantes de la APPA —la asociación peruana análoga—, el proceso de individuación está identificado con el inicio de la sexta etapa simbólica de la vida, que representa la madurez, y que de manera ingenua solemos llamar “crisis de los 40”. Maria Helena Guerra, analista y esposa del Dr. Byington, también presente en el seminario, expuso una significativa clave de lectura del críptico Libro rojo, escrito por Jung justo tras haber terminado su relación con Freud.

     Entre 1913 y 1914, C. G. Jung, de 38 años de edad, asumió su relación con Toni Wolff, mientras Emma, su esposa, esperaba a su quinta hija. Ya entonces era un psiquiatra con una trayectoria consolidada, y se puede decir que mundialmente famoso. Jung conoció a Toni Wolff en 1910, cuando fue a consultarle deprimida por la muerte de su padre.

Septiembre 1909. Foto de grupo en la Universidad Clark. En la primera fila: Sigmund Freud, G. Stanley Hall, C. G. Jung; en la segunda fila: Abraham A. Brill, Ernest Jones, Sándor Ferenczi.
Septiembre 1909. Foto de grupo en la Universidad Clark. En la primera fila: Sigmund Freud, G. Stanley Hall, C. G. Jung; en la segunda fila: Abraham A. Brill, Ernest Jones, Sándor Ferenczi.

     En 1911, Emma Jung sostuvo correspondencia con Sigmund Freud, en la que decía ser apenas la esposa del doctor Jung, y relata su poco derecho a existir en la práctica. Eso era suficientemente normal a principios del siglo XX como para dar cuerpo a su descripción sobrecogedora de “neblina”, más allá de la vida doméstica y el cuidado de los hijos. Su condición encarna propiamente el espíritu de la época, según la propia simbología junguiana.

                           — Encuentro con el ánima —
Toni Wolff era hija de un mercader que había sostenido intercambio con países de Oriente, y además una gran conocedora de mitología. Jung viajó con ella a Ravenna, Italia, y ambos vieron en el Baptisterio Neoniano una serie de mosaicos; aquel, que fue su mayor objeto de contemplación, representaba a Cristo alargando una mano hacia Pedro mientras este se hundía en el mar. A ambos les pareció “natural” aquella experiencia, pero en realidad esos mosaicos no existían. Esto constituye la célebre folie à deux o alucinación compartida. Jung intentó conseguir fotografías de los mosaicos en el estudio Alinari, y en Zürich: fue entonces que supo que no eran reales. El día que los amantes viajaron a Ravenna, Emma Jung celebraba el más desolado cumpleaños de su vida; la quinta hija de Jung apenas contaba con dos semanas de vida.

     En El Libro rojo. El drama de amor de C. G. Jung (2011), Guerra revela una nueva perspectiva sobre el famoso libro de Jung, comúnmente interpretado como un pasaje psicótico en su vida, puesto que se trata de un particular manuscrito ilustrado por el autor, que constituye una bitácora íntima con comentarios eruditos, que encubren un cúmulo de vivencias íntimas ocurridas en un acotado periodo que concuerda con la irrupción de Toni Wolff en su vida. Las ilustraciones del libro, que asemejan preciosas y lúgubres miniaturas medievales, incluyen imágenes como las de un hombre encima de una cama de clavos con una esfera de cobre haciendo peso sobre su pecho, y un Cristo crucificado.

.
.

El libro rojo
Carl Gustav Jung
Editorial: El hilo de Ariadna
Páginas: 656
Precio: S/ 189,00

     A través del encuentro con Wolff, Jung consiguió penetrar en lo que denominó el espíritu de las profundidades, donde mora su propia ánima y confronta el espíritu de su tiempo, manifiesto en las obligaciones maritales y su profundo sentido ético personal, heredado del protestantismo. Jung presentó a Wolff como “su segunda esposa”, en un impensado ejercicio de bigamia en la alta sociedad suiza de principios de siglo. Mientras tanto Emma, admiradora de la teoría de su esposo, comprendió que el ánima merecía ser tratada con sentido de veneración por lo sagrado.

                                  — Juego de roles —
El descubrimiento del amor por Wolff es avasallante y se produce al interior del drama arquetípico que opone a Elías y a Salomé. Elías encarna el logos y la santidad del trabajo solitario; Elías es el viejo sabio. Mientras que Salomé es el arquetipo del ánima; representa lo femenino y el eros, es la bailarina que danza sobre la mesa de Herodes Antipas, y pide la cabeza de Juan el Bautista. Nada tiene una fuerza sensual más furiosa y arrebatadora.

Jung fue un pionero de la psicología profunda y uno de los estudiosos de esta disciplina más ampliamente leídos en el siglo XX. [Foto: en "Memories, Dreams, Reflections Paperback "]
Jung fue un pionero de la psicología profunda y uno de los estudiosos de esta disciplina más ampliamente leídos en el siglo XX. [Foto: en "Memories, Dreams, Reflections Paperback "]

     El arquetipo de la sombra en el matrimonio expresa otra relación dialéctica, principalmente entre eros y poder. Donde prevalece el poder, el compañero sádico —explica el Dr. Byington—, actúa la agresividad de forma activa y dominadora, mientras que el masoquista se posiciona como víctima angelical. Esta relación destructiva instaura un insondable vacío entre los esposos. El amor “sagrado” del matrimonio, una vez transformado en contienda de poder, acaba con la dimensión sagrada (verdadera) del amor como vehículo de individuación de la consciencia. Pero solo quien visita la sombra y se hace cargo de ella se convierte en héroe de su propio destino.

     “El primer paso de la individuación”, escribe Jung en un pasaje del Libro rojo, “es la culpa trágica”.


Contenido sugerido

Contenido GEC