La casa de los recuerdos, por Carlos Oré Arroyo

Lima alguna vez fue una ciudad aristocrática. Eso lo sabemos. Lo que quizás no nos resulta tan conocido es que en el damero de Pizarro sobreviven 523 casonas históricas, de acuerdo a datos del Ministerio de Cultura. Muchos de estos espacios albergaron en el pasado a familias importantes de la ciudad, pero que con el transcurrir de los siglos fueron cayendo en el olvido. En los últimos tiempos, solo algunas han sido recuperadas. Les presentamos cuatro que se han convertido en casas-museos.

—Casa Fernandini—
Ubicada frente al Teatro Municipal, esta casona se construyó hace 106 años. Christian Alfaro, encargado de su restauración, muestra con emoción los detalles artísticos que se repiten en varios espacios y que representaban a la familia propietaria, poseedora de los viñedos de Tacama: figuras de uvas que se repiten en vitrales y en frescos. La casa fue construida por el mismo arquitecto al que el presidente Leguía encargó el nuevo diseño de Palacio de Gobierno. Se pueden ver obras de arte en detalles tan mínimos como en los cerrojos de las puertas. Entre las escaleras que van al segundo nivel, se exhibe el primer ascensor que hubo en la ciudad.

—Casa Aliaga—
Luego de que Francisco Pizarro le entregara a Jerónimo de Aliaga este terreno ubicado al costado de Palacio de Gobierno por su labor durante la conquista, 17 generaciones de esta familia han pasado por esta casa que reúne arte renacentista, barroco y neoclásico. Aquí se encuentra una de las capillas más antiguas de la ciudad que —se dice— era frecuentada por santa Rosa de Lima.

—Casa Bodega y Quadra—
En esta casa conviven estilos prehispánicos, virreinales y republicanos. Se encuentra ubicada en un espacio importante en la historia de Lima. Tras el terremoto de 1746 el inmueble fue adquirido por la familia Bodega y Quadra. En 2005 ha sido puesta en valor por un proyecto entre la Municipalidad de Lima y EmiLima.

—Casa Grau—
En la llamada “cuadra de las luces”, entre el jirón de la Unión y Santa Rosa, está la casa desde la que el almirante Miguel Grau partió a cumplir su deber durante la guerra con Chile. En este lugar se recrean los ambientes en los que vivió el héroe. En el segundo piso se halla el balcón desde el cual Grau agradecía a la multitud que venía a ovacionarlo por su labor al inicio de la guerra. Se puede ver su correspondencia personal y conocer más sobre su faceta de padre, político y marino.