“Centro  de  Lima”
“Centro de Lima”


Mil maneras de olvidar es la muestra debut de Andrea Ferrero, quien aborda las dinámicas del recuerdo y del olvido desde la óptica de la ciudad.

La artista replica distintos detalles de edificios antiguos (molduras, puertas, rejas, etc.), creando ecos de sus formas en látex, mediante moldes que documentan estos elementos pero que también registran su desgaste.

Piezas como “Pasaje”, que reproduce la mitad superior de la moldura de un umbral, parecen congelar el proceso de destrucción del patrimonio sometido a la desidia en materia urbana de nuestras autoridades. La textura de la obra, que termina como si chorrease, y su color blanquecino, evocan la fragilidad de las viviendas antiguas, algo reforzado por la falta de la mitad inferior del umbral, que parece haberse desvanecido como tantos otros edificios antiguos de Lima, que solo existen en el recuerdo.

En obras como “Hogar”, basada en la reja que cubre una chimenea; y “Espejo”, que toma como matriz el marco de madera tallada de un espejo antiguo, aparecen alusiones oblicuas al cuerpo. En el caso de la primera, vía el calor del fuego y sus riesgos (de ahí el sentido de una reja); y en el caso de la segunda, la imagen de nosotros mismos que todo espejo nos ofrece. Pero aquí no hay ni calor ni imagen reflejada: solo vemos la pared de la galería a través de sus espacios vacíos.

"Mil maneras de olvidar"
"Mil maneras de olvidar"

Una obra análoga a estas es “Entrada”, que reproduce una vieja puerta de madera. Clavada contra la pared, esta puerta no conduce a ninguna parte. No obstante, nos da acceso simbólico a la historia de su ruina, bajo la forma de la piel despellejada de lo que otrora fuera un sólido portón: pura ausencia.

Esta idea de ausencia resulta clave en el trabajo de Ferrero. El hecho de que la artista produzca su trabajo tomando moldes de látex de estos elementos arquitectónicos hace que lo que veamos sea el negativo de su matriz. Ello es especialmente patente en “Baranda I” y “Baranda II”, dos fragmentos de las barandas de balcones coloniales. Las piezas trazan las formas de estos balaustres pero los presentan —también— como ausencia: son un contorno y una piel sin contenido. Por un lado, porque el objeto no está ahí; y, por otro, porque ese referente —la arquitectura colonial— está en proceso de desaparición. He ahí la importancia de esta labor de búsqueda y ‘captura’ de edificios antiguos que emprende la artista y el recurso al látex, que capta con precisión las señas del deterioro. En Lima, las casas antiguas son vistas como la mera ocasión para nuevos edificios de viviendas orientados a la especulación inmobiliaria. En ese sentido, Ferrero retrata el desgaste y la imagen negativa de estos elementos para dar cuenta, sin nostalgia, de su desaparición.

La artista también incide en ese punto en su notable instalación “El centro de Lima”, una estructura en metal que delinea en el espacio la fachada de una vieja casona. En este caso, la artista parte de la observación y el dibujo —algo que sugiere una atención especial por su modelo—, que dan lugar a la recreación tridimensional. Aquí el contorno funciona como dibujo pero también como un marcador de lo ausente y, a su manera, como una suerte de esqueleto o fósil.

"Mil maneras de olvidar"
"Mil maneras de olvidar"

“El centro de Lima II”, de la misma serie, reproduce las líneas de una escalera. Sus formas limpias y más bien modernas le imprimen la apariencia de un diagrama arquitectónico. Como estructuras vacías, estas dos piezas metálicas permiten ver a través de ellas, y contrastar sus formas con las del espacio circundante (en este caso, la galería).

Mediante este cotejo potencial, Andrea Ferrero parece sugerir que la memoria y el olvido tienen también de decisión. Las citas de Ferrero demuestran que nuestra ciudad, nuestro patrimonio y nuestra historia están sometidos a esas muchas maneras de olvidar que son indistinguibles de la negligencia y, por ende, constituyen una forma de ceguera. Por ello la ‘invisibilidad’ de sus modelos que hace patente que lo que no podemos reconocer hoy es lo que no podremos ver mañana, salvo a manera de una enorme cicatriz que recorre el barrio de nuestra memoria.

MÁs información
Ginsberg Galería. Av. Pardo y Aliaga 652, San Isidro.

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