Fernando Castro   ormación viajó a Argentina donde entró en contacto con profesores de la escuela internacional de Jacques Lecoq. [Foto: PUCP]
Fernando Castro ormación viajó a Argentina donde entró en contacto con profesores de la escuela internacional de Jacques Lecoq. [Foto: PUCP]
Katherine Morales


Por Katherine Morales 

Fernando Castro pasó por varias carreras antes de convertirse en director de teatro físico. Primero cursó Literatura, luego Filosofía, y después Comunicaciones; sin embargo, fue cuando comenzó a tomar clases de clown que descubrió su verdadero interés: el arte escénico. Entonces dejó todo y empezó a estudiar Danza Contemporánea en la Universidad Católica. En el 2006 dirigió su primera obra, y en el 2013, junto a Diego Cabello y Eduardo Cardozo, fundó la compañía Teatro Físico.

Su última pieza, Gnossienne, se presentará el 17 y 18 de febrero en el III Festival Internacional de Teatro Temporada Alta; y también, en el Festival de Artes Escénicas (FAE). Se trata de un espectáculo sin texto, sin diálogos, en el que los asistentes deberán asumir un rol activo para entender la historia a partir del movimiento de los cuerpos y el uso del papel.

Para que quede claro, ¿qué es lo que diferencia al teatro físico del tradicional?
La posibilidad de inventar el teatro. En el teatro tradicional la responsabilidad está sobre el texto, las palabras, en cómo el actor le da vida a esa materia; está en el sonido y está en la razón. En cambio, el teatro físico dice: “Espera, eso es solo una parte”. También está la otra, que se relaciona con las tradiciones populares, con el teatro de calle, con poner el cuerpo en el centro de la creación. El teatro físico comienza a romper reglas que parecen obvias en el teatro tradicional, pues el público puede ser parte de la obra, y esta puede no tener texto; los personajes pueden no tener un rostro, sino una máscara. Y es que existen posibilidades infinitas de hacer teatro, pensarlo de otras maneras.

¿Cómo nació tu interés por este teatro?
Yo vengo de la danza, y el teatro con el que me relacioné siempre era muy corporal. Entonces, cuando encontré la información del francés Jacques Lecoq —uno de los referentes del teatro físico, que investigó técnicas populares como las máscaras de la comedia del arte y el clown—, fue natural para mí juntar todo lo que ya traía bajo esta pedagogía. A partir de ahí fue que comencé una exploración.

¿De qué trata Gnossienne?
La palabra Gnossienne es un nombre que inventó el compositor francés Erik Satie para unas composiciones que hizo en piano. Durante el proceso de creación llegamos a esta música y tuvo mucho sentido, porque la mitología del nombre tiene dos vertientes. Por un lado, la palabra gnosis significa conocimiento, y esa es la esencia de la obra, pues el personaje viaja en búsqueda de conocimiento, de la verdad para poder casarse con la joven de la que está enamorado. Por otro lado, la palabra Knossos, que es el nombre de la isla donde estaba el laberinto del Minotauro: también es parte de la historia, pues el héroe está perdido y se enfrenta a un monstruo, en un sentido tan metafórico como real. En la obra, el personaje descubre la muerte y que esta es parte de la vida. No porque exista la muerte hay que deprimirse. Al contrario: porque existe la muerte hay que celebrar la vida. Cada persona se lleva una interpretación propia de Gnossienne; hay gente que lo ve desde el lado más paternal: qué es criar una vida, qué es traer un ser a este mundo.

¿Cuál es la diferencia entre montar una obra con diálogos y una de teatro físico?
Bueno, siempre te va a pedir más tiempo. Nosotros hacemos un proceso de ocho meses, lo cual es superraro en Lima, porque lo que producimos es distinto. Hay un proceso de investigación, después nos volvemos a encontrar para hablar del texto, y luego comenzamos a montar. Además, pide mucho compromiso de todos los artistas, porque en un texto hay muchas preguntas resueltas, pero cuando este no existe hay muchas preguntas que tiene que responder el director a través de los artistas que están en escena. Tienen que trabajar todos juntos para llegar al resultado final, sino simplemente es más complicado.

Hablando de complicaciones, ¿es difícil hacer que el público conecte con obras sin texto?
Para nada. Cuando la gente está frente a la experiencia la pasa muy bien, pero el problema es cuando tiene que compartirlo, porque no la puede contar. En Gnossienne la relación con el público pasa por otro lugar, no por entender las palabras que se están diciendo, sino que se está frente a la nube. Entonces uno le comienza a dar una forma, pues —obviamente— está dirigida pero no cerrada, e implica que el espectador esté todo el tiempo trabajando con nosotros. Eso hace que se vuelva partícipe de la obra y que viva una experiencia única, personal e intransferible.

III FESTIVAL TEMPORADA ALTA

La Alianza Francesa de Lima, junto a la Embajada de Francia y a la productora Animalien, llevará a cabo del 8 al 25 de febrero la tercera edición del Festival de Temporada Alta con el fin de dar a conocer las ultimas tendencias de las artes escénicas en Perú y Europa. 

Esta edición contará con la participación de 10 colectivos y compañías teatrales de Francia, España, México, Chile, Perú y una producción italo-israelí. Serán 19 funciones que se presentarán en el Gran Teatro Nacional, el ICPNA y la Alianza Francesa. Además se realizaran talleres y conversatorios para incentivar el intercambio de experiencias entre artistas nacionales e internacionales 

Las obras que formarán parte del Festival Temporada Alta exploran en el lenguaje teatral; por eso, hay propuestas que incluyen circo, teatro de objetos, obras con el público rodeando la escena, danza contemporánea y teatro físico. 


Contenido sugerido

Contenido GEC