Scarlett O’phelan Godoy  ha sido profesora asociada en la Universidad de Virginia y profesora visitante en la Universidad de Chicago,
Scarlett O’phelan Godoy ha sido profesora asociada en la Universidad de Virginia y profesora visitante en la Universidad de Chicago,

La historiadora, investigadora y docente universitaria Scarlett O’Phelan acaba de coeditar el libro El ocaso del antiguo régimen en los imperios ibéricos (Fondo Editorial PUCP). En él, pone en valor las coincidencias con las que España y Portugal manejaron la relación con sus colonias americanas, mientras que en los procesos independentistas sí hubo diferencias que valen la pena revisar de cara al Bicentenario.

¿Por qué es importante conectar los procesos de Portugal/Brasil con los de España/Latinoamérica?
Antes lo que se hacía era comparar: tal proceso se dio en Brasil, tal en el Perú; pero resulta que no solo hay que compararlos, sino que hay que conectarlos. Brasil está involucrado en nuestro proceso de independencia porque recibe a un buen grupo de peninsulares expulsados durante el protectorado de San Martín. Esto ya conecta los dos movimientos, los dos procesos históricos. Brasil es temido por las repúblicas. Bolívar le teme terriblemente porque cree que puede ser un aliado de la Santa Alianza, y porque está en contacto directo con Portugal y las monarquías. Hay que recordar que en la península ibérica España y Portugal sí vivían procesos conectados. Por ejemplo, al poco tiempo de establecerse las Cortes de Cádiz, se establecen las Cortes de Lisboa, que adoptan una constitución liberal, parecida a la española.

El ocaso del antiguo régimen lo determina el liberalismo.
Sí. Se trata de un movimiento subrepticio que emerge luego de la captura de Fernando VII. Y hay líderes liberales, y la constitución es liberal. Por ejemplo, se da la abolición del tributo y la mita, que eran las bases que sentó Toledo para la explotación de la población indígena, lo que supone un cambio estructural. Sin embargo, en el caso de Hispanoamérica, la guerra por la independencia es mucho más hostil que en Brasil, pues comienza en 1808 y no acaba hasta 1824, en el caso del Perú. En Brasil es una guerra menos violenta.

¿Qué herencias de este proceso podemos identificar ante el Bicentenario?
Primero, que los procesos históricos tienen que verse en conjunto, no por separado. Y segundo, que las palabras de estos procesos, como son libertad, igualdad, fraternidad, funcionen. A poco del Bicentenario, es preciso reconocer que los temas de inclusión son importantes. Y no me refiero solo a temas de carácter racial, sino también de género.

¿Cree que no aprendemos de nuestra historia?
La historia no está bien contada tampoco. Siempre cuestiono lo que nos transmiten los textos escolares. Por ejemplo, esta idea de que la independencia se la debemos solo a San Martín y a Bolívar olvida que hubo movimientos previos en Huánuco, en Tacna, en Cusco. Yo no sé hasta qué punto se señala la corrupción que pudo haber en algunos gobiernos y se trata de dar un lineamiento que cuestione esto y enfatice que gobernar el Perú es ayudar a que el país progrese, y no es pensar en intereses personales. Desde hace casi dos siglos, vemos que los gobernantes y su círculo más cercano se aprovechan del país.

¿Cómo evalúa lo ocurrido en estos días?
Entre nuestros políticos, lamentablemente, hay una visión distorsionada de lo que es gobernar. No es sacar provecho de la posición de presidente, de ministro sino prestar un servicio a la patria. Esa mentalidad tiene que cambiar. Los gobernantes tienen que venir a trabajar por el país y no pensar en el beneficio que van a obtener. Eso es algo que me parece absolutamente insólito, y me da mucha pena que estén señalados varios de nuestros presidentes por ese tipo de ‘política’.

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