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Músicos en el penal Sarita Colonia
Oscar Paz Campuzano

El narcotráfico y las bandas que defienden a muerte sus dominios delictivos son solo una buena parte de lo que impera en los movidos barrios del Callao. Hay, en paralelo, desde las entrañas del , una guerra que libran varios reos contra la mala reputación del primer puerto y lo hacen con timbales y trompetas. 

La salsa está sonando fuerte hace varios años en la prisión del Callao. En la rutina del duro encierro, los reos han orquestado hasta seis bandas que batallan honradamente por ganarse la preferencia de la población penitenciaria, de buen oído y acostumbrada a la salsa brava.

Los que encontraban en la música la única forma de afrontar la prisión no tenían muchas oportunidades hace una década. Alfonso Pérez Cépeda, un mexicano condenado a 15 años por tráfico ilícito de drogas, recuerda que en su pabellón (Mínima Observación) había apenas un micrófono y una pista.

Como cantaba bien, los reos del pabellón de máxima lo ficharon. “Ellos ya habían logrado tener sus instrumentos y necesitaban un cantante. Siempre me recibieron con una sonrisa y un abrazo”, cuenta el joven mexicano que ya cumplió 10 años de su condena. En ese tiempo compuso una balada que se hizo emblemática en Sarita Colonia. La tituló “Caminos de libertad”.

Son Porteño del Callao es otra agrupación formada entre barrotes. Surgió en el pabellón de máxima. Dicen que allí están los más bravos y no todos se sienten orgullosos de esa reputación. También dicen que allí son bravos con la salsa y de eso sí inflan el pecho.

-Estrategia de resocialización-
El Instituto Nacional de Penitenciaría (INPE) y el Ministerio de Educación vieron en esa afición espontánea por la música una oportunidad de resocializar. Acaban de lanzar Orquestando, una iniciativa ciudadana que acogió el Estado el 2008.

La idea fue promover elencos musicales en escuelas públicas y privadas del país. Después de varios años de buenas experiencias, el programa llegó a la prisión. Hoy ingresó a Sarita Colonia y en los próximos días se abrirá paso en Centro Juvenil de Diagnóstico y Rehabilitación de Lima, más conocido como 'Maranguita'.

“La música es una forma de replantear nuestra condición humana. No se trata solo de hacer una bonita melodía, sino de que el interno viva la experiencia de contactarse con el arte”, dijo el director de Orquestando, el músico Wilfredo Tarazona.

El programa seleccionó a 57 reos de los seis pabellones y con ellos se formó una orquesta que desde mayo está bajo la asesoría de maestros. La música que hacían con corazón pero empíricamente, ahora la hacen bajo la dirección de profesionales.

Por ahora, la práctica artística en los penales no es una forma de reducir penas, pero el director del INPE, Carlos Zoe Vásquez, está evaluando cambiar las normas que lo impiden. Mientras eso ocurre, se está planificando implementar las cárceles con aulas de música y con más instrumentos.

La ministra de Justicia, Marisol Pérez Tello, llegó al lanzamiento del programa en el penal Sarita Colonia. Luego de escuchar a los internos interpretar “Mi Libertad”, el éxito del salsero Frankie Ruiz, la ministra confesó que le habían entrado unas ganas incontenibles de bailar.

“Necesitamos empezar a trabajar en lo que un penal siempre debió ser: un lugar de resocialización. Ustedes podrían ser una de las mejores orquestas de salsa del Perú si se ponen de acuerdo. Son muy buenos”, les dijo Pérez Tello y los chicos reventaron en aplausos.

La ministra destacó la necesidad de seguir trabajando para cambiar los estigmas en el Callao, pues -como ya quedó evidenciado- no todo lo que retumba en el primer puerto tiene que ver con gatillos apretados para matar.

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