Extracto de la obra de Enrique Rottenberg “Muelas”: diversidad étnica, humor y paños fríos frente a dolorosa experiencia dental. (Fuente: web de Enrique Rottenberg)
Extracto de la obra de Enrique Rottenberg “Muelas”: diversidad étnica, humor y paños fríos frente a dolorosa experiencia dental. (Fuente: web de Enrique Rottenberg)
Czar Gutiérrez

Multiforme, díscolo y provocador. Dueño de una técnica fotográfica digital que se confunde con la pintura de un lienzo hiperrealista, la obra de Enrique Rottenberg (Buenos Aires, 1948) es tan heterodoxa y múltiple como su existencia misma: hijo de padres judíos de ascendencia polaco-ucraniana, a los 13 años marchó a Israel para terminar la escuela, servir en el ejército y estudiar filosofía antes de embarcarse en una vida de película: filmó seis largometrajes –su "Venganza de Isaac Finkelstein" postuló al Oscar en 1993–, cruzó el océano y echó anclas en Cuba, donde escribió la novela erótica "Cejalinda" (2006).

"Amo esta isla, extraño la comida judía, soy hincha de Boca y quiero que Argentina gane el Mundial", dice el hombre que ha hecho de La Habana el núcleo genitor de su arte, cuyo espíritu libérrimo mantiene inmune en medio de la discutible atmósfera política de un país gobernado hace 53 años por un partido único. "Una vez me preguntaron por qué siendo israelí ninguna de mis películas hablan del conflicto con Palestina y mi respuesta fue: 'Yo tengo conflicto con mi calva, no con los palestinos'".

LÚDICO Y CEREBRAL
Con ese mismo espíritu lúdico, Rottenberg agarra su cámara fotográfica y camina por Buenavista, populoso barrio habanero rico en restaurantes privados ('paladares'), trapicheros que juegan al dominó y toman ‘ron peleón’, cuna de santeros y paraíso de muñecas orishas Ochún, Yemayá y Babalú Ayé. En Buenavista todos creen en alguna entidad superior, esas que viven al otro lado del mar. Hasta allí llega el fotógrafo, clava su trípode en el suelo y se dispone frente al obturador.

"Trabajo con los mismos modelos hace diez años, son amas de casa, abogados, periodistas, maestros, obreros, borrachos, etc. Todavía Cuba tiene eso, distintas clases sociales e intelectuales conviviendo en un mismo barrio", dice. "Llevo 25 años en este país, tiempo suficiente como para crear cierta confianza mutua entre nosotros. Por eso cada producción es una pequeña fiesta. Hay cerveza, ron y música. El ambiente perfecto para crear". Entonces despliega un puñado de imágenes de desconcertante belleza: interrogan primero y perturban después.

No otra cosa es ese encuentro interracial de dos ancianas que se besan ("Historia de un beso") o el choque entre una escuadra de hombres blancos contra otra de negros sobre la cuadrícula de un campo de batalla cerebral ("Ajedrez"). O de ese night club americano de los años 20 redivivo en la coquetería de un grupo de damas ligeras de ropa ("Los años locos, las bailarinas rojas bailando"). Y, otra vez, la proclama antirracista de 128 hombres negros mirando fijo sobre un telón de fondo que funciona como prisma tornasol ("").

"Historia de un beso" de Enrique Rottenberg.
"Historia de un beso" de Enrique Rottenberg.

Guiños al enfermo imaginario de Molière ("La muela") y huellas dactilares de identidad en una toma veraniega desde la planta de los pies ("La playa"). Doce elegantes enternados de mediana edad boquiabiertos sosteniendo un huevo ("Las 12 sillas"). Diecinueve mujeres cuya suntuosa carnosidad es fotografiada en un mismo dormitorio ("19 mujeres y una cama"). Y esa famosa foto de un cuadrúpedo humano perfectamente camuflado en la rosácea tonalidad de un establo de marranos ("Puercos").

ANTES QUE ANOCHEZCA
"Mis modelos oscilan entre los 18 y 87 años, pero generalmente son mayores de 50. Hay en mi obra una cierta ironía, cierto humor, puede que sea mi manera de defenderme. Es decir, no soy dueño de la verdad y lo que digo no es serio ni absoluto, pero lo que sí puedo asegurar es que estas fotos son un reflejo de lo que llevo adentro porque, como decía una poeta israelí, 'solo de mí supe contar / estrecho es mi mundo / como el mundo de una hormiga'".

¿Y de dónde esa profundidad psicológica, esos elementos de desconcierto que dislocan la mirada y terminan fracturando un probable 'final feliz'? "Como nací en Argentina, trabajo bajo la premisa de que las imágenes provienen del inconsciente. Solo después de terminar una foto intento explicar lo que hice. Tal vez en mi obra haya un esfuerzo de diferenciar al individuo de la masa", responde. Y se pierde entre 'melaos' de caña, gajos benditos de albahaca, velas negras para los muertos y sahumerios blancos para los dioses. En Buenavista todos creen en alguna entidad superior "porque todos los santos ayudan a escapar".

​Más información

Lugar: Casa Fugaz - Monumental Callao.
Dirección: Jr. Constitución 250, Callao.
Fecha: del 21 de abril al 23 de junio, de martes a domingos de 11 a.m. a 6 p.m.
Entrada: libre.

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