Rodríguez conduce, junto a Pierr Padilla, el programa “Herencia afroperuana” en radio Filarmonía. (Hugo Pérez / El Comercio)
Rodríguez conduce, junto a Pierr Padilla, el programa “Herencia afroperuana” en radio Filarmonía. (Hugo Pérez / El Comercio)
Redacción EC

Por: Alberto Rincón Effio ()

Conocer a temprana edad a sus ídolos no solo lo motivó a investigarlos, sino también a diseccionarlos con minuciosidad. Luis Rodríguez Pastor ha aprovechado su precocidad para frecuentar a maestros de la talla de Manuel Acosta Ojeda, José Matos Mar y Victoria Santa Cruz y tener una semblanza personal de todos ellos. Su última publicación, “Las palabras de Victoria”, es prueba tangible de ello y además una de las pocas recopilaciones del testimonio de la más brillante artista afroperuana.

—¿Cómo llegó hasta Victoria Santa Cruz?
Desde muy pequeño he sido curioso y aventado. La conocí en abril del 2000 y desde entonces mantuvimos una amistad muy estrecha, conversábamos en su casa y, posteriormente, fui su último percusionista. Luego la acompañé en los talleres que dirigió como Salud, Equilibrio, Ritmo y en presentaciones en la televisión. Conversé y aprendí mucho con ella, y sus palabras me quedaron rondando en la cabeza.

—¿Cuál es la finalidad de este libro?
En este país con vocación de huérfanos no quería que Victoria fuera una de las sacrificadas. Lo que he buscado con este trabajo es que su figura y legado no sean olvidados, sino reconocidos. Estoy convencido de que Victoria Santa Cruz aún es un tema por descubrir, hay aspectos de su trabajo y biografía que no conocemos. La fotografía que se tomó el ministro Salvador del Solar con mi libro lo tomé con la emoción de que eso puede significar que “Las palabras de Victoria” llegue a más personas.

—¿Hay una gran deuda también con Nicomedes Santa Cruz?
Afortunadamente, en el caso de Nicomedes las cosas son distintas. Desde el 2006 se celebra cada 4 de junio el Día de la Cultura Afroperuana, fecha elegida en honor a su natalicio. Además, no solo encontramos numerosos estudios en torno a Nicomedes, sino que también está muy presente en la cultura popular a través de sus décimas y poemas, como el más grande representante de la cultura afroperuana.


—¿Cuál es la razón del talento de los Santa Cruz?

La influencia de ambos padres es, sin duda, importantísima. Hay que recordar que los Santa Cruz Gamarra son 10 hermanos y todos de destacada trayectoria; son un buen ejemplo de cómo con una buena formación no existen barreras. Además, en el momento en que empezaban a desarrollarse artísticamente Victoria y Nicomedes se estaba produciendo un empoderamiento de los afrodescendientes en el mundo en todo rubro.

—¿De dónde nace su admiración por lo afroperuano?

Viene de familia. Mi abuelo está casado con Adriana Mandros Gallardo, quien ha sido distinguida como Personalidad Meritoria de la Cultura por su aporte a la defensa de la población afrodescendiente. Yo he crecido con su familia, a quien siento mía, y muy cercano al Movimiento Nacional Afroperuano Francisco Congo. Esta admiración se ha desplegado en varias ocasiones, y ahora con la publicación de este libro.

—¿Y dónde empezó su interés por los libros?
Crecí con la idea normalizada de vivir entre libros, no de visitar bibliotecas, sino de usar la que teníamos y en seguir alimentándola. Desde muy joven he comprado libros, incansablemente, y ahora siento que ya no tengo espacio para más, que todo se ha desbordado. Probablemente me esté pasando, como en las historias de Pedro Camacho –personaje de “La tía Julia y el escribidor”–, que lo sensato ha desaparecido y me estoy quedando sin espacios para mí.

—¿Cuál es el motor de todo esto?
Es esta vocación balzaciana por saberlo todo. Una idea utópica, absurda, suicida probablemente. Al menos saberlo todo sobre lo que me interesa y, por suerte, no me interesan muchos temas. Me interesa sobre lo vinculado a la historia, la literatura, algunas ramas de la política y a la negritud, por supuesto.

—¿Cuáles son sus dominios como lector?
Si tuviera que dividirlos serían dos: historia y literatura. El nivel de importancia que tiene la historia es mayor; creo que es muy necesaria, pero escasa en nuestro entorno. La literatura es un muy buen complemento. Sin embargo, la literatura y la historia son un gran equilibrio de preguntas y respuestas. Todo está muy concatenado y tengo un interés que casi siempre se desborda. Algunas veces me tengo miedo como lector.

—Le pasó con Mario Vargas Llosa…
Sí, leí “Travesuras de la niña mala” en abril del 2007 y me gustó tanto que terminé leyendo todos sus libros; allí empezó un vínculo temático importante. Empecé a ser más que un lector y desarrollé algunos trabajos en torno a su obra. Ha sido una de las dedicaciones involuntarias que he tenido por la admiración a este autor contundente. Sin embargo, considero que mi gran tema es el Perú.

—Y en ese sentido, ¿cuál es el tema del Perú?
El mito de Sísifo. Siento que la historia del Perú es la de levantar la piedra para que vuelva a caer y volverla a levantar. Cometemos los mismos errores, votamos por las mismas personas y nos preguntamos: ¿en qué momento se jodió el Perú? Pero no nos damos cuenta de que nosotros contribuimos a que se joda. Porque esto es la suma de varios pequeños momentos, cuando solo velamos por nuestros intereses, le sacamos la vuelta a la ley o, simplemente, botamos basura en la calle.

—¿Qué nos queda?
Siempre va a quedar, como dice Alberto Flores Galindo, “la terca apuesta por el sí”. Por más desaliento, decepción, frustración, siempre tenemos que trabajar por cambiar las cosas y mejorarlas. No quiero convertirme en un renegado o alguien que vive criticando, sino proponiendo y contribuyendo a que las cosas mejoren

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Ficha del entrevistado 

Luis Rodríguez Pastor, investigador.
​Nací en Lima en 1988 y tengo una hija de 3 años, Sofía. Crecí en el Rímac y me formé en la biblioteca de mi abuelo, el antropólogo Humberto Rodríguez Pastor. He editado libros como “Mario Vargas Llosa para jóvenes”, “Aforismos: dichos, dichas y desdichas”, con citas de Alfredo Bryce, y “Las palabras de Victoria”.

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