El actor nació en el consulado peruano de Managua, Nicaragua. Por eso se autodenominaba "peruano por casualidad". (Foto: Alessandro Currarino)
El actor nació en el consulado peruano de Managua, Nicaragua. Por eso se autodenominaba "peruano por casualidad". (Foto: Alessandro Currarino)

Antes de ser reconocido por su nombre, (1926-2018) tuvo que usar el seudónimo de Carlos Fernández. Sus padres querían que estudiara en la universidad, en lugar de dedicarse a la actuación, por lo que no podían enterarse de que él era la voz de la radionovela de moda, "Violeta y yo". Su treta funcionó a la perfección hasta que la edición de la tarde del diario "La crónica" publicó una foto suya en un almuerzo de confraternidad. "Cuando llegué a mi casa, mi papá me dijo: 'Pasa, Carlos Fernández'", recordó Victoria en una entrevista. Felizmente, su madre intercedió y obtuvo el deseado permiso.

Victoria protagonizó "Vida" de El Lobo y la Sociedad Privada.

Desde entonces, su larga trayectoria y su gran talento hicieron de él una institución en el teatro nacional. De hecho, en el 2005 fue galardonado con las Palmas Artísticas del Ministerio de Educación y, un año después, fue aplaudido de pie en la clausura del X Festival de Cine de Lima. Por ello, su deceso conmocionó al mundo de las artes. Su hijo, el también actor Carlos Victoria, declaró que si bien él falleció ayer cerca de las 11 a.m., desde hacía más de un año ya había decidido que era tiempo de partir. Su vida se apagó a los 92 años.

—Inagotable—
De Victoria se dice que ha participado en más de 400 producciones. Al respecto, el dramaturgo Alonso Alegría recuerda haberlo escuchado decir que eran 500. "En el 2003, durante los ensayos de la obra 'El loco de los balcones', unos muchachos se lo preguntaron y él dio esa cifra. Quedé sorprendido, así que le pregunté a su amigo Carlos Gassols cuál era la verdad. Este me contestó: 'Él exagera. De 350 no pasan. Lo que sucede es que él cuenta las zarzuelas'". Quince años después, es posible que haya superado la cifra de 400.

Lo que sí se puede comprobar del intérprete autodenominado "peruano por casualidad" (Victoria nació en nuestro consulado en Managua, Nicaragua) es que nunca se calló nada. Ni siquiera cuando el cura de su colegio afirmó que las "mujeres del teatro eran todas unas prostitutas": él, en defensa de su madre, la actriz chilena Lidia Fernández, le propinó un cabezazo que le costó su expulsión. O cuando dirigió el gremio de actores y, por tratar de conseguir mejores contratos, estuvo congelado en el medio por dos años.

En una entrevista a este Diario en el 2015, Victoria habló sobre la muerte. Con 90 años, se imaginó los aplausos de un teatro lleno y dijo: "Así me quiero ir: feliz al terminar una obra. Nunca me ha asustado el concepto de la muerte, menos ahora que veo a mis hijos realizados". Descansa en paz.

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