(Foto:AFP)
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Redacción EC

Antonio Palocci siempre había conseguido renacer de sus cenizas. Las denuncias de corrupción le obligaron en 2006 a renunciar a su cargo de ministro de Hacienda de Lula, pero resurgió como mano derecha de Dilma Rousseff, hasta que la sombra del fraude volvió a tumbarle.

Palocci ha sido condenado a 12 años de cárcel por el escándalo de Petrobras y su testimonio podría perjudicar seriamente las posibilidades de Lula como candidato para las elecciones de Brasil en el 2018

Se reconvirtió por un tiempo en polémico consultor, pero el juez Sergio Moro acabó por impedirle esa nueva resurrección: detenido desde septiembre pasado, este lunes fue condenado a 12 años de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero.

Palocci, de 56 años, fue hallado culpable de haber acordado "sobornos entre el grupo Odebrecht y agentes del Partido de los Trabajadores" (PT, izquierda), según la sentencia.

Médico de profesión, el influyente ex ministro fue un hábil estratega en el complejo ajedrez de intereses y partidos sobre el que se construyeron los gobiernos del PT.

Su agudo ojo político le llevó de ser concejal de la ciudad del interior paulista donde nació, la rica Riberao Preto, a convertirse en el ministro de Hacienda del primer gobierno izquierdista de Brasil, en los cruciales años que abrieron la era Lula (2003-2010).

Por el camino participó en la construcción del PT y fue coordinador de la campaña ganadora del líder metalúrgico, que acabaría seduciendo al mundo con el milagro económico del gigante sudamericano, pero cuya llegada al poder era observada con recelo por los mercados.

Temerosos ante la irrupción de un presidente sindicalista en Brasilia, el astuto Palocci -que en su juventud había formado parte de grupos radicales de izquierda- se reveló como un efectivo bálsamo para los inversores.

Como ministro, mostró una inesperada habilidad para servir de puente entre los sectores más alineados con Lula dentro del gobierno y el mercado financiero, siendo visto como uno de los más influyentes integrantes del gabinete.

A fines de 2005, sin embargo, surgieron las primeras denuncias en su contra, por supuesta participación en una red de pago de sobornos a políticos aliados, en lo que se conoció como el escándalo del "mensalao".

En marzo de 2006, cuando fue acusado de divulgar datos privados de un testigo, Lula acabó cediendo a las presiones y pidió su renuncia.

Era la primera caída al vacío de un político de gran potencial, al que algunos consideraron incluso como un posible sucesor de Lula. Pero él, como siempre, volvería.

"Personas con la competencia política de Palocci no surgen cada día, ni cada año. Tardan mucho en nacer", afirmó Lula en una entrevista con un diario de Ribeirao Preto en 2014.

Su sustituto entonces fue Guido Mantega, también bajo sospecha por sus supuestas conexiones con el fraude a Petrobras.

Moro debe dictar próximamente sentencia contra Lula, acusado de haber recibido un apartamento tríplex en el balneario de Guarujá (Sao Paulo) de la constructora OAS, a cambio de su influencia para obtener contratos en Petrobras.

— Regreso triunfal —

Apenas meses después de su salida en 2006, Palocci logró ser elegido diputado, al tiempo que creaba una empresa de asesoría para asuntos financieros.

Pero su actividad privada no le impidió volver a estar en el lugar y momento oportuno, cuando Lula le convocó en 2010 para coordinar la campaña electoral de la entonces ministra Dilma Rousseff.

Palocci aparcó sus planes de presentarse a la alcaldía de Sao Paulo. Como reconocimiento por su papel central en la campaña, Rousseff lo designó para ocupar el cargo más importante de su equipo, el de ministro de la Casa Civil (asimilable al de un jefe de gobierno).

Su regreso triunfal, sin embargo, solo duró seis meses.

Acusado por la prensa de haber multiplicado por veinte su patrimonio en cuatro años gracias a su sospechosamente próspera consultora, la sombra de la corrupción volvía a bajarle en marcha de un gobierno del que era uno de sus arquitectos.

Con una desconocida emoción para una presidenta conocida por su frialdad, Rousseff no pudo evitar que le temblara la voz al despedir a su mano derecha en la ceremonia de traspaso a su sucesora en la Casa Civil, Gleisi Hoffmann, elegida este mes presidenta del PT, pese a estar igualmente investigada por la Operación Lava Jato sobre el fraude a la petrolera estatal.

Palocci fue detenido a fines de septiembre, menos de un mes después de la destitución de Rousseff, en un proceso de impeachment por manipulación de las cuentas públicas.

Fuente: AFP

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