COMBUSTIBLE: En el caso del ISC a los combustibles, también se hizo ajustes tomando en cuenta su grado de nocividad, en coordinación con el Ministerio del Ambiente. Con esta medida, se corrige la distorsión vigente que hace que el gasohol de 97 octanos pague más impuesto selectivo al consumo (ISC) que el diésel, siendo este último el combustible más nocivo. (Foto: Archivo)
COMBUSTIBLE: En el caso del ISC a los combustibles, también se hizo ajustes tomando en cuenta su grado de nocividad, en coordinación con el Ministerio del Ambiente. Con esta medida, se corrige la distorsión vigente que hace que el gasohol de 97 octanos pague más impuesto selectivo al consumo (ISC) que el diésel, siendo este último el combustible más nocivo. (Foto: Archivo)
Editorial El Comercio

Entre todas las decisiones de política pública posibles, un alza de impuestos jamás va a ser una medida especialmente popular. Así, era previsible que el incremento en las tasas de que el gobierno aplicó hace poco menos de un mes a cigarrillos, alcohol, bebidas azucaradas, vehículos y no cayera bien en determinados colectivos de productores y consumidores.

Entre estos, el aumento impositivo que ha causado más incomodidad es el relacionado a los combustibles. Como se sabe, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) dispuso el incremento del ISC de S/0,88 a S/1,22 por galón en gasohol de 84 octanos, de S/1,10 a S/1,49 en diésel B5, entre otras alzas, lo que motivó protestas en distintos puntos del país. Los cambios en el ISC han sido entendidos por algunos como un golpe innecesario a la capacidad adquisitiva de las familias.

La historia, sin embargo, es más compleja. En primer lugar, el incremento del ISC se dio en un contexto de subida de precio global del petróleo. De hecho, desde el 2016, cuando el valor por barril llegó a estar por debajo de los US$30, el alza ha sido sostenida, hasta llegar a más de US$70 por barril hoy. El Fondo para la Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC) ha evitado que todo el incremento de precios internacionales se traslade a precios venta del consumidor, pero acumula ya una deuda de más de S/750 millones con las refinerías locales. El mayor gravamen, por tanto, es parte de la explicación del alza de algunos combustibles –sobre todo de los más contaminantes–, pero el contexto internacional ha jugado un rol no menor.

En segundo lugar, es poco claro, hasta ahora, que el aumento del ISC se haya reflejado en un incremento significativo de precios a los consumidores. Según el INEI, la inflación durante mayo fue de solo 0,04% (las nuevas tasas tributarias entraron en vigor el 11 de mayo). En términos anualizados, la inflación en Lima llegó a 0,93%, aún por debajo del rango meta del Banco Central de Reserva (BCR) de entre 1% y 3%. Es probable, no obstante, que el aumento del ISC haya impactado negativamente los márgenes de algunos productores y comerciantes, sobre todo en el sur del país, y que la inflación regrese al rango meta durante junio.

En tercer lugar, es justo recordar que la naturaleza del ISC es la corrección de un problema de mercado. En la medida en que quienes consumen, por ejemplo, cigarrillos o combustibles no toman en cuenta la contaminación que producen estos bienes y sus efectos negativos sobre terceros, el Estado incorpora este costo social oculto a través del impuesto selectivo, que desalienta el consumo. En algunos casos, la alternativa de consumo podría ser peor que el producto gravado original –cigarros de contrabando, alcohol adulterado, bebidas caseras con agua no apta para consumo humano o mucha azúcar–, pero en esta lógica lo adecuado es poner cargas tributarias más onerosas sobre aquellos productos más contaminantes o nocivos.

Tiene sentido, por ello, el nuevo esquema de ISC a los combustibles. Mientras el sistema anterior cargaba con mayor impuesto a las gasolinas menos contaminantes, el reciente cambio del MEF corrige este error de política y pone tasas de ISC más altas a los combustibles más perjudiciales para el ambiente. El resultado en algunos casos, sí, puede ser incrementos en los precios de transporte y bienes finales, pero en alguna medida ello justamente estaría reflejando el costo social real del producto transportado, incluyendo su carga sobre el ambiente. A mediano y largo plazo, además, este esquema tributario debe servir para incentivar la conversión hacia vehículos menos contaminantes.

La promesa del presidente Vizcarra de “evaluar” el incremento del ISC a los combustibles ante las protestas del interior del país puede tener más de reflejo político hiperbólico que de análisis sensible del sistema tributario. Gobernar también es implementar medidas poco populares pero adecuadas. Este parece ser uno de esos casos.