Vela (derecha) dijo que a Pérez le han abierto una “cantidad inmedible” de procesos para distraerlo. (Foto: El Comercio)
Vela (derecha) dijo que a Pérez le han abierto una “cantidad inmedible” de procesos para distraerlo. (Foto: El Comercio)
Editorial El Comercio

El último sábado, mientras se celebraba la audiencia para revisar la apelación presentada por la ex candidata presidencial Keiko Fujimori, a fin de que le sea revocada la medida de prisión preventiva decretada en su contra hace casi 50 días, el fiscal superior hizo una grave denuncia.

“Hay un hecho que sí es necesario que tenga conocimiento […] la opinión pública. Hemos sido plenamente hostilizados […] para que no se pueda avanzar”, manifestó Vela, quien, como se sabe, se desempeña también como coordinador del equipo especial del Ministerio Público a cargo del Caso Lava Jato en nuestro país. El fiscal, además, exhibió ante el juez uno de los indicios de aquella animosidad: el comunicado difundido un día antes por el Ministerio Público.

El documento al que hacía referencia Vela consistía en un oficio enviado el 14 de diciembre por la procuradora general de Brasil, Raquel Ferreira Dodge, a su homólogo peruano Pedro Chávarry, en el que la primera le explicaba que la nota publicada a fines de noviembre por la Fuerza de Tarea a cargo del Caso Lava Jato en ese país –que saludaba el trabajo que viene realizando el equipo liderado por Vela en el Perú y resaltaba la importancia de evitar cualquier interferencia política– no reflejaba la “posición institucional” de la fiscalía brasileña.

Lo peculiar de la nota era que la ‘aclaración’ de la procuradora, a diferencia del comunicado de respaldo de la fuerza de trabajo, no era espontánea, sino que respondía a un pedido hecho por Chávarry, en un gesto que no puede leerse como menos que un intento del fiscal de la Nación por picarle la llanta a sus subalternos.

Así, lo que un día antes lucía como un acto de mezquindad (¿cómo entender, si no, que el fiscal de la Nación trate de minimizar los elogios recibidos por un equipo de su propia institución de parte de un órgano extranjero?) adquiría una tonalidad mucho más preocupante al oír la interpretación del fiscal Vela, para quien el comportamiento de su superior “conspira contra las relaciones que tenemos [con el equipo brasileño] y, además, se trata de un plan articulado”. Un plan en el que, según Vela, también participa el jefe de la Unidad de Cooperación Internacional, Alonso Peña Cabrera, quien “permanentemente se entromete y nos cuestiona”.

Cierto es que los fiscales a cargo de Lava Jato, en tanto tienen entre sus manos investigaciones que involucran a personalidades políticas importantes –algunas de ellas, inclusive, con significativas parcelas de poder–, están expuestos a recibir presiones desde todos los flancos. Lo alarmante de la denuncia del señor Vela, no obstante, es que, al parecer, en esta ocasión el torpedeo provendría de la propia fiscalía. Y, lo que es peor, este respondería a una estrategia planificada, que involucraría a su jefe máximo y que tendría como finalidad extender un velo de impunidad en las pesquisas.

Alarma, sin embargo, que este episodio no sea ni por asomo el primero en el que se evidencia aspereza en las relaciones entre Chávarry y los integrantes del equipo especial coordinado por Vela. Este último, por ejemplo, ha recordado la ocasión en la que el titular del Ministerio Público removió a la fiscal Érika Delgado Torres, que se encontraba trabajando para el despacho de otro de los miembros del equipo especial, el fiscal José Domingo Pérez, en las investigaciones por los presuntos aportes de Odebrecht a los partidos políticos. O los cinco procesos disciplinarios abiertos contra el propio Pérez (uno que incluye a otro fiscal del equipo, Germán Juárez Atoche).

A ello habría que añadirle las declaraciones que dio el mismo Chávarry en noviembre pasado, cuando –atendiendo a la pregunta de un entrevistador– aseguró que podía retirar al fiscal Pérez de las investigaciones que este tenía a su cargo, pero que no lo hacía para que no se interprete como una represalia.

Indicadores, que vistos en conjunto hacen que salten las alarmas y obligan a no perder la atención de lo que ocurra con el equipo liderado por Vela en las semanas siguientes. Más aun tomando en cuenta que existen interrogatorios confirmados en Brasil con Jorge Barata para el próximo mes.