Allí, en promiscuidad dolorosa, se ve a niñas de todas las edades tendiendo la mano suplicante. (Ilustración: Giovanni Tazza)
Allí, en promiscuidad dolorosa, se ve a niñas de todas las edades tendiendo la mano suplicante. (Ilustración: Giovanni Tazza)
Hace 100 años

Uno de los cuadros más dolorosos que la miseria presenta entre nosotros es el que ofrecen los grupos de familias desvalidas que, en la noche, están en las puertas de los templos, en los bancos de las plazas públicas, en los alrededores de los restaurantes baratos. Allí, en promiscuidad dolorosa, se ve a niñas de todas las edades tendiendo la mano suplicante, acostumbrándose a todos los tratos, preparándose para vivir en el arroyo y a recoger fuera del trabajo los elementos de su vida futura. Esto realmente parte el alma.

H.L.M.