Colectivo Con mis Hijos no te Metas llegó hasta la plaza Bolívar del Congreso, a fin de manifestarse en contra del enfoque de género en el currículo escolar. (Foto: César Campos)
Colectivo Con mis Hijos no te Metas llegó hasta la plaza Bolívar del Congreso, a fin de manifestarse en contra del enfoque de género en el currículo escolar. (Foto: César Campos)
Andrés Calderón

Los líderes del movimiento conservador resultaron más intervencionistas de lo que quisieran admitir. Su pretendida plataforma se basa en un abstencionismo estatal de la educación de sus vástagos, pero no tuvieron empacho para pedirle al Poder Legislativo el uso de una plaza pública como punto de destino en la marcha que realizaron el último viernes. Tampoco se sonrojaron al utilizar como intermediarios de aquella gestión a los congresistas Julio Rosas y Pedro Olaechea.

Más allá de esta paradoja, la apertura de la plaza Bolívar –contigua al de la República, enrejada y normalmente de acceso restringido– a un grupo de ciudadanos para una manifestación pública ha generado varios cuestionamientos.

Empecemos por lo esencial, ¿es lícita una manifestación pública en la plaza adyacente al Palacio Legislativo?

Sí. Los derechos de reunión y manifestación pública están reconocidos en el artículo 2, inciso 12 de la Constitución. Son exteriorizaciones, además, de la libertad de expresión (artículo 2, inciso 4). Contrariamente a lo que muchos creen, estas manifestaciones no requieren autorización previa, sino un anuncio anticipado a la autoridad (Ministerio del Interior). Esto ha sido desarrollado expresamente por el Tribunal Constitucional (Caso CGTP contra la Municipalidad Metropolitana de Lima) y la Defensoría del Pueblo (re-reelección de Fujimori y Marcha de los Cuatro Suyos).

¿En qué casos puede haber limitaciones?

La Constitución admite la posibilidad de prohibir marchas o reuniones “solamente por motivos probados de seguridad o de sanidad públicas”. Es decir, si se trata de una marcha pacífica, no debería haber restricciones.

Sin embargo, también podrían ser razonables algunas reglas para proteger otros derechos o para mitigar su afectación. Por ejemplo, se podría admitir ciertas limitaciones de fechas y horarios para no perturbar en exceso el trabajo de los congresistas.

Curiosamente, en el caso que comentamos, el presidente del Parlamento, , dio su visto bueno a la marcha en la plaza Bolívar en un día y horario laborables. Entonces, si más adelante quisiera restringirse las manifestaciones públicas en el espacio público contiguo al Congreso, bajo el argumento de resguardar el trabajo parlamentario, quedaría evidenciado el trato discriminatorio.

¿Puede, en todo caso, permitirse solo manifestaciones organizadas o apoyadas por congresistas?

No. Rotundamente, no. Los congresistas Julio Rosas y Pedro Olaechea solicitaron la autorización para la manifestación en la plaza Bolívar al presidente del Legislativo, Daniel Salaverry, y este accedió. Pero, más allá de que el Congreso administre la plaza Bolívar, el uso de un espacio público no puede estar sujeto al antojo de solo uno o un grupo de parlamentarios, ni al servicio de sus intereses o ideologías particulares.

Aquí, Julio Rosas y Alberto de Belaunde son ciudadanos iguales a usted, amable lector, y a mí. Y así como se permitió la marcha de Con mis Hijos no te Metas en la plaza Bolívar, también tendría que aceptarse la marcha del orgullo gay, o una protesta pública de los fanáticos de “Game of Thrones” que queremos que rehagan la última temporada. No se puede discriminar a cierto tipo de manifestantes por el mensaje que quieren transmitir. Es lo que los norteamericanos conocen como ‘content discrimination’ y se torna más grave e inconstitucional cuando buscan beneficiar o desfavorecer solo a un punto de vista (‘viewpoint discrimination’).

Si los de Con mis Hijos no te Metas quieren meterse a la plaza, bienvenidos, pero bienvenidos todos.