(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Iván Alonso

Se ha repetido mil veces que hay que ampliar la base tributaria. En el caso específico del , eso quiere decir que más gente debería pagarlo. Y eso es precisamente lo que el ministro Tuesta planteó en su reciente presentación ante la comisión de economía del congreso. Evocando épocas pasadas, el premier ha dicho, sin embargo, que un cambio en el impuesto a la renta no está en agenda. Qué lástima: debería estar; sobre todo para corregir los despropósitos introducidos al principio de este gobierno.

La idea del ministro para incorporar a más contribuyentes es reducir el tramo inafecto de las rentas de personas naturales de 7 unidades impositivas tributarias (UIT) a 4. En números redondos, si hoy sólo pagan impuesto a la renta las personas que ganan más de 2,000 soles mensuales, en el futuro lo pagarían todas aquellas que ganen de 1,200 para arriba. La reducción a 4 UIT alinearía el valor del tramo inafecto, en proporción al ingreso promedio, con el de otros países cercanos.

Es otra realidad, responde el premier. Sí, es verdad, es otra realidad; pero eso no zanja la discusión. ¿Qué diferencias entre una realidad y otra justifican mantener las 7 UIT? Una diferencia importante podría ser la demografía. Más exactamente, la relación entre la población en edad de trabajar y el resto. Si en Chile o en México cada persona que trabaja sostiene, en promedio, a otra, mientras que en el Perú sostiene a dos, es lógico que el tramo inafecto sea más alto entre nosotros. Pero dudamos de que haya una diferencia tan grande.

Pero no todo lo que ha planteado el ministro nos parece acertado. Para compensar la reducción del tramo inafecto propone aumentar de 3 a 6 UIT los gastos deducibles. Parece inobjetable que el gobierno alivie la carga del contribuyente que gasta parte de sus ingresos en cosas tan nobles como educación, salud, alquiler y otros que podrían agregarse a la lista, pero es profundamente inequitativo. La familia que tiene un hijo en el colegio más caro de Lima puede deducir íntegras las 3 UIT y obtener un beneficio (una reducción de impuestos) de 3,700 soles al año; la que tiene a su hijo en uno de esos colegios de las nuevas cadenas privadas apenas podrá deducir 1 UIT, con un beneficio que quizás no supere los 300 soles al año.

Las deducciones son, en el fondo, subsidios al consumo de ciertos bienes y servicios. En lugar de ampliarse, deberían eliminarse. Como todos los subsidios, distorsionan las decisiones del consumidor. Consultas que antes no se le hacían al médico porque uno prefería gastar esa plata en el gimnasio, ahora sí se le hacen porque el gasto es deducible; pero la consecuencia inevitable es que uno deja de ir al gimnasio. La economía deja de producir las cosas que le dan más satisfacción a la gente para producir otras que le dan menos satisfacción, pero cuyo costo se puede trasladar parcialmente al estado, que se queda con menos recursos para otras cosas. Eso se llama ineficiencia.

También debería eliminarse el régimen especial para las “mypes” creado al inicio de este gobierno, que redujo a 10% la tasa del impuesto a la renta para las primeras 15 UIT de utilidades. El nuevo régimen no ha conseguido formalizar a nadie, que era lo que ingenuamente buscaba; y más bien le ha hecho perder al fisco cientos, si no miles, de millones de recaudación.