El 28 de julio, el presidente de la República Martín Vizcarra propuso una reforma constitucional para adelantar elecciones generales al 2020 (Foto: Congreso de la República)
El 28 de julio, el presidente de la República Martín Vizcarra propuso una reforma constitucional para adelantar elecciones generales al 2020 (Foto: Congreso de la República)
Fernando Vivas

Pateen la pelota para adelante, por favor. Este es mi ‘wishful thinking’ y consejo de conejo dirigido a ambos bandos, Ejecutivo y Congreso, Vizcarra y Fuerza Popular: pacten de una buena vez el adelanto de elecciones con una fórmula distinta a la propuesta por el Ejecutivo. Que Vizcarra deponga la idea de hacer un referéndum y que el Congreso compre la idea del anticipo en sus propios términos, las dos legislaturas rápidas que, además, permitirían redondear la reforma política que el Ejecutivo está abandonando. Y todos quedamos parches.

¿Vacar a Vizcarra? Ha sido opaco, mendaz, dubitativo y torpe en el caso de Tía María, pero sería el acto más sublime –y patético– de la derecha peruana vacar a un presidente porque no fue consecuente con la gran inversión. Sería tan estúpido como que la izquierda quiera vacarlo por no ser consecuente con el ‘sumaq kawsay’ (la doctrina posextractivista del buen vivir). Cualquier otro tema forzado de vacancia sería, ahora, suicida para el vacador.

En coyunturas como esta se destacan los componedores y los carboneros. Los últimos buscan activar el devastador voto en bloque de Fuerza Popular. Pero veo a algunos fujimoristas escaldados de tanto pisar los palitos que les ponen otras bancadas, que quieren irse de este Congreso sin que los apanen en el callejón oscuro. También están los duros, que quieren morir matando todo a su alrededor. Que ganen los primeros.

Por lo menos una bancada –la de APP– se ha manifestado en bloque a favor de las dos legislaturas rápidas. Las otras están –presumo– apostando a que el enredo de los audios de Tía María y cualquier lío que venga diluyan la propuesta del adelanto hasta que sea muy tarde para implementarlo. Si pueden prolongar el lío, con la visita de ministros y hasta una interpelación, lo harán. Pero la contradicción es dramática: ganan tiempo para llegar al 2021, suman razones para acabar todo en el 2020.

Si los bandos pactaran un plan de agenda reformista constructiva para irse el 2021 sin apuñalarse y salpicarnos, ¡en buena hora! Pero ahora veo más fácil que pacten una salida que una quedada. Además, en su bronca, están azuzando la conflictividad. Una cosa es que los candidatos hagan promesas efectistas en su plan de gobierno, otra cosa es que presidente y oposición ofrezcan, para hoy, medidas concretas. Que revierta la suspensión de la licencia, pide la derecha; que anulen la licencia que nunca se debió dar, pide la izquierda; y en el zarandeo la región sur se mantiene caliente.

A las bancadas, portavoces y partidos aún en proceso de evaluación, o en recomposición interna como FP, tienen que caer en la cuenta de que, más que nunca, en esta coyuntura apuestan su futuro.