(Ilustración: Mónica González).
(Ilustración: Mónica González).
Mario Ghibellini

A raíz de lo escuchado en los audios que revelan enjuagues varios en el sistema de justicia del país, la señora y el congresista son en estos días objeto de sospechas. A la primera se le atribuye ser ‘la señora K’, aludida en una conversación entre el empresario Antonio Camayo y el ya mítico juez César Hinostroza, e interesada en tener una reunión con este para asegurarse de que cierta investigación fiscal que la involucraba fuese cerrada. Y al segundo, haber asistido, en febrero del año pasado, a una cita secreta en casa del entonces integrante del Consejo Nacional de la Magistratura () Guido Aguila para presionar al también consejero Baltazar Morales, a fin de que votase por Julio Gutiérrez Pebe como próximo presidente de esa institución. O, si se quiere, darle una ‘empujadita’.

Como se sabe, al final ni la investigación de marras fue cerrada ni Gutiérrez se convirtió en presidente del CNM. Pero intentar usar esa circunstancia como prueba de que las presiones no existieron es un mal truco, pues tratar de influir políticamente en el sistema de justicia y lograrlo son dos cosas distintas. Ambas, sin embargo, ilícitas.

—¡Soy inocente!—

En un mensaje divulgado esta semana en las redes, la señora Fujimori ha argumentado, en efecto, que, como afronta en este momento cuatro investigaciones, es absurdo afirmar que es una persona influyente en el Poder Judicial. Y, a juzgar por los resultados, a lo mejor tiene razón. Pero eso no quiere decir que no lo haya intentado…

El dato importante en el caso de ‘la señora K’, además, es que la reunión con Hinostroza que supuestamente estaba solicitando vendría a ser la segunda, pues en la conversación telefónica con el referido juez, Camayo define a la misteriosa dama así: “La que usted fue a su casa y le dio, caramba, la de... caramba... la fuerza número 1”. Así las cosas, el dramático clamor de la señora Fujimori en el sentido de que ella nunca solicitó la reunión a la que se alude en esa llamada y nunca ha estado en la casa del señor Camayo no permite descartar mucho. Lo deseable, en realidad, habría sido que aseverase con la misma vehemencia que nunca solicitó o acudió a la primera reunión y que Hinostroza nunca ha estado en su casa.

De cualquier forma, quien peor la lleva en toda esta opereta es el congresista Becerril, pues en su caso la información sobre la supuesta cita para presionar a Morales apareció por primera vez en diciembre del año pasado, en una nota de IDL-Reporteros, y ahora ha sido reforzada por una conversación registrada durante un pleno del CNM en la que Aguila y Morales la dan por cierta.

Él ha insistido, por supuesto, en que todo es una patraña, pero no parece estar generando precisamente una ola de credibilidad a su favor. Y en la bancada fujimorista se han dado cuenta.

“No hay ningún indicio de que Fuerza Popular haya participado en una reunión así, ni [de] que se le haya encomendado algo así al congresista Becerril”, ha declarado, por ejemplo, en estos días la parlamentaria Úrsula Letona. Y sus palabras han hecho recordar de pronto a los memoriosos aquella inquietante fórmula con la que empezaban siempre los episodios de la serie “Misión imposible”.

“Si usted es capturado –le advertía al protagonista una voz anónima desde una grabadora, tras asignarle la misión de ocasión–, la organización negará tener conocimiento de sus acciones”. Y luego, mientras el aparato comenzaba a incendiarse, añadía: “Este mensaje se autodestruirá en cinco segundos”.

De manera que si en los próximos días, cuando le toque al congresista asistir a la comisión que habrá de investigarlo, se empieza a distinguir una cierta niebla que lo envuelve, que nadie pierda el tiempo hablando de cortinas de humo. Que todos corran, más bien, a ponerse a buen recaudo, porque eso va a explotar.