(Ilustración: Mónica González).
(Ilustración: Mónica González).
Mario Ghibellini

Los domingos por la mañana se hicieron para perder el tiempo en ocupaciones inútiles. En esta pequeña columna, por ejemplo, tenemos la costumbre de sintonizar alguno de esos canales de cable que se especializan en documentales y en el que emiten un programa rebosante de teorías pastrulas sobre los extraterrestres.

La idea central siempre es la misma: los visitantes del espacio llegaron hace miles de años a nuestro planeta y, a través de las huellas que dejaron en las antiguas religiones y gracias a intervenciones practicadas a las víctimas de algunas abducciones selectivas, han ejercido y continúan ejerciendo una influencia determinante en nuestra historia.

Las pruebas, además, son fáciles de hallar. Se las encuentra en las pirámides de Egipto y en las Líneas de Nasca, para no hablar de la flagrancia del “incidente Roswell” (la supuesta precipitación a tierra de un OVNI, ocurrida en Nuevo México, allá por 1947), que las autoridades estadounidenses al parecer se encargaron de encubrir muy mal.

La verdad es que, de solo ver la cabellera electrizada del presentador del programa, uno sabe que no se puede tomar aquello en serio, pero el empeño que le ponen a sus elucubraciones es meritorio y, como decíamos, para matizar la molicie dominguera, no está mal.

El jueves de esta semana, sin embargo, tuvimos por un instante la impresión de haber captado en la televisión una entrega extemporánea de la serie. Ahí estaban las teorías marcianas y el espíritu, más que ancestral, arcaico. Tenía que ser un especial no anunciado del programa y los detalles sobre el origen extraterrestre de las formaciones rocosas de Marcahuasi no tardarían en llegar… Hasta que de pronto caímos en la cuenta de que lo que estábamos viendo era, en realidad, la interpelación a la titular de Educación, .

—La exorcista y el pastor—

El hecho de que se convocase a la ministra al pleno fue, como se sabe, consecuencia de la detección de unos enlaces virtuales ‘hot’ en un libro para estudiantes de tercero de secundaria. Pero el debate posterior a las respuestas de la funcionaria sobre ese asunto dejó rápidamente en claro que el propósito de fondo de las fuerzas de oposición era ajochar, una vez más, al gobierno con la cantaleta del ‘enfoque de género’. Y si bien la sesión se caracterizó por intervenciones que demostraron que las deficiencias en nuestro sistema educativo se remontan, por lo menos, a la época en que muchos de los actuales integrantes de la representación nacional estaban en edad escolar, no cabe duda de que los momentos estelares del evento fueron fina cortesía de la legisladora y el pastor .

A la primera le debemos un inspirado cambio de denominación al Minedu (“para mí, se llama Sodoma y Gomorra”, anunció en el clímax de su discurso), así como la expectoración de sendos “¡Vade retro!” dirigidos al presidente y al premier . Mientras que el segundo nos iluminó acerca de lo que puede ser un regalo ideal para cualquier amigo o amiga homosexual en las próximas Navidades: una buena Biblia (con algunos versículos del Levítico seguramente subrayados).

Más allá de las frases memorables, no obstante, lo que realmente evocaba las teorías sobre extraterrestres que, infiltrados entre nosotros, conducen secretamente nuestro destino era el, digamos, sustento del planteamiento total que a ratos asomaba en las peroratas de los fustigadores del aborrecido enfoque.

Según se desprende de sus palabras, efectivamente, lo que existiría en el país es un “aparato de gobierno que se ha convertido en promotor y activista” de una ideología que “adoctrina a los niños a cuestionar su identidad natural”; o también una utilización de “la política pública educativa con un propósito de corrupción masiva”. Y si se los presiona un poco, se animan a explicar que todo es una vasta conspiración que comprende medios, ONG y funcionarios con una agenda precisa, distribuidos en toda la estructura del Estado y dispuestos a sucederse unos a otros y seguir con el plan cuando alguno de ellos cae víctima de una censura parlamentaria o una metida de pata que los pone momentáneamente en evidencia.

El plan, además, viene dictado desde ‘afuera’ y es financiado por un titiritero que lleva un apellido de resonancias indudablemente alienígenas: Soros.

La parte del objetivo último de la maquinación todavía no la tienen muy desarrollada, pero la hipótesis de que lo que se busca es incentivar la homosexualidad para reducir la tasa de natalidad (no se sabe si solamente en el Perú o en todo el mundo) es una de las más populares. Si no fuera porque sabemos que la sola idea los pone nerviosos, diríamos que se han fumado algo para su glaucoma.

—Predicándole al coro—

Parafraseando a Borges, nos parece que el mayor problema de la teoría sobre los conspiradores del enfoque de género es que simplemente “adolece de irrealidad”. Quienes la postulan, en efecto, parecen olvidar que les están atribuyendo una sincronizada capacidad de ejercer el mal a los mismos necios que creen que forzando una nueva concordancia gramatical van a disminuir las violaciones a menores y los feminicidios. Los tres chiflados nunca han servido para poner en marcha conjura alguna. Las tres chifladas, tampoco.

Los interpeladores del jueves, sin embargo, no parecen comprender lo descabellado que, salvo para aquellos que comparten su delusión, suena su discurso. Y lo más probable es que en lo que resta de su mandato congresal tampoco lleguen a comprenderlo. Pero no importa: como en el 2021 no habrá reelección, en un par de años igual tendrán que procurarse un futuro fuera de la política. Produciendo documentales para algún canal de cable quizás.