(Foto: Zenaida Condori)
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Zenaida Condori

“Mamá, estoy bien. No me busquen”. La voz quebrada y temblorosa era de Yhurema Mamani Paricahua, la adolescente que hace 10 días salió de su casa, en Arequipa, y desapareció. Fue una llamada de tres segundos y la única señal que ha dejado la menor a Francisca Paricahua Ccamma, su madre.

En su vivienda del pueblo joven Siete de Junio, en el distrito de Sachaca, Francisca mantiene las cosas de Yhurema, de 17 años, tal como ella las dejó. Dice que, como todos los días, aquel 27 de febrero su hija tomó un desayuno ligero y salió a las 7:30 a.m. rumbo a su academia preuniversitaria. Hace un mes que estudiaba ahí.

“Los primeros días de clases llegaba a las 4:30 p.m. a la casa. Después comenzó a llegar a las 7:30 p.m., a veces a las 8 p.m. Nos preocupaba pero entendíamos que demoraba por las clases”, lamenta Francisca.

Yhurema tenía un enamorado que vive en su mismo barrio de Sachaca. El día que desapareció, cuando las horas pasaban y la preocupación carcomía a sus padres, Francisca acudió a casa del muchacho. Allí, otra desconcertada mujer se identificó como la mamá del joven y le informó que días atrás Yhurema había terminado la relación. Le comentó, incluso, que Yhurema le había devuelto a su hijo varios peluches y desde entonces este no sabía nada de ella.

(Foto: Zenaida Condori)
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—Siguiendo pistas—

Camino a su domicilio, otra vecina comentó a Francisca que una vez vio a Yhurema bajar de un auto rojo en el ingreso a Siete de Junio. Cuando consultó a Yhurema quién era el hombre que conducía el vehículo, esta solo le indicó que se trataba de un amigo y apuró el paso.

Al día siguiente, los familiares denunciaron el caso en la comisaría de Sachaca, desde donde se transfirió al Departamento de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Secuestros.

La familia no dejó que solo la policía se desplace en busca de la menor. Los padres, tíos y primos de Yhurema formaron brigadas y recorrieron distintos lugares para hallar alguna pista o un rastro en torno a sus últimos movimientos.

Los parientes de Yhurema se contactaron también con sus compañeros de la academia y del colegio donde estudió. De esas indagaciones, el único dato que obtuvieron fue que la menor podría estar con un hombre al que las estudiantes solo identificaban como ‘Choco’. La policía investiga quién es este sujeto, al parecer dedicado a captar menores para presuntos puestos de trabajo; y si se trataría del mismo con el que Yhurema fue vista dentro de un auto rojo.

El jueves 1 de marzo en la mañana, todas las fotos y mensajes que estaban en la cuenta de Facebook de Yhurema fueron borrados. Una hora después, aproximadamente, se produjo la llamada en que Yhurema pedía a Francisca que no continúe con su búsqueda.

“Se comunicó desde un teléfono público. La noté desesperada, como si alguien la estuviera obligando a hablar. Apenas le pregunté dónde estaba, cortó la llamada”, recuerda Francisca.

El padre de Yhurema, Vidal Mamani, un hombre que trabaja como vigilante todas las noches, está seguro de que su hija ha caído en poder de una mafia dedicada a captar menores para explotarlas. Para él, es imposible que la adolescente haya tenido motivos para huir por su propia voluntad.

“Es la menor de mis tres hijos y siempre fue mi consentida. Nada le faltaba y nunca hemos tenido problemas con ella”, solloza.

—Registros—

El Departamento de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Secuestros de Arequipa informó a El Comercio que realizan todas las diligencias posibles para encontrar a la menor.

Los agentes a cargo del caso sospechan que Yhurema pudo ser llevada a un nigth club, pero no contra su voluntad. Según explicaron, un delincuente dedicado a la trata de personas jamás deja que su víctima tenga contacto con sus familiares, tal como ya ha ocurrido con la adolescente.

En esta unidad policial, al día se reciben seis o siete denuncias por desaparición (el 2017 se registraron 690 denuncias). Sin embargo, al menos cinco se resuelven en menos de tres días. Al año apenas uno o dos casos, como máximo, son remitidos a los departamentos de Trata de Personas y de Homicidios.

“Arequipa no es zona de trata de personas, más bien es punto de tránsito por las mafias”, explicó un detective.

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