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Cacao peruano
Redacción EC

La despensa peruana como fuente de inspiración sigue viajando cientos de kilómetros, cargando con ella la explicación de un país, de nuestra cultura. Para Jordi Roca - reconocido en el 2014 como el Mejor Jefe de Postres en el mundo por World’s 50 Best Restaurant – esta exploración lleva varios años, pero su atracción hacia el cacao peruano se renueva con cada visita.

A mediados de setiembre el menor de los hermanos Roca – de El Celler de Can Roca, restaurante de Girona (España) con tres estrellas Michelin – pasó por Perú para convencerse: el cacao peruano es de los mejores que ha probado.

Su travesía lo llevó por Piura y la selva de Cajamarca, en Jaén, donde pisó por primera vez una plantación de cacao y vio estos grandes frutos colgando de los árboles. También conversó con la comunidad Awajún y en el distrito de Bellavista, en la provincia peruana de Jaén, en la región de Cajamarca, se reunió con productores de cacao, quienes le mostraron la calidad y variedad de los cacaotales peruanos. Ahí, estudió los frutos, la fragancia de las hojas secas y los granos de cacao.

Jordi Roca estuvo de visita en Perú como parte de un proyecto, junto al BBVA, en busca del mejor cacao del mundo con el que proveerá la chocolatería que proyecta para el próximo año.

-Historias con aroma a cacao-

Óscar Velásquez tiene 60 años y siempre se dedicó al cultivo de cacao. Sin embargo, tiene un sueño pendiente: antes de morir le gustaría ver desaparecer los campos de arroz que inundan su comarca.

Velásquez es uno de los 50 clientes de Financiera Confianza, entidad de la Fundación Microfinanzas BBVA dedicados a la producción de cacao en el distrito de Bellavista, en la provincia peruana de Jaén.

La mayoría trabaja entre los valles de Shumba y Huayape, y muchos de ellos han sustituido los cultivos de arroz por árboles de cacao. “El arroz requiere muchos insecticidas y mucha agua. El cacao es más rentable, más medioambiental, y mucho mejor para la salud de los agricultores”, explica.

Jorge Troya es amigo de Velásquez y reconoce que no sabía nada de cacao hasta que ambos se cruzaron. Parte de su finca aún está ocupada por espigas de arroz, pero tiene previsto deshacerse de ellas.

“Con el arroz estás todo el día metido en el agua, muchos agricultores tienen problemas en las rodillas y en la espalda”, dijo Troya mientras Óscar le enseña a Jordi cómo se hace un injerto de variedad criolla: “El cacao es más descansado y más rentable, porque no hay que gastar en insecticidas. Y como los arrozales son terrenos planos e inundables, se pueden plantar más árboles y regar fácilmente”.

Velásquez acompañó a Jordi Roca a conocer la chacra de Jorge para mostrarle el trabajo de recuperación de las variedades autóctonas de cacao. Aprendió de su padre todo sobre su cuidado, y ahora se dedica a concienciar a los agricultores sobre los beneficios del cambio.

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