José Luis Tipacti Peña Vásquez, el niño Chicho, es considerado milagroso por muchos fieles. El Comercio conversó con la madre de este menor fallecido en el terremoto del 2007 sobre el auge de esta devoción popular. (Video: El Comercio)
Luis García Bendezú

Un día como hoy, hace veinte años, nació en un hospital de Ica José Luis Tipacti Peña Vásquez, el portentoso niño Chicho. Durante los nueve años que vivió, Chicho gozó de las alegrías de un niño común: fue mimado por sus padres, asistió a un colegio particular y en sus ratos libres solía intercambiar canicas, bailar el trompo y jugar Gunbound. Lo extraordinario vino después, luego de su repentina muerte en el terremoto del 15 de agosto del 2007.

Los primeros reportes sobre las virtudes de Chicho aparecieron a los dos meses de su partida. Edith Peña Vásquez, su madre, cuenta que un día halló a una anciana que encendía un cirio en la gruta del niño, en la calle Ayacucho de Ica. Esta mujer, que nunca había conocido a Chicho en vida, estaba agradecida por un milagro concedido. Al principio, Edith dudó. Pero poco después surgieron más testimonios místicos de personas que se encomendaban a este menor que murió entre los escombros de una casona de adobe.

Según su madre y sus fieles, Chicho ha intercedido en la sanación de decenas de enfermos incurables, ha hecho prosperar negocios, volvió fértiles los vientres de al menos 123 mujeres e incluso ha intervenido en litigios prediales y créditos hipotecarios, siempre a favor de aquellos que creen en él. Edith conserva recuerdos de estas personas 'beneficiadas' por su hijo. Las mujeres que encontraron la fertilidad tras rezarle a Chicho, por ejemplo, le han regalado pequeños zapatitos de bebé. La madre también ha recibido artesanías que le envían los prisioneros del penal de Cachiche, todas alusivas a su niño. 

-Beatificación-
Edith Peña Vásquez contó esta semana a El Comercio que pronto empezará a reunir en un libro los testimonios más sólidos sobre los milagros de Chicho  para iniciar un proceso de beatificación ante la Iglesia Católica. Ella sabe que la tarea le podría tomar años, pero está convencida de que su hijo es un potente intermediario entre Dios y los seres humanos. Edith también es consciente de que algunos sacerdotes iqueños no miran con buenos ojos esta devoción popular. 

Lo que tiene Edith a su favor son los inagotables testimonios. Basta conversar una hora con esta mujer para darse cuenta del cariño que le profesan al niño 'milagroso' en Ica. En su casa, la mamá de Chicho ha acondicionado un altar con imágenes religiosas, centenares de fotografías y juguetes. Ahí llegan cada quince minutos diferentes devotos en busca de la bendición del niño. 

Así encontramos, por ejemplo, a Lidia Sotelo, una mujer chinchana que visita a Chicho cada seis meses para pedirle salud para su familia. Ella llegó este martes a la casa del niño con una bolsa grande de juguetes que se repartirán este 20 de julio durante una ceremonia por el cumpleaños de Chicho. 

Apenas Lidia se marchó, entró al hogar Elvis Carpio, quien vive en Pisco y anda en busca de trabajo por estos días. Él acudió a rezar con su madre, quien ya es devota de varias vírgenes y ahora añadirá a Chicho a su santoral. Edith Peña Vásquez está tan acostumbrada a recibir fieles desconocidos en su vivienda que no se molesta en abrirles la puerta personalmente. Solo les arroja la llave desde una ventana para que ellos ingresen solos.

-Fervor y celo-
​Desde hace un tiempo la devoción por Chicho ha dejado de ser un fenómeno regional y está cruzando fronteras. Según Edith, cuando se organiza la Navidad de Chicho –el 22 de diciembre- su familia recibe regalos y donaciones de fieles de todo el país e incluso de España, Italia, Japón, Brasil, México y Francia. Estos presentes, de acuerdo a la madre, se distribuyen entre los niños de Ica aunque también se han repartido en Ayacucho y Moyobamba.

“Del 1 de octubre a la quincena de diciembre juntamos todos los juguetes, golosinas y panetones. Del 16 al 18 de diciembre hacemos el conteo [de lo recolectado]. Del 19 al 21 ponemos los regalos en bolsas navideñas que llevan el logotipo de Chicho y el 22 repartimos. El año pasado hemos distribuido a 7.460 niños”, resume Edith. Ella calcula también que cada semana reparte al menos un millar de estampas con la imagen de su hijo acompañada de un Cristo, una virgen y una oración. Cada cinco mil cartillas, se manda a imprimir un diseño diferente. 

 “Nunca he cobrado por las estampas. Aquí no se maneja dinero”, precisa de inmediato la madre para espantar sospechas sobre un posible afán lucro. Edith Peña Vásquez preside el culto a Chicho y también lo protege celosamente. A ella no le agrada, por  ejemplo, que desconocidos vendan las fotografías de su hijo. "Cuando me dicen que están vendiendo a Chicho, yo voy y les digo [a los comerciantes]" ¿Quién te ha dicho que vendas estampitas? Tú no puedes vender a mi hijo"", cuenta la mamá quien trabaja como enfermera en Ica. 

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