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Piura

Pedregal Chico es un pueblo silencioso. Al mediodía, con un sol perturbante, el único ruido es el de algún perro callejero o la música de los receptores de radio. Las calles, polvorientas, se muestran vacías. La gente huye del calor refugiándose en sus casas. A la entrada del pueblo, cerca de la carretera que conduce al Bajo , sobresalen escombros de las casas que el río se llevó, en marzo de 2017, durante el Fenómeno . Pero han pasado dos años y cinco meses de aquel desastre y los avances de la en este pueblo —el primero que se inundó en Catacaos, en el Bajo Piura— son escasos. 

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Así lo siente Teodora Silva Castillo, de 64 años, una mujer que elabora chicha de jora para mantener a su hija, de 20 años, y a sus dos nietos. La sala de su precaria vivienda funciona también como cuarto: ahí hay tres camas destartaladas donde descansan por las noches. Hasta ahora no han recibido un módulo de vivienda, ni de material prefabricado ni menos de material noble. 

"Antes teníamos cuartos de carrizo, mi cocina era atrás. Todo era de quincha (adobe y carrizo). Las paredes de mi sala están rajadas porque el agua las remojó. Tenemos miedo de que un temblor o una inundación nos haga caer las paredes. Cuando vinieron viendo las casas, un ingeniero nos dijo que debíamos tumbar la sala para que nos construyan el módulo. Yo le dije que no sea malito, que me construyera en la parte de atrás mi módulo, pero no quiso", cuenta la mujer mientras atizaba su cocina de leña. 

En ese momento, Flor, su hija, interviene. "Mi hermano dijo que averiguaría eso del módulo pero no lo hizo porque no tenemos dinero para los pasajes. Yo dejé el colegio, me quedé en cuarto de secundaria, para ayudarle a mi mamá aquí en la casa. Pero señor, aquí hay muchos módulos que nadie habita, los han dejado botados o los han alquilado, y a la gente que realmente necesita no nos han dado", reclama. 

Piura

-Pueblo chico, necesidades grandes-

Margarita Chero Chero, de 47 años, y su familia tampoco han recibido ningún módulo del gobierno. Su hermano Luis Chero y su sobrino fallecieron el año pasado, en una casa de carrizo y calaminas que a duras penas levantaron, luego de la inundación, gracias a la ayuda de la Iglesia y las ONG Save The Children, Unicef y USAID. 

"Del gobierno no hemos recibido ningún tipo de ayuda. Mi hermano y mi sobrino fallecieron el año pasado esperando la reconstrucción. Yo trabajo en la chacra, en la Unión o en Sechura, pero ahora no estamos trabajando porque no hay el algodón. No nos han empadronado, ni tememos SIS", cuenta la mujer en su vivienda, cerca de la iglesia de Pedregal Chico.

El teniente gobernador de este pueblo, Feliciano Chero Flores, dijo a El Comercio que de las 300 familias damnificadas solo 125 han recibido módulos de vivienda. "Hubo muchos errores en la entrega de los módulos, porque mucha gente que ha recibido no los habita, y quienes perdieron todo no han recibido módulo. El problema es que el gobierno empadronó a los damnificados por su cuenta, y no pidió ayuda a las autoridades locales", dijo. 

-Cobros indebidos y desinformación-

La Campiña es el pueblo vecino de Pedregal Chico, y otro de los inundados por las lluvias de 2017. Tiene 430 familias, pero ahí solo se han construido 101 módulos. Este sábado cumplirá 166 años de creación, y a la falta de módulos de vivienda se suman la ausencia de un sistema de alcantarillado y serias deficiencias de agua potable. Los pobladores han escarbado huecos afuera de sus casas para poder extraer agua de las tuberías. 

Clara Vílchez Silva, de 54 años, es una de las damnificadas que no ha recibido módulo hasta el momento. Vive con su esposo y sus tres hijos. "Nos fuimos a apuntar donde el juez de paz para los módulos, pero me dijeron que debíamos pagar S/ 1.800. No me anoté, de dónde iba a sacar tanta plata, si con las justas tenemos para comer", dijo. Su nuera, Yanina Yovera Ramos, de 26 años, vive al frente y a ella la Iglesia le construyó un módulo de triplay. "Hay una señora que no camina, Lina Aquino se llama, ella necesita con urgencia ese módulo", dijo. 

El denominador común en estos pueblos es el mismo: desinformación. Los damnificados no saben por qué no les han construido sus módulos de vivienda, y se han resigando a vivir encerrados con esteras, adobe y calaminas. En el pueblo de Narihulá, donde viven 562 familias, todas damnificadas, resultaron beneficiadas apenas 33 familias. Sin embargo, no les han construido sus módulos porque el Ministerio de Cultura considera todo el lugar como zona arqueológica.

-Un nuevo empadronamiento-

Arsenio Chero, de la Gerencia de Desarrollo Social del municipio de Catacaos, dijo que en su despacho recibió 3 denuncias de cobros indebidos a damnificados. "Les estaban pidiendo S/ 1.800 para construirles sus módulos cuando es gratis. El tema de fondo es que el empadronamiento que hizo Cofopri fue deficiente, y por eso muchos damnificados se quedaron sin módulos de vivienda. Debe hacerse uno nuevo, en coordinación con las autoridades locales", dijo. 

El plan de la reconstrucción con cambios consideró la construcción de 3.173 módulos en el distrito de Catacaos. Sin embargo, hasta la fecha solo se han entregado 1.227, es decir, apenas el 36%. De acuerdo con Contraloría, en Piura solo se ha ejecutado el 34% del presupuesto aprobado (S/ 3.671 millones 100 mil 286).

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