(Foto: Mininter)
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Ricardo León

La foto principal de esta página fue tomada la mañana del martes 27 de marzo en un sector del centro poblado de San Agustín, ubicado en el distrito de Santa Rosa, en la ceja de selva de Ayacucho. La zona pertenece al Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), y es uno de los más antiguos y activos centros de producción de pasta básica de cocaína.

En Santa Rosa, la actividad económica principal es más o menos obvia: las colinas que rodean la localidad están cubiertas de hoja de coca, y escondidas entre ellas están las pozas de maceración, donde se produce pasta básica; esta luego es enviada a otros puntos del Vraem, donde se procesa y se convierte en clorhidrato de cocaína. El mismo procedimiento, todos los días.

Pero volvamos a la foto: lo que el agente muestra ante la cámara es un costal de ácido sulfámico, uno de los muchos químicos empleados para procesar el alcaloide de cocaína. Tiene una particularidad: a diferencia de la cal (cuando no la hay, se utiliza cemento) y el kerosene, el ácido sulfámico es irreemplazable y, más bien, combina algunas propiedades del ácido sulfúrico y muriático, de la lejía y del ácido fórmico. La dificultad para obtener ácido sulfámico hace que su precio sea alto y su comercialización, un atractivo negocio. En el Vraem, la química va de la mano con la matemática.

—Cauce y consecuencia—

Los policías notaron que los costales que encontraron ya vacíos al lado de la poza de maceración eran exactamente iguales a otros que habían visto el 30 de enero en una carretera que cruza el distrito de Pangoa, en la provincia de Satipo (Junín). Aquel día, agentes de la base Los Sinchis de Mazamari detuvieron un camión que trasladaba en su bodega 400 costales de ácido sulfámico de la misma marca y procedencia. Esta carga iba a ser llevada hasta uno de los puertos que hay en esa zona, como Puerto Ocopa, Anapati y Puerto Porvenir, para luego ser transportada por río hasta el corazón del Vraem.

Los policías siguieron entonces la lógica de este traslado, y fueron encajando las piezas. El 15 de febrero, dos semanas después de la intervención al camión, policías de la base de Mazamari, al mando del coronel PNP Jhonel Castillo Mendieta, junto con efectivos de la Marina, intervinieron dos embarcaciones en el río Ene. La que iba adelante no atendió las órdenes de detenerse. Los tripulantes de la segunda embarcación no solo no se detuvieron, sino que dispararon contra los agentes, que respondieron el fuego. Los ocupantes de las lanchas avanzaron un centenar de metros, descendieron en la orilla del frente y huyeron. Esto sucedió exactamente en Puerto Anapati, uno de esos puntos de embarque de Pangoa.

En una de las embarcaciones, había 130 galoneras de plástico que contenían acetona; estas habían sido envueltas con bolsas de una marca de azúcar. En la otra, había 137 galoneras. La acetona es otro insumo químico primordial para producir droga. En total se hallaron siete toneladas de acetona. En el Vraem, cada galón cuesta US$120. Otra vez, la química y la matemática: los repartidores no podían darse el lujo de perder tanto dinero, y por eso habían contratado a hombres armados como resguardo.

Según fuentes de la Policía Antidrogas que operan en Mazamari, el río se ha convertido en la única alternativa para el traslado de los insumos. Esto, debido a que los controles terrestres –se emplean escáneres– ubicados en Tranca, Muyurina y Machente son infranqueables y la pérdida económica es alta. El viaje por río es mucho más largo, pero menos riesgoso.

El río Ene tiene una importancia histórica en la vida de los pueblos asentados en sus márgenes. En los años 90, por allí se trasladaron las columnas de Sendero Luminoso que diezmaron a la población asháninka, etnia que hasta ahora busca a sus muertos, desaparecidos y secuestrados. Por este mismo río regresaron años después miles de indígenas para lo que ellos llaman el repoblamiento, es decir, la ocupación de aquellas tierras que les fueron despojadas. Esta vía fluvial, por el recorrido que realiza (desde ciudades dinámicas y hasta turísticas como Satipo, hasta los confines del Vraem), es también empleada por las mafias. Es, hasta cierto punto, un circuito inevitable.

-Recientes decomisos de insumos químicos-

En las últimas semanas, la policía y las Fuerzas Armadas han golpeado a traficantes de insumos químicos en varias regiones. El 27 de marzo, se incautó una tonelada de insumos en una carretera de Anco, en la provincia de La Mar (Ayacucho). Casi en simultáneo, se decomisó una carga de 630 kilos de acetona en el distrito de Río Blanco, región Apurímac.

El golpe más fuerte se dio el 14 de marzo, cuando la policía intervino un camión que cargaba 30 toneladas de hidróxido de calcio entre Tingo María y Huánuco. Todos estos insumos tenían como destino los laboratorios de producción de drogas. Rubén Vargas, quien hasta hace una semana fue viceministro de Orden Interno del Ministerio del Interior, explicó que en la actualidad Brasil es el principal destino de la cocaína que se produce en el Perú

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