El escritor y canciller chileno Roberto Ampuero fue ministro de Cultura en el primer gobierno de Piñera. (Foto: Piko Tamashiro/ El Comercio)
El escritor y canciller chileno Roberto Ampuero fue ministro de Cultura en el primer gobierno de Piñera. (Foto: Piko Tamashiro/ El Comercio)
Fernando Vivas

El canciller chileno, , nos visitó para la reunión del llamado Grupo de Lima que analizó el drama de Venezuela. Antes, en la residencia de su embajador, promovió una reunión para compartir ideas sobre la crisis en Nicaragua. Conversamos sobre ello, sobre la polémica decisión de su gobierno de no firmar el Pacto Migratorio y sobre el buen estado de nuestras relaciones bilaterales.

— La protesta contra lo que pasa en Venezuela, que ya es algo crónico; es justa y ética, pero no muy eficaz. ¿Qué más se puede hacer?
Venezuela lleva más tiempo del que muchos se imaginaron, debido a la crisis económica y a la crisis de convivencia, de ahí el problema migratorio. Sin embargo, la dictadura se ha negado a hacer cualquier tipo de concesión en nombre de su pueblo. Entiendo lo que me plantea: ¿hasta dónde podemos avanzar con los límites de la diplomacia? Las denuncias y comunicados tienen efectos y límites. Eso, una dictadura como la de Maduro lo sabe muy bien.

— Y lo aprovecha para recrudecer sus posturas.
Así es, cuando se está frente a una dictadura, desde países democráticos con separación de poderes y libertad de prensa, se plantea el sentido de las medidas, pero así son las reglas. El Grupo de Lima busca soluciones pacíficas que vengan de los propios venezolanos y rechazamos las intervenciones extranjeras de cualquier lado. Ahora, ¿qué es lo nuevo? Mayor coordinación dentro del grupo y del grupo con la Unión Europea, con EE.UU.

— ¿Ese esfuerzo podría incluir conversación con el propio Maduro?
Ha habido algunos actores, como el presidente de República Dominicana [Danilo Medina] que lo intentó y creyó que el régimen de Maduro estaba dispuesto a dialogar. Pero esa experiencia y otras demuestran que no hay ninguna disposición, y a juicio nuestro, el esfuerzo de dialogar con alguien que no esté disponible, solo le da tiempo para que se perpetúe. El tema pasa por seguir articulando los esfuerzos, ver qué tipos de sanción se pueden adoptar. Por ejemplo, hemos visto no dar visas a ningún dirigente ni a sus familiares e impedir que puedan hacer depósitos en la región.

— Ahora, les preocupa que Venezuela no nos haga olvidar lo que pasa en Nicaragua.
Invitamos a un desayuno informal a cancilleres, en la residencia chilena, para intercambiar opiniones sobre AL y ver el tema de Nicaragua. Queríamos subrayar que estamos preocupados por la dimensión de la tragedia venezolana, pero que no nos haga olvidar la tragedia de Nicaragua.

— ¿Se estima que, en otra dimensión, suceda algo similar con Nicaragua?
Como es una población menor, se percibe en forma diferente. El impacto de la crisis en Nicaragua es en todo el istmo centroamericano, donde el tránsito tiene que estar asegurado. En ese marco, la crisis es profunda.

— Esta preocupación legítimas por otros países, ¿no se contradice con la decisión chilena de no firmar el Pacto Migratorio (promovido por la ONU)?
Somos un país que se convirtió en muy poco tiempo en un país de destino de migración. Examinamos el pacto hasta el último minuto y nos dimos cuenta de que, a juicio de Chile, es lesivo para los intereses nacionales. Menciono un aspecto: el pacto dice más de 80 veces que hay compromisos no vinculantes. Para Chile es muy difícil firmar algo que ofrece una alternativa no vinculante que no se tiene que respetar. Cuando Chile firma algo es porque lo va a cumplir.

— O sea, no firmar compromisos que probablemente otros firmen y no asuman.
No hablaría de otros países, hablo de la política de Chile. Para el presidente Piñera, los intereses de Chile están en primer lugar. Nos hemos convertido en país receptor de migrantes que buscan una vida mejor en Chile y queremos que esa sea una posibilidad real.

— ¿Es una decisión definitiva o pueden reevaluarla?
Es una decisión que se toma después de un análisis en detalle. El pacto tiende a borrar la diferencia entre el migrante regular e irregular. Somos abiertos a la migración, la necesitamos porque tenemos bajo crecimiento demográfico, pero queremos que la que llega sea la que tiene espacio. En el caso de Venezuela hay una visa de responsabilidad democrática. En el caso de Haití hemos tenido una política de reunificación familiar. Entraron más de 150 mil haitianos, en su mayoría hombres solos.

— El Perú enfrenta un serio problema de lucha contra la corrupción. ¿Cómo puede ayudar la colaboración internacional?
En la Octava Cumbre de las Américas, en abril, acá en Lima, se habló de la gobernabilidad y la lucha contra la corrupción. En nuestro Gabinete Binacional [Perú y Chile], también hemos venido desarrollando este tema. Lo importante es que exista independencia de poderes y que los fiscalizadores sean fuertes y con capacidad de autofiscalizarse.

— ¿No debemos revisar figuras como la extradición y el asilo, pensadas para otras épocas?
Creo que el Estado y la sociedad civil tienen que usar todas las herramientas contra la corrupción. Las recetas que funcionan en un momento puede que luego ya no funcionen. Aquí nadie puede dar lecciones desde la pureza y el éxito total. Se trata de aunar esfuerzos y apoyarse mutuamente con intercambio de información, con actividades formativas para el sector público y también el privado.

— En noviembre pasado tuvimos un Gabinete Binacional en Santiago. ¿Cómo califica el estado de nuestras relaciones?
En ese encuentro suscribimos más de 130 compromisos que se van evaluando. No son promesas que se lleva el viento. Estamos en un momento extraordinario. Hay química entre los presidentes, empatía y curiosidad mutua. Con el canciller Néstor Popolizio tenemos una magnífica relación, de agarrar el teléfono y el WhatsApp. Hay mucha coincidencia entre los dos países en el tema de innovación científica, nos une poderosamente la Alianza del Pacífico, la frontera Tacna-Arica es una zona vital con más de 6 millones de cruces al año. [...] Hay más de 200 mil peruanos en Chile que han enriquecido nuestra cultura gastronómica enormemente, y hemos tenido intercambios materiales como los de los libros de las bibliotecas [que eran reclamados desde la Guerra del Pacífico]. Todo esto ofrece muchos elementos que facilitan e impulsan la colaboración.